-prima, que le pasa a tu padre?- comentó un joven, de un largo cabello negro, ojos grises, tenia cierta similitud a con el maestro de Ikki, después de levantarse de una severa paliza propinada por él mismo susodicho, el chico había decidido venir a su isla natal, al escuchar los rumores de que su tio, Guilty, se comportaba de manera extraña; le había costado llegar ahí, ya que no podía salir del santuario, tuvo que fingir su muerte para escapar y como pudo se embarcó a la Isla de la Reina Muerte.
-Kay, algo malo está pasando, ya no lo reconozco, ese hombre no es mi padre-
-cuando fue que se empezó a comportar así?-
-poco tiempo después de llegar del Santuario-
-entiendo, el santuario también está pasando algo raro, de repente el patriarca empezó a ser despiadado, no recibe hombres dignos como caballeros, sino a viles delincuentes-
-esto es horrible-
-tienes que escapar Esmeralda-
-yo... yo no puedo-
-se que no quieres dejar a tu padre, pero entiende-
-no es mi padre quien me preocupa-
-quién entonces-
-hay... hay un chico, es alumno de mi padre, debe ganar la armadura del Fénix-
-con más razón entonces, debe estar lleno de maldad-
-no! Ikki es noble, entrena muy duro para conseguir la armadura del Fénix y encontrarse con su hermano-
-morirá antes, nadie ha sido digno de esa armadura-
Kay estaba molesto, no dejaría a su prima en ese lugar infernal con un montón de desgraciados y mas con ese tal Ikki. Él y Esmeralda habían crecido juntos en esa isla, hasta que su padre lo mandó entrenar al Santuario; pero el sentimiento que compartía hacia ella no era simple cariño, no, es algo mas fuerte, mas vicioso, más enfermo, un cariño anormal que bajo una falsa y sutil sonrisa escondía, había pasado unos años desde la última vez que se vieron; y su obsesión había crecido, entrenaba duro siempre por ella, para convertirse en un caballero y cuando llegara el momento poder estar a su lado, no como amigos, no como primos, él estaba seguro que ella lo aceptaría si confesaba sus sentimientos.
Pero hoy, cuando ella le dijo sobre ese tal Ikki todo su esfuerzo, su sueño se despedazaron al igual que parte de su alma, repulsión comenzó a sentir, todo su ser temblaba de puro odio.
Había pasado tres días desde que llego, y Esmeralda solo observaba a escondidas a ese sujeto que se defendía inútilmente de su tio; en cada golpe y embestida pudo ver como por la noche ella le llevaba comida, como curaba con todo su cariño y dedicación, cariño que solo él debía de recibir y no de un estupido que no se la merecía.
Impotencia, rencor, odio, las ganas de matarlo con sus propias manos era indescriptible y asi demostrarle a su prima que él era el mas indicado y digno de recibir su cariño, de sus cuidados, de su amor.
Esa noche había salido a recorrer el lugar, no soportaría ver de nuevo como Esmeralda se escabulle para ver a ese tipo, así que para calmar su temperamento fue al campo floral de su prima, donde de niños pasaban siempre juntos y jugaban solo ellos dos; sin embargo no se había preparado nunca para ver lo que fue testigo...
Ahí estaba ella con ese sujeto, estaban hablando y al parecer el muy desgraciado la había echo llorar, apretó sus puños mientras observaba escondido detrás de unas prominentes rocas, no podía escuchar con claridad pero; aun asi como es que se atrevía a sujetarle con cierta delicadeza sus manos, no sabía de que estaban hablando pero le estaba perturbando de cierta forma, hasta que su corazón se detuvo hundiéndose en el abismo negro lleno de dolor; aquel malnacido se había atrevido a besarla, colocando sus sucias manos sobre su pequeña cintura y ella lo recibía gustosa; sus manos se apretaron hasta hacerlos sangrar, su boca se torció de un odio y cinismo, mientras contemplaba dolido lleno de un sentimiento maligno, su prima, su bella y pura Esmeralda correspondía al tacto de ese maldito que se atrevía a tocarla. No aguanto mas y se alejo en silencio de aquella horrible escena.
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Amarte por mil años mas
RomanceLos recuerdos son el tesoro mas hermoso que podemos llegar a tener. Ikki y Esmeralda