Soy profesora del jardín de niños desde hace cuatro años, como todos los trabajos, al principio me fue bastante difícil, pero no estuve sola.
La profesora Blanca era una maestra con más de cuarenta años de experiencia y de sesenta años de edad, fue y es mi supervisora, siendo que para cuidar niños sin importar cuantos seamos realmente nunca sobramos.
Pero luego de varios errores y experiencias que me sirvieron de lecciones me encuentro con la confianza para decir que soy adecuada para el trabajo.
O eso creía.
Cuando el niño de pelo negro y ojos rojos habló acerca de "cortejo" realmente no supe cómo reaccionar.
¿Debería fingir que no lo escuché?
¿O acaso es mejor corregirlo?
¿Tal vez regañarlo?
Aunque dudo que un niño de su edad sepa siquiera la definición de esa palabra. Explicarlo sería bastante tedioso, y por la forma en que su madre reaccionó cuando dijo eso supongo que es la primera vez que actúa de esta manera.
Bueno, viendo esto supongo que sería mejor si fingiera que no escuché nada.
Puse mi mejor sonrisa para responder su saludo "Buenos días Gilt, mucho gusto. Espero que nos llevemos bien"
Me arrodillé para estar a su altura y estar a su mismo nivel, los niños son reticentes y tímidos ante los adultos que utilizan su altura y los miran desde arriba. Extendí mi mano para la saludarlo, y por lo que veo es bastante educado porque me agarró la mano sin problema y ningún atisbo de timidez.
...
......
Ya puedes soltarla ¿sabes?
Y no sé porqué me miras de forma tan apasionada y nostálgica.
...
Esto es algo incómodo.
"Realmente un placer" me dijo cuando por fin se dignó a soltarme.
Que niño tan interesante.
Proseguí despidiendo a su madre que se fue con un rostro pálido.
No quiero juzgar, pero al ver la forma en la que miraba como los otros niños lloraban al ser separados de sus madres, creo que no pudo evitar compararlo con la actitud de su propio bebé que la despedía con una sonrisa pareciendo como si fuera el día más feliz de su vida.
Luego de todo el show tanto los niños como nosotras, las profesoras, nos encontrábamos en el salón, todo era bastante ruidoso, lo típico.
Anuncié a los niños que se sienten donde desearan, fue en ese momento cuando noté a una niña de cabello blanco prístino, piel blanca al punto de ser casi un pálido enfermo y un cuerpo pequeño, incluso comparada a niños de su edad. Cuando la noté mire a la profesora Blanca, la cual solo me sonrió entendiendo mi preocupación.
Los niños a esta edad no saben bien cómo lidiar con alguien distinto a ellos, y por experiencia sabía que esto terminaría con sus compañeros preguntándole cosas.
O incluso, si había niños que entendieran cómo reaccionar a esto, es posible que esa curiosidad los llevara a molestarla.
O peor, podrían no querer ni juntarse con ella.
Me preocupé, especialmente viendo como cuando todos tomaron sus asientos ella terminó estando sola. Las mesas del salón eran redondas, con tres asientos cada uno. La idea era que los niños compartieran sus mesas y así comenzaran a hacer amigos, pero al verla sola, la mesa se me hizo inmensa.
ESTÁS LEYENDO
Reviviscencia: Como no ser pobre en mi segunda vida.
Novela JuvenilGilt era un hombre sencillo, vivió su vida en forma simple. Convencido por películas e historias que algún día encontraría su destino, pero a medida que maduró fue superando todas esas fases, uno tras otros sus sueños fueron convirtiéndose en fantas...