Capítulo ~23

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No veo absolutamente nada.

Estoy llorando.

Hace ya bastante tiempo que pusieron una bolsa de tela en mi cabeza y solo escucho el sonido del auto en la grava.

No puedo sacarme de la cabeza a Carl.

Mi respiración es inestable debido al llanto.

Varias veces me han gritoneado que me calle pero no puedo evitarlo.

Después de treinta minutos aproximadamente en camino, me bajan del auto.

Tropiezo con mis propios pies al no saber por donde camino y alguien me toma del brazo para guiar mi camino.

Mi respiración es dificultosa, no puedo respirar bien.

—Estarás bien —me susurra alguien en el oído.

Su voz me provoca un escalofrío.

—¿Dónde estoy? —pregunto con voz temblorosa.

-No hables -dice de nuevo en tono muy bajo.

No digo nada más y me limito a avanzar a ciegas, con el sujeto extraño guiándome.

[...]

Cuando me quitan la tela de encima el aire inunda mis pulmones. El alivio al poder respirar bien viene a mi en oleadas.

Cuando estabilizo mi respiración inspeccionó con la mirada mi entorno.

Estoy en un cuarto vacío, solo hay un foco que ilumina la fúnebre habitación y estoy atada de manos y pies.

Miro fijamente al sujeto que se detiene frente a mi (el que me quitó la bolsa, supongo). Se queda en silencio mirándome a los ojos, luce pensativo. Como si me estuviese analizando.

-¿Cómo te llamas? -pregunta con voz ronca.

Inmediatamente relaciono su voz con la que me susurro en el oído al llegar a este lugar. Debe ser la misma persona.

No le calculo más de 23 años.

Tiene ojos miel, cabello oscuro, piel clara pero bronceada por el sol; cejas tupidas, por la sombras de la luz sus pestañas lucen largas y su mandíbula angulosa.

-¿Qué van a hacer? -pregunto cautelosa.

Él aprieta la mandíbula.

-Tranquila, no te harán nada -su voz es calculada -, yo me haré cargo de eso.

Nos quedamos en silencio por unos momentos.

-Soy Arianne -hablo después de unos instantes.

Se queda pensante tras haberle dicho mi nombre.

-¿No me dejaran ir, cierto? -digo al no obtener respuesta alguna de su parte.

-No lo sé.

Suspiro con pesar.

Me rodea y se acerca a mi.

Cuando lo hace, rehuyo de su toque como puedo.

-Sólo voy a desatarte -responde al ver mi resistencia.

Dudo unos instantes, pero al darme cuenta que no tiene caso alguno luchar contra él, me quedo quieta y siento su toque en mis muñecas, al trabajar con las ataduras.

-Escucha, Arianne, me parece haberte visto un par de veces antes -dice mientras libera mis manos y ahora va a desatar mis pies-, el único consejo que puedo darte es que no cometas nada estúpido o no dudarán en asesinarte...

POR TI | "A.D." Parte IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora