Capítulo 14. "Paquete." MARATÓN 2/3

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MARATÓN 2/3!!!

Luego subo la tercera parte, me pongo a escribirla RIGHT NOW ;)

Que lo disfruteis :D

No olvideis que podeis decirme lo que querais también por twitter ;) [@elenapuga ] [@jaceCardovani ]

Esa noche no dormí mucho.

Bueno, más bien nada.

Nada más entrar en la lujosa suite el vacio se multiplicó por mil, la habitación era enorme, demasiado para una sola persona que encima se sentía completamente desprotegida y abandonada.

Las ganas de dar la vuelta y encerrarme en los brazos de Jace para siempre eran abrumadoras, pero luchando contra esos deseos traicioneros me forcé a atravesar el maravilloso hall y entrar en el "saloncito", si se le podía llamar así a la enorme sala con sofás blancos, chimenea y una pantalla que bien podría considerarse un home-cinema.

-Obviamente al saloncito no le podía faltar la mini biblioteca, ¿Hum?- Susurré en su momento, mientras pasaba mi cosquilleante mano por los viejos tomos de la estantería. Seguramente habría alguna primera edición ahí.

No me detuve a comprobarlo, amaba los libros pero en ese momento no deseaba leerme la Ilíada, deseaba un buen trago de algo que me desgarrase la garganta y me hiciese sacar todas las lagrimas encerradas en mi interior, asique me dirigí al fondo de la sala, donde podía ver la nevera de puerta de cristal con todas esas botellas que encerraban sueños en su interior.

-Bendito alcohol.- Dije agarrando la primera botella. No miré el nombre.- Tú me ayudarás con este mal trago.

Fue patético como me esforcé por reírme de mi mal juego de palabras.

La risa resonó tan hueca como mi interior en aquella enorme sala vacía.

Y la noche continuó con el mismo nivel de patetismo.

Me emborraché, lloré , pegue a la almohada imaginando que era Jace... creo que también le di un discurso sobre lo importante que es la confianza en una pareja, aunque no es que fuésemos una pareja... pero bueno, el caso es que volví a romper en lagrimas al darme cuenta de que yo tampoco le había entregado mi total confianza a Jace, yo también había dudado cuando conocí a su secretaría y encima se lo había echado en cara.

Y las lagrimas se convirtieron en más rabia y en más puñetazos a la almohada.

Cuando me desperté a la mañana siguiente en la terraza, en ropa interior, con solo la almohada "Jace" para cubrirme y un dolor de cabeza atronador, solo se me ocurrió qué, después de seguramente haber echado un revolcón con un saco de plumas, lo mejor darme un baño en el súper jacussi.

Casi me ahogo.

Gracias a Dios se quedo en un casi.

Maldito alcohol y malditos chorros traicioneros.

Di vueltas por la sala durante dos horas, puse la televisión, intenté leer, pedí comida, pero nada conseguía sacar a Jace de mi mente.

Quería perdonarle. Diablos, deseaba perdonarle en un nivel que hasta a mi me sorprendía.

Pero Jace lo había tenido muy fácil conmigo y eso no podía seguir así. Yo también sentía y no iba a permitir que nadie me viniese a tratar como él había hecho el día anterior.

Ni un Jefe, ni un novio, ni el padre de mis hijos. Nadie.

Solo yo podía gritarme e insultarme.

Se lo tendría que currar.

Y con esa promesa a mí misma, casi ya traicionada por mi propio cerebro que, sin duda se divertía haciéndome imaginar las miles de maneras que Jace podía utilizar para ganarse mi perdón, me dormí. Por unos minutos.

Jefe, quiero un hijo suyo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora