POR TI | "A.D." Parte II

Capítulo ~8

Me remuevo en mi lugar con incomodidad y suelto un quejido. No quiero levantarme.

Pestañeo un par de veces para acostumbrarme a la luz que entra por el ventanal y abro los ojos.

Lo primero que veo es a Carl, sigue dormido. Su cabello castaño esta desordenado, su respiración es lenta y acompasada; luce tan tranquilo que me gustaría admirarlo todo el día.

Después de varios minutos me levanto y me dirijo al baño para lavarme la cara. Amarro mi cabello en una coleta despeinada y me pongo mis viejas botas y un suéter.

—Te has levantado temprano —escucho la voz de Beth a mis espaldas.

—Hola —la saludo y ella sonríe.

Caminamos juntas a la cocina y le ayude a preparar arroz y soja. Me sorprendí un poco al enterarme de los alimentos que tenemos, supongo que alguien fue de expedición y le fue bien.

Poco a poco fueron despertando los demás. Carl llegó tomado de la manita de Judith.

Todos desayunamos con un ambiente bastante agradable y la mañana transcurre amena.

—Nos iremos de aquí en cuanto arregle el auto que se averió —habla Rick en dirección a todos.

—Te ayudo con eso —dice Daryl.

—También necesitaremos combustible —añade el líder.

—Yo iré a buscarlo —escucho a Carl decir.

Lo miro y pronuncio —: Te acompaño.

Luego de repartir varias tareas a todos, nos disponemos a cumplirlas.

Salgo de la casa con Carl, lleva un bidón en la mano y yo otro.

Ha estado muy callado y eso me extraña.

—¿Todo bien? —me animo a preguntarle.

—Si —dice con aire ausente.

Decido no preguntarle nada más y me limito a caminar a su lado, él pasa uno de sus brazos sobre mi hombro, como es más alto que yo y camina sin problemas.

No tengo ni la menor idea de a donde ir para buscar combustible, estamos en la carretera pero no se ve ningún auto abandonado cerca. A Carl no parece importarle y camina sin preocupación.

[...]

—Coloca la manguera en el tanque, pero que no toque el combustible —hago caso a sus instrucciones—, ahora succiona el aire por ella.

—No sé por que no lo haces tu —le digo.

—Claro que lo haré, solo te ayudo con tu bidón —contesta.

Ruedo los ojos y hago lo que me dice. El sabor de la gasolina quema mi boca y toso con fuerza.

Escucho como Carl ríe mientras me quita el bidón y la manguera de las manos.

—Deja, mejor lo hago yo —habla entre risas.

Cuando supero mi ataque de tos lo golpeo en el brazo con mi puño, él se queja mientras hace lo mismo que yo pero sin problema alguno.

Salimos de una cochera de la casas abandonadas y caminamos de regreso con nuestro grupo.

—¿Vas bien?, ¿te duele mucho? —me pregunta y señala mi pierna herida.

—No, ya no duele tanto —miento. La verdad es que el escozor apenas me permite recargar mi peso sobre la pierna.

Los familiares gruñidos invaden mi audición y busco frenéticamente a los caminantes.

"Por todos los santos cielos..."

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