CAPÍTULO 22

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Después de las fiestas de Año Nuevo, recibimos una noticia que conmocionó a gran parte de la población de Hopeville. Sacaron la nota por televisión, y la internet estaba bombardeada con artículos respecto al tema. Las redes sociales se hallaban invadidas con publicaciones, videos, imágenes y mensajes de las personas que intentaban informar, así como dar sus más sinceras condolencias a los familiares de las personas que sufrieron aquella gran desgracia.

Hubo un incendio en la Iglesia Everlasting Truth.

Todo sucedió un viernes durante un círculo de estudio bíblico. Dentro la nota que sacaron en la página del gobierno nacional, mencionaron que el presunto culpable era un joven de diecisiete años que llevaba bastante tiempo planeándolo todo. Según las declaraciones del joven, se tomó un par de meses en estudiar los horarios de las distintas actividades, los movimientos que sucedían dentro y fuera del lugar, y los días en que el ambiente se encontraba más vulnerable para saber el momento exacto en que debía realizar su tarea.

Cuando me enteré del incidente, estaba mirando la televisión con Junie en casa porque los técnicos del cable estaban arreglando un problema que los Dumont tenían con el internet, y ella debía hacer un trabajo para su escuela. Yo estaba sobre el sofá más largo del living, buscando con ayuda del control remoto alguna película interesante en el catálogo de nuestra plataforma de streaming. Y Junie estaba acomodada en la mesa del centro, mirando la pantalla de su laptop buscando información sobre las libélulas. Al cabo de un par de minutos el teléfono de mi casa sonó, y escuché la angustiada voz de mi padre indicando que colocara el canal de las noticias para poder escuchar lo que había sucedido la noche anterior.

Definitivamente fue un dolor muy terrible el que sentí al ver a todas esas familias, a quienes tanto yo apreciaba, siendo captadas por las cámaras fuera del lugar que más valorábamos en esta ciudad. Estaban llorando, gritando, clamando para que alguien les permitiera tener acceso a las cenizas y buscar a sus familiares dentro de lo que quedaba de la construcción.

También vi las imágenes de los bomberos y la ambulancia fuera de la Iglesia haciéndose notar, ideando la manera de apagar las llamas y sacar a las personas que, con suerte, todavía quedaran vivas.

Y pronto pensé que debía ser un sueño.

Tenía que estar soñando. No podía asimilar que hubiera personas, a quienes yo tanto apreciaba, pasando por esas circunstancias a causa de un adolescente psicópata. Eran rostros conocidos, los consideraba parte de mi familia. ¿Y cómo no iba a hacerlo? Si con ellos conviví durante una gran parte de mi vida, desde que era una niña y apenas comenzaba a distinguir entre mi derecha y mi izquierda.

Me levanté de golpe al observar las imágenes descritas anteriormente, y comencé a acercarme a la televisión para poder identificar los rostros de los familiares.

Estaba Susy, una chica que hacía muy poco había tenido a su bebé. De hecho lo traía en brazos. Seguramente su marido estaba en el círculo de estudio aquella noche. También vi a Lydia. De ella sabía que acababa de regresar de visitar a sus abuelos en Estados Unidos, y seguramente quien estaba en el círculo aquella noche era su hermano mayor, John. Al otro extremo pude distinguir a Oliver, un amigo muy cercano de Chandler, que intentaba forcejear con los policías para que lo dejaran atravesar las cintas de precaución. Seguramente su mamá estaba aquella noche en el círculo de estudio. La imagen en la televisión cambió repentinamente y en su lugar apareció el video del edificio de la Iglesia en llamas, mientras una voz masculina continuaba explicando información sobre el incidente.

—¿Esa no era Susy? —Junie me preguntó enderezandose sobre el sillón.

Pero yo no pude responder nada. Estaba completamente perdida en la televisión. En shock. Necesitaba que alguien me pellizcara y que me dijera que todo era una ilusión.

Long Game [Primer borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora