CAPÍTULO 8

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Estaba sentada en mi escritorio con mi ordenador al frente, intentando encontrar sentido a lo que los datos que la misma me arrojaban. Era confuso, indicaban que era desde las profundidades, algo había en lo profundo que creaba dichas corrientes de agua tan peligrosas. Necesitaba tener más información antes de mostrar esto a mi supervisor pero no soy buzo así que no tenía idea de cómo lo haría.

Un toque en mi hombro me hizo sobresaltar. En el cubículo junto a mí había una chica latina llamada Miranda, la cual era muy parlanchina pero no había convivido con ella nunca, por lo tanto me sorprendió que me llamara.

- Hola.- Le sonreí amistosamente sin mostrar mis dientes y ella me lo devolvió.- Mis amigas de administración no vinieron y no quiero comer sola ¿Quieres acompañarme?- La miré un momento pero luego asentí.

La verdad, en la semana que tenía en este lugar había estado comiendo sola así que supongo que estar acompañada de alguien, que no sean los cuatro titanes invasores, sonaba muy bien.

Tomé mi bolso y me puse de pie, para mi sorpresa, Miranda se puso de pie a mi lado y entrelazó su brazo con el mío iniciando nuestro camino hacia lo que supongo que es la salida del conservatorio.

- ¿Cómo te llamas?- Preguntó haciéndonos cruzar hacia la derecha al salir del edificio, supongo que nos dirigíamos a la cafetería de la esquina.

- Amelié.- Contesté tratando de pronunciar lo mejor posible. Aunque si de pronunciaciones hablamos, esta chica pronunciaba el inglés exactamente que Sofía Vergara, era increíble lo difícil que me era entenderla tomando en cuenta que apenas podía comprender a las personas que sí lo pronunciaban bien pero muy rápido.- Tú eres Miranda.

- ¡Me conoces!- Exclamó ella sobresaltándome.- Yo también sabía como te llamabas, solo no quería sonar muy acosadora.- Reí entre dientes sin poder evitarlo.- Es bueno saber que también pones atención, pensé que eras de esas chicas que cuando iban a la secundaria planeaban matar a sus compañeros y esas cosas.- Reí aún más, realmente era muy divertida.

- Solo pongo atención a mi alrededor.- Dije sin importarme mi pronunciación, la verdad, entre tanto y tanto, la mía era excelente a comparación de la suya.

- ¡Uh! una chica atenta, me gusta, me gusta.- Dijo para luego soltar una risilla.- ¿Y de qué universidad vienes?

- De la Ohio.- Respondí para luego ingresar al lugar, seguida de ella.- ¿Y tú?

- De la Country Lakes.- Asentí sin tener idea de donde era.- Tranquila, ni siquiera mi santa madre sabe donde queda.- Reí asintiendo mientras tomaba asiento en una de las mesas.

La comida pasó muy divertida, la verdad tenía razón, era muy parlanchina, pero también muy amable. Al parecer llegó hace poco al país por una beca que recibió para la universidad, vive sola aunque le pide a su mamá que la visite siempre que puede. Con ella a mi lado hablándome de cualquier tontería, el horario terminó y ya era hora de volver a casa.

Se ofreció a llevarme y acepté con gusto; durante todo el camino a casa cantamos lo que sea que sonara en la radio, y ella gritó cosas obscenas en español a todo el hombre musculoso que viera sin camisa por ahí.

Al llegar a casa, le advertí que tenía cuatro gorillas escandalosos en mi casa, de los cuales uno era mi hermano, y que debía ser cuidadosa, a lo que ella asintió.

Cuando abrí la puerta el olor a quemado inundó mis fosas nasales haciéndome suspirar.

- ¡Muchachos, ya llegué!- Exclamé viendo a los cuatro cuerpos salir de la cocina con una enrome sonrisa.

- ¡Te estamos preparando la cena por trabajar tan duro!- Exclamó Donovan para luego ver detrás de mí y borrar la sonrisa y fruncir el ceño.- ¿Porqué Turbo sí puede traer chicas y nosotros no?

- Yo no voy a cogérmelas haciendo ruido que no deja dormir ni a los pájaros.- Contesté dejando mi bolso en el sofá escuchando la risa de Miranda tras de mí.

- ¿Entonces yo si puedo?- Levanté una ceja mirando al dueño de dichas palabras, provocando que Walter se encogiera de hombros.

- Chicos, ¿Qué están quemando?- Pregunté cuando el olor fue más evidente.

- No estamos quemando nada, es comida gourmet.- Fruncí el ceño y corrí a la cocina.

Sorpresa para mí cuando una lata de frijoles estaba puesta sobre la cocina, la lata estaba roja a punto de explotar así que la apagué con toda la velocidad en mí. 

- ¡Oye! Aún no estaba listo.- Exclamó mi hermano.

- ¿Acaso quieres que explotemos la casa al primer mes?- Pregunté con una mano en el pecho.- Así no se calienta la comida de lata.

- Mi abuela decía que la comida de lata hacía que el pene no se parara.- Dijo con distracción Miranda provocando que los chicos arrugaran la cara de una expresión de horror, reímos ante eso.

- Pidamos pizza, chicos.- Dije y con ayuda de un trapo dejé la lata en el patio trasero para que se enfriara. Sentía el caminar de Miranda tras de mí.

- El pelirrojo es tu hermano ¿Cierto?- Asentí mientras la dejaba en el piso.- ¿Puedo ser tu cuñada? Te prometo que tus sobrinos no sacarán su inteligencia.

Reí fuertemente tratando de borrar esa imagen de mi cabeza mientras la golpeaba en el hombro.

- Es todo tuyo.- Dije ingresando a la casa.

Cuando entré a la casa todos los chicos estaban sentados en el sofá, Miranda se despidió de ellos guiñando el ojo a mi hermano y salió prometiendo que me traería a casa a partir de ahora, obviamente es la excusa perfecta para seguir coqueteando con mi hermano.

Cuando Miranda salió los chicos me miraron con una sonrisa.

- ¿Pidieron la pizza?- Asintieron todos al mismo tiempo dándome a entender que algo tramaban.- Bien, ¿Qué hicieron?- Me senté en el piso frente a todos ellos.

- Ya compramos el refrigerador.- Asentí satisfecha hacia la información de Dallas.

- Te va a encantar.- Agregó Wendell.

- Tiene música incluida.- Fruncí el ceño ante las palabras de Walter.

- Esperen... ¿Música?- Pregunté con el ceño fruncido.

- Sip.- Contestó como si nada Donovan.- Y es muy femenino.- Enarqué una ceja.

- Quiero ver una foto.

Cuando Wendell me tendió el teléfono, mis ojos casi se derriten.

Era mucho rosa para mí.

Un tonto refrigerador con la cara de Hello Kitty por todos, completamente rosa y al precio de 100$.

Lo compraron porque era barato, lo sé.

- Apenas lo abras, la canción de Hello Kitty sonará y todos tus problemas desapareceran.- Me levanté tras escuchar eso y solté mi cabello, el cual yacía en una coleta que comenzaba a torturar mi cabeza.

- Desearía que los desapareciera a ustedes.

- ¡Oye!- Exclamaron ofendidos, sonreí con cansancio y besé la frente de cada uno de manera maternal. Ninguno se quejó, parecía que les gustó.

Ingresé a mi habitación para tomar una ducha y comer en paz. Estaba agotada, y sé que era por las pastillas.

No soportaba tomarlas mucho tiempo, la sensación de cansancio era abrumadora. Espero poder resistir un poco más.

Emma en multimedia.

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