The heart is a monument.

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Era la segunda vez en esta semana que volvía frente al espejo a maquillar sus ojos, las sombras negras cual bolsas colgando de sus ojos le daban un aspecto cansado y parecía años mayor de lo que en realidad era, por ello antes de presentarse ante la multitud una chica le aconsejó delinear sus ojos, quedaría como un oso panda o como Miles prefirió usar de referencia "el clásico maquillaje corpse paint que por ende le hacía recordar a Kiss." Así que Alex ocultaba su cansancio tras el maquillaje y le gustaba la idea de aparentar ser una estrella de rock por al menos lo que duraba la noche.
Ya era su tercer concierto en un bar que aunque no tenía buena fama al menos empezaban a ser conocidos, generalmente la gente los escuchaba y gritaban algo parecido a:

"¿Quién carajos está en el escenario?"

Su castaño baterista Scott diría que ese era por mucho mejor nombre del que ya tenían, por otro lado su bajista Chris opinaría que la mejor elección podría tomarla un diccionario, abriéndolo en una sección para una palabra al azar y se someterían a una votación por escoger que palabras en especial los definirían, al final quedarían estancados de tanto parloteo y entonces Alex se despediría de sus amigos y junto a Miles correrían a sus dormitorios.

Ambos treparían el enredo que son los árboles nudosos y desnudos de diciembre que dan a sus habitaciones, a veces Alex subiría junto a Miles, hablarían por horas y dormirían en la misma habitación (aunque en la madrugada tendrían que huir antes de ser descubiertos) o cómo estás noches en las que cada quien va por su lado y una vez se aseguran de estar por completo en sus asignadas habitaciones se sonríen y es suficiente para saber que si son castigados al día siguiente habrá valido la pena.

Es horrible ir a una escuela que solo admite varones, como por ejemplo la disciplina y el regaño que obsequian al pelinegro al día siguiente.

—Trece, catorce...—el director del colegio detiene los golpes que da a su espalda, finalmente la vara queda suspendida en el aire y con esa voz agria y estridente admite la entrada a quien interrumpió el castigo.

Alex está temblando, sus antebrazos pican de dolor y de la incomodidad de tenerlos en tal posición, tiene impuesto soportar sobre sus manos unas gruesas enciclopedias mientras recibe los 20 golpes de castigo por haber llegado tarde la última semana a sus primeras clases, Alex sabe que por nada del mundo (ni aunque haya un desastre natural deberá bajar los brazos) o eso le subirá dos golpes más a su castigo.

Y aunque duele, aunque sus ojos se cristalizan y la sangre pica bajo su horrible uniforme no puede quejarse, es una regla fundamental que el director no soporta a "los débiles" o como suele llamarlos al notar la mínima lágrima descansar en sus mejillas: "maricas." Alex aprendió las tácitas reglas a las malas y no está dispuesto a volver a soportarlo.

Cuando finalmente cuenta los 20 golpes, el hombre canoso quita los libros del joven y dice:

—No vuelva a llegar tarde a clases, joven Turner.  También he notado esas ojeras, procure descansar entre las horas indicadas.

—Si, señor. —hace una inclinación mientras su cuerpo arde y se despide suavemente tratando de que sus zapatos sean silenciosos y pase desapercibido el temblor de angustia en el que caerá tan pronto haya abandonado el despacho de las torturas.

Una vez afuera unas manos, familiares y cálidas (Alex tiene brevemente la imagen mental de un Miles nervioso y preocupado de manos sudadas y de mirada de cachorro apaleado) sostienen sus muñecas con la delicadeza que se tendría al tocar una rosa. El castaño le conduce hacia los baños y lo obliga a levantar su camisa obteniendo así una vista desagradable a las marcas rojas e hinchadas en su blanquecina espalda. 

Alex solo se deja hacer, era de esperarse que Miles lo estaría esperando para ocuparse de sus heridas, Alex también hace lo mismo, tienen esa costumbre mal vista de cuidar uno del otro.

