CAPÍTULO 4

2.3K 251 102
                                    

Gisselle me fue a visitar a casa durante los siguientes días.

Le había pedido que no lo hiciera para que no perdiera su tiempo conmigo, pero ella me dijo que no tenía ningún inconveniente. Como vivíamos justo en frente de la otra, podía quedarse hasta tarde sin problema.

Para entonces ya había pasado al menos una semana del incidente y no sabíamos qué más hacer para entretenernos.

Al principio fue muy fácil. Hablamos hasta por los codos, jugamos un par de videojuegos en la consola de Leandro e incluso me ayudó a limpiar la habitación. Pero las actividades se tornaron tan monótonas de repente, que nos terminamos aburriendo.

Esa tarde estábamos viendo en la televisión una de esas películas de Barbie, para ser más específica Las doce princesas bailarinas, porque nos vino en gana recordar buenos momentos. Esa solía ser nuestra cinta favorita cuando éramos niñas, y aunque ya habíamos alcanzado la pubertad, seguíamos disfrutando de ella como la primera vez.

Sin embargo, ya no teníamos nada que comentar al respecto. Así que permanecimos en silencio, mirando el televisor y comiendo las palomitas que mamá nos preparó cuando llegó de trabajar.

Ahí, en mis pensamientos internos, estuvo rondando la idea de sincerarme por fin con Gisselle. Hablarle sin pelos en la lengua.

No me sentía particularmente nerviosa de contarle sobre mis sentimientos hacia Chandler, pero aun así temía lo que fuera a pensar al respecto y por esa razón me lo había guardado tanto tiempo. Un año y tres meses para ser exacta.

Ni siquiera sabía si era el momento indicado, o si yo misma estaba preparada para confesarlo, pero algo dentro de mí me decía que Gisselle debía enterarse primero.

Como fuera, no tenía nada que perder.

Respiré hondo, arrugué la tela de mis pantalones con las manos y me preparé mentalmente para soltar la bomba sin descifrar de dónde adquirí tal valentía.

—Oye, necesito contarte algo —Le dije de repente. En ese momento Barbie y sus hermanas habían presentado su performance tan icónico en el paraíso mágico al que la rueda en el suelo de su habitación las envió en un principio.

Gisselle, masticando un par de palomitas, volteó a verme con los ojos bien abiertos.

—¿Qué es? —preguntó, curiosa. Su tono era tierno y calmado.

—¿Prometes que no te vas a enfadar?

Ella negó con su cabeza para responder.

—Está bien, aquí voy —Suspiré, sin dejar de mirar hacia la televisión de la sala—. Creo que me gusta Chandler.

Añadí ese creo para restarle importancia al asunto. No quería que pensara que me había obsesionado o algo por el estilo.

Sin embargo, Gisselle no respondió nada. Aún no me atrevía a verla, pero ya podía sentir la tensión en el ambiente. Bueno, ¿y yo qué esperaba?

Por un momento me vino la idea de que había cometido el peor error de toda mi vida. Tal vez debí decirlo con más tacto, o simplemente guardarme el secreto para siempre.

Eché a perder una gran amistad, me dije a mí misma.

Durante todo ese año me había preocupado mucho por encubrirlo. Incluso los primeros días me negué rotundamente a aceptar que Chandler me gustaba. Traté de convencerme de que solo se trataba de un cariño normal, como el que siempre le tuve, con la diferencia de que ahora estaba más consciente de nuestra amistad, y de lo mucho que significaba él para mí.

Long Game [Primer borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora