"Y eso es todo por hoy, pueden retirarse. ¡Ah! ¡Pero no olviden que mañana tienen que traer a sus invitados!" ese último aviso hizo que mi corazón se detuviera.
Se supone que mañana teníamos que traer invitados a clases, la señorita Malva ya venía avisando desde hace unas semanas, pero cada vez que reunía el coraje para pedírselo a mamá o papá para que vinieran siempre sucedía algo.
Como hace unos días, iba a pedírselo a mamá, pero justo en ese momento Gilt llegó a casa sin pantalones y completamente mojado, según me contó a la noche a través de la puerta fue porque vio a alguien tirando una bolsa en el lago de la ciudad y pensó haber visto un gato adentro, pero cuando alcanzó la bolsa descubrió que solo había basura adentro, aunque eso no evitó que se quejara de la falta de conciencia de la gente por tirar basura sin considerar el medio ambiente. Juro que a veces era como escuchar a un viejo cuando habla sin parar.
Ahora que lo pienso...nunca explicó porqué no llevaba pantalones.
...
Volviendo al punto, no es que pueda invitar a cualquiera, había cierto criterio que la profesora Malva había pedido para nuestros invitados, por ese motivo, realmente estaba tratando de invitar a mamá o a papá como una forma de evitar pasar vergüenza, pero a quien realmente quería invitar era a el.
A mi hermano.
¡No me mal entiendan! ¡Lo odio! Pero...pero es la persona con quien más hablo.
O más bien, quien más me habla.
Y hoy era mi última oportunidad de pedirle que fuera, pero no pude reunir el coraje, al final después de cenar me encerré en mi pieza y me apoyé por mi puerta abrazando mis piernas como siempre lo hacía, y como siempre, Gilt apareció luego de unos minutos y se sentó del otro lado de la puerta, comenzó a hablarme de su día.
Recuerdo que la primera vez que hizo esto me pareció extraño, aunque siempre había considerado a mi hermano como un raro, sus temas variaban tanto que me confundían, pero nunca fallaba en contarme su día y preguntarme por el mío, y luego de contármelo comenzaba a hablar sobre cualquier otro tema.
La segunda vez que lo hizo me pareció incluso más raro, es decir, creía que estaba loco por poder hablar solo por tanto tiempo.
Para la tercera ya me había acostumbrado.
Para la cuarta ya no me resultaba incómodo.
Y con el tiempo simplemente se volvió un hábito diario de ambos.
Después de un tiempo a esta parte entendí porque lo hacía. Era porque yo no dejaba que se me acercara, y siempre que me dirigía la palabra corría de él, y el motivo me resultó tan tonto que solo quería reírme al pensar en ello.
Era su forma de mimarme.
Lo supe porque una vez cuando escuché que él venía mientras yo estaba en la cocina con mamá me escondí debajo de la mesa para no mirarle la cara. Se sentó y empezó a hablar con mamá como siempre lo hacía, pero luego de un gruñido harto abruptamente cambió su tema de conversación a uno que me resultó realmente incómodo.
Estaba hablando de mí, al principio pensé que diría cosas malas de mi pero lo único que escapaban de sus labios eran quejas.
"Mamááá ¿Qué se supone que haga? ¡Nani se pasa corriendo de mí!"
"¿La necesitas para algo?" mamá le respondió desinteresadamente mientras seguía preparando la cena, pude ver como Gilt se levantaba y se acercaba a ella.
"¿Cómo se supone que la consienta si no deja que me acerque? Cuando veo su carita solo quiero malcriarla hasta que deje de ser funcional, quiero mimarla hasta que babee de tanto amor...Oh ¿comeremos pizza hoy? ¿es esta la salsa?"
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Reviviscencia: Como no ser pobre en mi segunda vida.
Novela JuvenilGilt era un hombre sencillo, vivió su vida en forma simple. Convencido por películas e historias que algún día encontraría su destino, pero a medida que maduró fue superando todas esas fases, uno tras otros sus sueños fueron convirtiéndose en fantas...