—Ese maldito bastardo, te lo juro, ese tipo tiene un fetiche con esto, es un gilipollas...—Miles continúa con sus peroratas y aunque su voz hace un eco descomedido hacia las baldosas el toque que le obsequia a su mejor amigo es tan dulce y gentil que el pelinegro piensa de manera fugaz en casa.

—Alex, —la voz de Miles resuena en su cabeza, sabe que se perdió en sus pensamientos y por ello la voz de su amigo quedó como un eco sin importancia grabado en algún lugar perdido de su mente, antes de hablar el castaño suspira y reacomoda la camisa borgoña del pelinegro. Las marcas siguen siendo horribles pero al menos ya no sangran. —¿estarás bien? Hoy planeábamos salir y... dime si te sientes bien Alex, ¿de acuerdo? luces cansado y esas marcas son como el triple de feas que las mías. En serio, en serio luces mal, amigo.

—Puedo ir al concierto esta noche, no te preocupes por esto,—dice haciendo énfasis al señalar su cuerpo, Alex hace un esfuerzo por levantar sus adoloridos brazos y poner una sonrisa que no llega a sus ojos. —,  estaré bien, será un show asombroso Miles.

El castaño le da la razón aunque dudando internamente de aquellas palabras, al caer la noche Miles se asegura de que su compañero de cuarto no le delate, tiene suerte pues es un chico agradable con el que simpatizo de inmediato, por otro lado Alex debe rogarle a su compañero prometiéndole conseguir hierba o en su defecto algunos cigarrillos.
Siendo mejor que nada el pelinegro hace el trato, ya Noah se las apañará.

El concierto resulta ser uno de esos pequeños éxitos que suelen sentirse como el cambio más grande en la vida, como cuando de pequeño sacaba dieces y sentía que podría gobernar el mundo. Alex está sudando y una sensación le llena el cuerpo, no sabe si es por esas cosas que le dieron a probar al llegar al recinto pero ve a Miles y siente como si sus neuronas estuvieran siendo manipuladas por la liberación de la dopamina a causa de las drogas... o por la euforia de haber estado sobre aquella tarima.

No importa, Alex lo asocia a Miles, esta liberación, causa y emoción de sentirse enfocado a una cámara, como si la poco pretenciosa película de su vida estuviera incendiándose y despegándose del mundano sentimiento del vacío.

Se siente invencible, capaz de soportar los golpes contra su espalda incluso si es su regaño al día siguiente, tan invencible y confiado como para acercarse y besar a su mejor amigo; Alex quiere cerciorarse de que si sus labios llegaran a colisionar contra los de Miles no saldría de ellos el Big Bang.

Si Alex está tan asustando de esperar un desastre colosal con solo un beso probablemente significa que en realidad no está preparado, sin embargo puede que haya limitado a su corazón pero no a su cerebro que ha puesto en marcha a sus piernas y da pasos seguros hacia el castaño, quien le mira desde lejos con esa sonrisa suya, Alex quiere borrar esa mueca con un puñetazo aunque al planteárselo mejor decide borrar la distancia abismal entre sus cuerpos y acunar el rostro de su estupido mejor amigo para besar sus estupidos labios, no sabe cuándo podrá tener una oportunidad cómo está en la escuela de varones.

Alex es un desastre besando, tomando en cuenta que se trata de su primer beso, Miles está aturdido y sus labios permanecen quietos, entreabiertos y torpes contra los de su mejor amigo. Al no saber cómo profundizar un beso pero deseando que el contacto no concluya se inclina hacia el pelinegro, frunciendo sus labios y chocando contra los de Alex de manera casta y graciosa, le recuerda a los besos inocentes que ha visto cuando de pequeños se juegan con muñecas.
Es tan torpe que piensa en que Alex quizá no lo quiera, no obstante su amigo se separa sonriendo y le regala un pequeño beso a su mejilla, cerrando así lo que parece ser ahora su secreto.

[Milex OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora