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Kim Taehyung amaba su libertad más de lo que amaba su vida, siempre descartó la idea de marcar algún alfa, no nació para eso y jamás lo haría.

Simplemente no soportaría estar atado a otra persona, no como su padre lo estuvo de su
madre.

De pequeño, solo veía como su padre esperaba a su madre quien llegaba a altas horas de la madrugada, vio a su padre deteriorarse mientras mendigaba por amor.

Taehyung no lo soportaba, razón por la cual jamás se encontraba en su casa.

Sabía que su padre fue quien marcó a su madre, causando un resentimiento de ella hacia él. La alfa le importaba poco lo que hiciera su hijo, tan solo verlo le recordaba la marca que adornaba su cuello.

— ¿Por qué? — se atrevió a preguntarle a su madre.

— ¿Ves esto, cariño?— le señaló la marca de su cuello al niño de 7 años.

— Esto solo significa que tú libertad acabó, qué necesitas a alguien constantemente para no enloquecer. Yo amaba mi libertad, la atesoraba hasta que tu padre la arrebató, ¿quieres esto para tu vida?, ¿quieres una familia así?— le preguntó al pequeño que solo negó recordando que básicamente era el solo todo el tiempo.

—Bien, por eso debes prometerme que no marcaras a nadie, ¿si?. Si amas tu libertad y la libertad de alguien más, promételo.

[...]

11 años después.

—Tae, por favor, piénsalo. ¿Jungkook merece esto? — le preguntó Jimin apenas le aviso sobre la fiesta que haría hoy.

El omega peliazul solo le gruñó, había pensando por un minuto que se había sacado a ese alfa de la cabeza.

—La fiesta empieza a la 12, si quieres te vienes o no— le respondió al pelirosa, ignorando su pregunta, una vez más.

[...]

— No deberíamos hacer esto.— mencionó el alfa rubio, el cual se llamaba ¿Minji?, ¿Minsae?

—¿Por qué? — preguntó el peliazul intentando volver a besarlo aún cuando se sentía tan asqueroso.

Jungkook, Jungkook, Jungkook.

El peliazul lo empujó inconscientemente al escuchar la voz de su lobo, gruñó mientras trataba de callarlo.

No lo volvería a escuchar, no después de que la última vez que vio a Jungkook solo tenía ganas de morderlo hasta que todo su ser oliera a canela, su aroma.

No, jamás marcaría a Jungkook.

Y eso fue lo último que pensó antes de arrastrar al baño al alfa rubio.

[...]

Tiempo más tarde, la puerta del baño se abrió abruptamente y al peliazul le valió muy poco.

Era como la tercera vez que tocaban, con amargura abrió la puerta, expulsando su olor combinado con el alfa rubio, asqueroso.

Aún cuando tan solo fueron besos, no podía evitar sentirse así, por esa misma razón jamás sobrepasó los besos con nadie, excepto Jungkook.

—¡Jungkook te vió!—le gritó el pelirosa sacando al peliazul de sus pensamientos.

— ¿Qué? — preguntó, era básicamente imposible que el alfa estuviera en alguna de sus fiesta, incluso una vez lo llevo y no duraron ni diez minutos en ella.

Liberty of omega [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora