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Sus ojos abrían de forma lenta, observando a su al rededor algo confundido y con cierta molestia en sus ojos, pues la luz del lugar era bastante; pocos segundos después, sus ojos se acostumbraron a la luz del lugar, para al fin reconocer donde estaba, en aquella habitación de hospital en donde se hospedaba desde hace unos días.

Se oyó como alguien tocaba la puerta, el estadounidense dio un punto positivo para que pasara la persona, que por lo visto, era la enfermera que se encargó de cuidarlo en esos días.

- Buenas tardes señor América, vengo a informarle que hoy mismo le darán de alta, pues ya se encuentra mucho mejor y listo para salir de acá. - La chica acomodó unos papeles que sostenía e sus mano, para luego dárselos al el americano - Esos papeles son las recomendaciones que se le dan para que siga mejorando; tiene que resguardarse en casa por lo menos un mes, y como usted es un país, el hospital se encargará de hablar con Naciones Unidas para que le dé un recuento de las reuniones que se ha perdido o perderá en este tiempo. Ahora mismo llamaré al señor China para que lo venga a recoger... ¿O desea que alguien más venga por usted?

Estados Unidos pensó un poco la respuesta, si se supone que tenía que estar en casa, era mucho mejor que el chino lo recogiera de una vez; simplemente asintió varias veces expresando que estaría bien si el chino lo recogía.

La señorita se fue de la habitación, no sin antes decir que tenía que estar listo antes de las 5:30pm, pues a esa hora le darian de alta.

Tomó su celular en sus manos, mirando como los mensajes llegaban y llegaban; era bastante raro, casi nunca nadie le escribía, pero ahora tenía muchos mensajes; se sentiría bien al ver como se preocupan por él, pero se percató que prácticamente todos los mensajes mencionaban a China y chismes sobre su relación, así que ignoró todo y volvió a apagar su teléfono.

Las horas pasaban de forma lenta y torturosa, el "TIC TAC" del reloj era lo único que se escuchaba en la habitación, a excepción de la respiración del estadounidense, el cual se hallaba dormido plácidamente sobre aquella camilla de hospital para nada cómoda.

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Cierto asiático se encontraba dentro de su auto rojo, manejando en dirección al hospital donde se encontraba su pareja desde ya hace unos días atrás por una supuesta caída desde las escaleras; estaba algo ansioso a decir verdad, pues ese mismo día, prácticamente todos se enteraron de su relación con Estados Unidos; de aquella relación que conocían unas pocas personas, algunos latinos, el ruso, y parte de la familia del anglosajón; odió a ONU con toda su Alma desde ese momento, lo odiaba; ¿Por qué no se quedaba callado y ya? No es como si la presencia del estadounidense fuera clave para la reunión.

Al cabo de unos minutos, el asiático frenó de forma brusca frente al hospital, ingresó a la instalación, recibiendo en seguida la bienvenida y guía para ir al cuarto de su pareja. Al llegar, notó como ya estaba listo, y estaba hablando con una enfermera, quien que daba más detalladamente las recomendaciones que tenía que tener. No pasó mucho tiempo, hasta que por fin pudieron salir de aquel lugar; el chino halaba con nada de cuidado la muñeca del estadounidense, mientras que este se quejaba del dolor, pero nadie lo escuchaba.

El asiático empujó de forma brusca al estadounidense al carro, para luego el subirse e ir rápidamente a su casa.

En medio del camino, al estadounidense le llegaron mensajes del ruso preguntando por su salud, este aún teniendo al chino al lado, respondió sin mayor preocupación, pero obviamente el chino vio con quien tanto hablaba su novio, luego haría algo al respecto.

- ¿América, tienes hambre? - cuestionó el chino en dirección a su pareja, mientras que entraban a la casa.

- Si, un poco; ¿Podemos pedir algo de coner? - Una sonrisa esbozó de sus labios en dirección al chino, esperando una respuesta afirmativa por parte del ya mencionado anteriormente.

- No. - Respondió el chino de forma cortante, cerrando la puerta de la casa tras el.

Apenas entrar, bastó para que el chino agarrara el teléfono del estadounidense, provocando un pequeño enojo en el de menor estatura, y que tratara de recuperarlo. El asiático revisó las conversaciones del estadounidense, había hablado con el ruso y con el canadiense, pero nunca con él, le enseñaría una lección. Empujó al estadounidense para que se hiciese para atrás, para luego estampar con demasiada fuerza el teléfono que yacía sobre las manos del chino segundos atrás; aquel aparato, quedó con la pantalla totalmente quebrada, inclusive llegó a desarmarse casi que por completo.

- Bueno, como veo que tienes más tiempo para Rusia y Canadá que para mi, éste será tu castigo por no escribirme, y como tengo claro que no puedes salir de casa por al menos un mes, no recibiras un celular nuevo en un mes. Espero que me haya hecho entender. - Sin nada más que decir, el chino se retiró a la habitación, cerrando la puerta de forma brusca.

Por otro lado, el estadounidense ahora se hallaba llorando sobre el sillón, abrazando sus piernas y escondiendo su cabeza allí mismo; que llorara ocasionaba que su cabeza doliera, y junto a lo que le había pasado días antes, hacía aquel dolor insoportable; sumado a esto, estaba bastante débil, así que con eso bastó para que se desmayara y pasara la noche sobre el sofá.

Canadá y Rusia han de estar preocupados, muy preocupados.

❝ 𝓡𝓸𝓽𝓸 ❞ ┋𝓡𝓾𝓼𝓐𝓶𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora