Mi mayor vicio, eras tu

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Los dias seguian pasando y tal como lo prometió Saori no dijo nada de la existencia de Esmeralda al ave Fénix, aunque a veces llegaba a dudar cuando lo veía contemplar fuera de la ventana con un semblante de melancolía; estos dias de frio, Ikki, como se lo esperaba, no salia casi de su habitación, salvo aquel dia que lo obligaron los demás a ir todos juntos al orfanato.

Pero ese dia podia sentir como el cosmos de su caballero se encontraba bastante inquieto; él ahora se encontraba cerca de los jardines de la mansión, admirando las flores que aún se mantenían hermosas a pesar del crudo invierno, cubierto de apoco por la nieve, que tranquila y sin prisa, caía como una danza alrededor de él.

Pero ese dia podia sentir como el cosmos de su caballero se encontraba bastante inquieto; él ahora se encontraba cerca de los jardines de la mansión, admirando las flores que aún se mantenían hermosas a pesar del crudo invierno, cubierto de apoco ...

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La diosa un poco preocupada por su caballero se acercó a él, sabiendo por su semblante en quien podría pensar.

-buenos días Ikki- se le acercó con respeto

-buenos días Saori- contesto, por un momento hubo un silencio un tanto tenso hasta que preguntó -a qué se debe que hayas salido?- comento despues de unos minutos

-te he notado un poco inquieto últimamente, más de lo normal, queria saber si te encontrabas bien-

Ikki agradecia que su diosa se preocupara por él, siempre lo hizo con los demás caballeros; sin embargo no podía explicar bien lo que le pasaba, hace dias se sentía observado, incluso esperaba un ataque pero nadie estaba alrededor.

El Fenix, sin saber cómo calmarse en ese momento, suspiró un poco derrotado, sacó del bolsillo de su campera de cuero, una cajita; por lo general trataba de no caer a ese vicio pero momentos así lo exasperaba, aquel presentimiento lo enloquecia.

El Fenix, sin saber cómo calmarse en ese momento, suspiró un poco derrotado, sacó del bolsillo de su campera de cuero, una cajita; por lo general trataba de no caer a ese vicio pero momentos así lo exasperaba, aquel presentimiento lo enloquecia

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Saori asombrada por lo que veía, nunca supo que su caballero tenía el vicio del tabaco, pero ahí estaba prendiendo un cigarrillo, muy seguramente para calmar su agitado ser. Y así sucedió, pudo captar que ahora su cosmos estaba un poco más calmo, pero en alerta todavía, fue ahí que ella dudaba en mantener aquel silencio, esconder algo asi a alguien es desgarrador.

-no sabía que fumabas- trato de que su mente se concentre en otra cosa

-hay muchas cosas que no sabes de mi-

Amarte por mil años masDonde viven las historias. Descúbrelo ahora