Capítulo 11, ¿Adiós?

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Tras el incidente no tardaron en regresar a la casa Phantomhive, siendo recibidos por Tanaka, el sirviente que siempre estaba bebiendo té, era tarde por lo que tras una cena preparada por Sebastian a una velocidad impresionante se fueron a dormir, por el cansancio de los viajes Akimi amaneció bastante más tarde de lo que acostumbraba, vistiéndose alertada por haber dormido de más.

Fue a buscar a Ciel a su estudio pero, antes de que llamara para entrar escuchó voces en el interior, el conde y su mayordomo estaban hablando de algo, agudizó el oído, escuchar conversaciones ajenas estaba mal pero no podía evitar sentir curiosidad, además de que no confiaba en ellos, saber de que hablaban a sus espaldas podría ser bueno.

—Asesinatos en Londres, en primera plana, que la reina no le preocupe esto es increíble. —escuchó decir a Ciel.

 —En cuanto a eso, joven amo, la reina envió a su mensajero habitual, quiere que usted tome la decisión de qué hacer con el asesino, después de todo, nadie quiere acabar con él más que los malhechores, sus habituales victimas. —oyó decir a Sebastian que parecía divertido ante este hecho.

Se escabulló como había llegado, no quería que la pillaran allí, cualquier excusa no sería creíble, pensaba ir a investigar en solitario, la última vez que había estado a punto de descubrir algo la pista se había esfumado justo delante de sus ojos, algo frustrante, una lamina de metal no era un gran hallazgo y más cuando aquel asesino parecía saber algo sobre quien quería matarla, sobre el jefe de Jack y su contratista real.

Quizás aquel asesino sabía algo y esta vez no iba a quedarse quieta mientras mataban a su único enlace con la verdad, estuviera loco o no, pensaba hacerle hablar si sabía algo, aunque para ello iba a necesitar algo que más que shurikens, su puntería era buena pero eran armas diseñadas principalmente para pasar desapercibidas y no eran realmente conocidas por su utilidad en combate dado su tamaño y filo.

Así que debía buscar otra arma para defenderse antes de salir, probablemente en algún lugar de la mansión tendrían algún tipo de arsenal, los rifles y lanzallamas tenían que salir de alguna parte, lo primero que debía hacer era encontrarlo, decidió mirar primero en el sótano, parando de vez en cuando a mirar los cuadros, en ocasiones porque le daba la impresión de que la miraban y en cierto modo, para disimular el hecho de que anduviera sola por la mansión.

Finalmente llegó al sótano, cogió una de las lámparas de aceite de la entrada y la encendió, había varios montones de cajas de madera abiertas, se acercó a una de ellas, en su interior había varios rifles y pistolas entre virutas de madera, siguió mirando caja por caja hasta encontrar algo que llamó su atención, una colección de armas traída de Japón, entre ellas había una katana de color negro con dibujos dorados y rojos y su wakizashi, similar a la katana pero menos ornamentado y, como era habitual en tal arma, era más pequeño y por lo tanto más fácil de esconder.

Tras analizarlo, desenvainarlo y finalmente guardárselo estaba segura de que tenía ya todo lo que necesitaba para ir a investigar, excepto el transporte, por lo que había visto, aquella mansión estaba bastante alejada de la capital en la que estaban ocurriendo los asesinatos, no había visto ningún tipo de caballeriza desde que había llegado y si cogía uno de los caballos del carruaje, tras encontrar donde estaban claro, tendrían una razón para ir tras ella.

De todos modos, con el wakizashi atado a su espalda, bajo un abrigo de colores apagados que le habían entregado junto con el resto de su ropa, se acercó a la puerta principal, quizás debería despedirse pero no estaba segura de cómo iban a reaccionar sus anfitriones, consiguió abrir la enorme puerta de la mansión sin hacer mucho ruido, de lo que no se dio cuenta era de que Sebastian la observaba curioso desde no muy lejos pero no parecía querer detenerla.

Ninjas y demonios en Londres (Kuroshitsuji fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora