Estare esperando, deseando a las estrellas

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Hace unos minutos que había salido de la empresa de la fundación Kido, su mente aún nublada por tantos pensamientos negativos, prefirió caminar y perderse entre las calles, antes de llegar a su hogar. En su recorrido notó cómo un niño es golpeado por otros cuatro chicos un poco mas grandes, el pobre no se levantaba del suelo, sin pensarlo fue a su ayuda para detener semejante injusticia.

-que están haciendo- gritó indignada mientras corría para llegar al lugar, pero aquellos niños salieron corriendo sin ninguna explicación, solo gritando qué chico en el suelo que cuando lo vean de nuevo no se salvaría.

Esmeralda se acercó al niño que aun estaba en el suelo 

-oye, niño, puedes levantarte?- se colocó a la altura de aquel jovencito; éste de apoco se levantó con cuidado, totalmente adolorido

-gracias señorita, no se preocupe, estoy bien- quiso irse a paso lente totalmente magullado por aquella paliza, pero ella lo detuvo

-espera un momento- sacó de su bolso una botella de agua y un pañuelo de seda -no es mucho pero déjame aunque sea limpiarte un poco- le sonrió dulcemente

Aquel niño quedó sorprendido por la amabilidad de aquella mujer, quedó cautivado por tan radiante sonrisa, se quedó quieto mientras ella le pasaba aquel pañuelo hermoso y costoso que tuvo que humedecer para limpiarle toda la suciedad de su rostro y parte de sus manos.

-dime pequeño, ¿por que te estaban pegando?- pero él dudo un poco antes de responder

-esos sinverguenzas estaban divirtiéndose maltratando a un gato... yo lo defendí y se los saque de las manos, corrí mientras me perseguían, así que lo escondí y trate de enfrentarlos... pero eran más fuertes que yo, y no pude, soy muy débil-

La joven sonrió con ternura a la historia del niño, mientras guarda la botella en su bolsa y ata aquel pañuelo en el brazo del pequeño, había notado ciertos hematomas y rasguños en esa zona por lo que sin importarle aquel costoso pañuelo prefirió vender al chico.

-no eres débil, eres muy fuerte y sumamente valiente- mientras daba las últimas vueltas y ataba el pañuelo, dejando al niño asombrado por aquellas palabras -haberte enfrentado a ellos a pesar de ser cuatro contra uno, y tratar de salvar a un inocente, no te hace débil, no importa si ellos llegaron a ganarte en el enfrentamiento; cumpliste en salvar a aquella pequeña vida... o acaso te arrepientes?-

-no, nunca me arrepentiría, me siento bien, y seguro el gatito aun sigue escondido-

-bueno- se levantó la rubia -vamos a buscarlo-

A unos metros de ahí, el niño fue corriendo hacia un bote de basura, corrio unas bolsa que estaban a un costado se encontraba una caja, levanto ésta y ahí estaba aquel pequeño gato blanco con un poco de suciedad en su pelo los ojos aun chiquitos y los bigotes un poco quemados, el animalito al verlo saltó desesperado a los brazos de su salvador y maullando de gratitud le pasó la lengua por la mejilla donde tenía unos leves rasguños, mientras el pequeño sonreía feliz por los mimos recibidos de aquel animal

-él también está agradecido- comentó Esmeralda -ven vamos, te acompaño a tu casa-

-bueno... yo no vivo en una casa... sino en un orfanato, pero descuida estoy bien ahi, nos cuidan mucho en especial la nueva encargada-

-aun así insisto en llevarte, que dices?- le tendió la mano con una brillante sonrisa llena de luz, aquel jovencito tomó la mano gentil que esa chica le ofreció, caminando en silencio trato de contemplarla, donde su belleza aun lo aturdía pero más que nada su amabilidad y gentileza, por lo general las personas en especial los mayores lo rechazan por ser huérfano, pero ella no, es mas, admiraba su sonrisa, sus deslumbrantes ojos verdes pero en ellos pudo detectar cierta tristeza.

Amarte por mil años masDonde viven las historias. Descúbrelo ahora