CAPÍTULO 16

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—¡Me aprobaron el intercambio!

Esas eran excelentes noticias. Además, la manera en que Chandler lo anunció todavía le agregó más emoción al momento, tanto que hasta sus propios familiares comenzaron a soltar alaridos de felicidad en medio del parque en que nos encontrábamos paseando a nuestras mascotas.

Chandler se iría a Francia.

Después de acompañar en carne propia todo el proceso de trámites y papeleos —dando apoyo emocional, moral e incluyendo esa petición en mis oraciones todas las noches— no podía esperar menos. Chandler había hecho un montón de esfuerzos y sacrificios para preservar sus buenas calificaciones y logró viajar a París para continuar estudiando su carrera de medicina. Trabajó muy duro por ello.

Cuando llegó al parque con la mochila en sus hombros, unas ojeras ligeramente pronunciadas, el cabello alborotado y una sonrisa gigante dibujada en su rostro para dar las buenas nuevas, un par de lágrimas de alegría recorrieron mis mejillas. El amor de mi vida estaba a tan solo dos semanas de cumplir su sueño más grande.

Alegrarme con Chandler por sus logros era mi pasión.

Traté de ser discreta, pues no quería que se acercarse a consolarme. No lo ameritaba en ese momento.

Durante un buen rato estuvieron conversando sentados sobre el pasto; como los Dumont eran bastante... ¿cómo decirlo? Chismosos, Chandler se vio obligado a contar con lujo de detalle todo lo que había sucedido en la oficina de intercambios de la Universidad. Incluso pudo leer el lenguaje corporal del encargado, y todo eso también lo comentó.

Nos explicó que en un inicio se negaron a aceptar que había hecho todo de manera correcta —al pie de la letra y sin alterar ningún resultado— porque aunque el encargado acababa de llegar a trabajar y solo quería preservar su plaza, no se dio a la tarea de informarse lo suficiente. Así que Chandler tuvo que llamar a dos testigos para dar a conocer que todo el procedimiento había sido legal. Finalmente se disculparon con Chandler y lo felicitaron ahí mismo, diciéndole que dentro de pocos días comenzaría su trámite con el departamento de migración. 

Al cabo de un par de minutos, luego de haber finalizado la conversación, a la Señora Dumont le pareció una grandiosa idea darles la noticia también a mis padres, quienes al enterarse, los invitaron a cenar a mi casa para celebrar. 

Casi me atraganté con el jugo de naranja que estaba bebiendo cuando escuché que la mamá de los Dumont había aceptado. Y entonces comencé a considerar un par de cosas.

Primero, ¿qué rayos hacía yo en un parque con ellos? Bueno, eso tenía una respuesta bastante razonable. Después de tantas súplicas por parte de Gisselle, y promesas vacías de que Chandler no regresaría hasta después de las siete de la noche, acepté. Es decir, el hecho de querer poner distancia con él no incluía al resto de su familia, a quienes amaba con toda mi alma, así que no tenía problema de pasar tiempo con ellos siempre y cuando Chandler no se encontrara presente. De hecho, cuando le vimos caminar desde la lejanía, habiendo estacionado su auto cerca del parque, mi mejor amiga me miró muy sorprendida. Ella no sabía que le habían cancelado la última clase, claramente ninguno de nosotros estaba enterado de esa información, así que no la culpabé en absoluto. Con los labios articuló una disculpa que me provocó reír. Reír para no llorar. Pero fue muy divertido, porque fuera de mi casa, Gisselle parecía muy segura de lo que había dicho para convencerme. 

No tenía sentido molestarme por cosas que no estaban bajo mi control.

Llegamos a casa más rápido de lo que pensaba, a pesar de habernos desviamos a un centro comercial para comprar un panqué de nuez, leche de soya sabor chocolate y un paquete de galletas de vainilla. Intenté escabullirme por las escaleras hasta mi habitación para tranquilizarme un poco, pues mi corazón estaba tan acelerado que sentía que se me saldría del pecho en cualquier momento. Planeaba entrar al baño primero, mirarme un par de segundos al espejo y echarme agua fría en el rostro; después me sentaría en mi cama hasta que las cosas conmigo estuvieran mejor y pudiera exponerme delante de todas las personas en el comedor. El problema fue que cuando mamá me vio entrar por la puerta, me pidió que le ayudara a continuar preparando los alimentos.

Long Game [Primer borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora