CAPITULO 13

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               Una vez que me ubiqué no me fue muy complicado llegar hasta el lugar. Era una casa muy ampliada, donde vivía muchísima gente. La píldora amarilla no me había hecho ni cosquillas. Abrí la botella de vodka y le pegué un trago, y mientras iba pensando donde iba a pasar la noche extrañé a Mika por primera vez desde que me arrojó el zapato por la escalera.
            Mika, Jare, mi hijo. ¿Que había hecho para merecer tanta indiferencia y abandono?
            Había un anciano de pie en la puerta. Tras verme con la guitarra sonrió.
            - Usted debe ser…
            - ¿Quien soy yo supuestamente?- Pregunté, más que paranoico.
            El anciano sonrió.
            - ¿Usted es el músico callejero verdad?
            - Si- Respondí.
            - Pase, pase. Piso 1, habitación 103.
            - Muchas gracias.
            - Páselo bien.
            ¿Por qué me habrá dicho paselo bien?
            O sea era terrible. Una vez que ingresé consideré una real hipótesis de por qué había tanta gente en las calles en tiempos de confinamiento  porque el aire del edificio era irrespirable. Las paredes húmedas y manchadas de musgo eran algo absolutamente deprimente y gracias a una habitación que tenía la puerta abierta pude apreciar las reales consecuencias de aquella extrema pobreza, que albergaba un nivel de hacinamiento impresionante, con hasta tres o cuatro colchones en el suelo, con seis o siete personas mirándome con unos ojos más  que resentidos por culpa de sentirse observados. La suciedad de nuestra pieza con Mika era una mierda al lado de eso. Yo me consideraba una persona pobre pero todo eso era otro nivel.
              Suerte tuve de no haber subido las escaleras y pensando en eso golpee la puerta.
           - ¿Si?- Oí que preguntó una voz femenina, algo familiar.
           - Me mandaron hasta acá- Respondí.
           - ¿Quien te mandó?
           - No lo sé.
           - La verdad es que yo pedí que te trajeran.
           Se abrió la puerta. Era Sus. Vestía jeans y una polera escotadísima. Al parecer no llevaba sostén y tal como me había dicho Mika, era imposible no mirar esas redondeces. Me hizo ingresar rápidamente.
           - Hola- Me dijo- Se qué cuentas con muy poco tiempo, así es que métete de inmediato a la ducha.
            Intenté salir de ahí pero Sus me atajó.
           - Tranquilo- Dijo Sus- Esto es confidencial. Mika no tiene idea que estás acá.
           - Tengo que irme- Respondí.
           Sus encendió un cigarro y me extendió uno.
           - No fumo- Mentí.
           - No seas mal agradecido, Mak. ¿Dónde crees que vas a pasar la noche? Mika ya me contó que te echó de la casa. Quédate tranquilo de todos modos. No va a pasar nada que no quieras que pase.
             Eché un vistazo a la habitación; Dos camas, un clóset y una cocinilla.
           - Métete a la ducha, Mak. Mientras tanto voy a prepararme.
           - ¿Prepararte para qué?
           - Asunto mío, Mak. No todo el mundo gira en torno a ti. Yo no soy Mika. Que no se te olvide.
              No había mucho que hacer, por lo que obedecí. El cuarto de baño era muy estrecho y húmedo y entre el piso y la ducha no había ningún relieve, por lo tanto no era de extrañar que la habitación se llenara de esa agua caliente que caía por mi cuerpo.
            - Permiso- Dijo Sus, sin golpear.
              Corrí la cortina de la ducha lo más rápido que pude.
            - ¿No te enseñaron a golpear la puerta?- Pregunté, bastante malhumorado.
            - Tranquilo- Dijo Sus- Solo vengo a dejarte ropa limpia y una toalla.
            - No es necesario- Alcancé a responder antes de que la puerta se cerrara.
              Recordé que Mika me había dicho que Sus iba a hacer lo posible por seducirme cuando de pronto veo que tengo una erección enorme. ¿Como podían suceder esas cosas así de la nada? Me hallaba realmente en un callejón sin salida, sintiendome víctima de la peor trampa que podía existirr en ese momento.
            - ¿Estás listo? - Preguntó Sus- El agua caliente dura solo tres minutos.
              Un horrible chorro de agua fría cayó por mi cuerpo en ese momento. Intenté cerrar la llave pero fue peor; caía más y más agua y Sus entró abruptamente.
            - ¡Guau!- Dijo- ¿Que es eso?
            - Mira a otra parte, por favor- Respondí tapándome, muy avergonzado.
            - Cuando dejes de mirarme las tetas- Dijo riéndose.
             Sin responder nada más tomé la ropa que estaba más que mojada y salí de ahí rápidamente. Me metí a una de las camas y tras taparme revisé el estuche de la guitarra; Tanto los pantalones como los calzoncillos estaban sucios. Mika no tenía lavadora.
            - Se mojó todo- Dijo Sus- Incluso la ropa que te pasé.
            - ¿Que puedo hacer ahora?
            - Esperarme, supongo. Voy a ver si te consigo algo por ahí.
              Sus salió y la erección seguía firme. Por ningún motivo iba a caer en la trampa y decidí masturbarme. Prefería botar toda esa mierda en el suelo antes que en el interior de Sus, quien se demoraba. Traté de imaginarme que Mika me la estaba chupando pero no, era imposible competir contra su lengua y su boca. Aceleré el ritmo y estaba desesperado por correrme. No, no había caso.
              ¿Que había hecho yo para meterme en esa clase de problemas?
              Jugué un rato más y no pude. Lo peor de todo es que no me sentía caliente. Sus regresaba.
             - Ponte esto- Me dijo, pasándome un buzo negro.
             Intenté vestirme debajo de las frazadas y cuando me puse de pie mi bulto se veía muy marcado, ya que el pantalón me quedaba apretado. Algo de verga erecta sobresalía hacia arriba. Sus me miraba chupándose un dedo.
              - ¿Qué pasó?- Me preguntó.
              - No sé qué mierda. Perdón.
             En eso suena mi celular. Deseaba con todas mis fuerzas que no fuese Jare o Mika. Casi me alegré cuando veo que quien llamaba era Javo.
              - ¿Cómo va ese winner?- Me preguntó- Creo que aquella primera misión fue un éxito rotundo. Felicitaciones.
              Respiré profundamente antes de preguntar.
              - Javo.
              - Dígame, querido winner.
              - ¿Te puedo hacer una pregunta?
              - La que usted quiera, winner.
              - ¿Cuales son los efectos secundarios de la píldora amarilla?
              Hubo un silencio. Tras escuchar mi pregunta, Sus cambió por completo su expresión. Comenzó a hurgetear por unos cajones y luego se metió al baño. No vi lo que llevaba.
               - Eso no te lo puedo responder, querido amigo. Solo importan los efectos primarios.
               - ¿Y cuáles son efectos primarios?
               - A veces doce horas, otros dieciocho, a veces veinticuatro. Todo depende de tu organismo. No sé si me explico, winner.
               - Obvio que no te explicas.
               - Da igual, winner, da igual. ¿Cumpliste mi encargo?
               - ¿Cual encargo?
                  Sus salía del baño con un vestido cortísimo ultra escotado. Encendió algo que no alcancé a ver y salió olor a marihuana.
               - Te tengo que colgar, winner.
               - ¿Por qué ahora? Siempre tienes tiempo para hablar.
               - Me decepcionas, winner.
               - ¿Por qué?
               - Mañana hablamos. Caks te envía un recado.
               - ¿Cuál recado?
               - Dice que eres un inútil. Buenas noches, winner. Descansa.
                 No comprendía nada.
               - ¿Que ocurre?- Me preguntó Sus.
               - No tengo idea, respondí.
                 Me sentía ridículo ahí con la erección. Sus se echó al lado mío, sobre la tapa. Cruzó sus piernas, que se veían bastante más pasables en esa posición en comparación a cuando estaba de pie. Golpearon la puerta y ella se levantó de un salto. Alcancé a fijarme que no llevaba ropa interior.
               - Bah- Dijo- No era nadie. ¿Quién habrá golpeado?
                 Nos quedamos mirando hacia la misma dirección y vimos un sobre. Sus se levantó a recogerlo.
               - Es para ti- Dijo.
                 Abrí la nota. Era de Roniv.
                
                 "Misión de hoy suspendida. Comenzaron a sospechar mucho de nosotros. Andate con cuidado. Tienes que hacer que Javo te acompañe haciendo música de aquí al viernes. Mientras tanto disfruta a esa puta que decidimos regalarte. Cariños. Roniv, integrante de la policía de inteligencia".

                 Tomé el sobre y lo rompí. Lo eché en el estuche de la guitarra. La erección seguía ahí y Sus se acostó cómodamente al lado mío.
                - ¿Que vas a hacer con eso?- Me preguntó.
                - ¿Con qué?
                - Con eso que tienes ahí.
                 Miré mi cosa ahí, escondida en las frazadas.
                - No lo sé- Respondí, bastante angustiado- ¿En serio no hay problema que me quedé a dormir aquí?
                - Eso depende- Dijo- Fuiste bastante desagradable conmigo en la mañana.
                - Lo sé, perdóname.
                Sus me abrazó. Era demasiado baja. Con la rodilla me pasó a llevar mi erección a propósito, horriblemente intacta.
                - Tendrás que dormir conmigo sí.
                - ¿Y quien duerme en la otra cama?
                - Penz.
                - ¿Y donde está ella ahora?
                - Está afuera, protestando. ¿Mika te contó lo que hace Penz?
                - ¿Qué es lo que hace Penz?
                - Se la chupa a los encapuchados allá afuera, a los que arman las fogatas. Según ella hay que recompensarlos por defendernos.
                - ¿Gratis?
                - Obvio que gratis. Penz es del pueblo y siente que ellos, quienes nos protegen de la represión policial, se lo merecen. Antes se acostaba con ellos, pero como ahora son muchos más, solo se las chupa.
                - ¿A todos?
                - A todos.
                  Recordé que tenía la botella de vodka y eché un buen trago. Tal vez emborrachándome la erección desaparecería. Sus me ofreció marihuana y la acepté. Le dí de mi Vodka y bebió bastante más que yo.
                - ¿Que opinas de lo que hace Penz?
                - No lo sé. Igual es raro. ¿Tu no lo harías?
                - La verdad es que no. No puedo hacerle nada a un hombre que no me gusta si no me pagan. En cambio Penz es distinta, es más justiciera.
                  Pensé en Jare y en mi hijo y me deprimí. Recordé la escena de la tarde con Mika y me deprimí aún más. Volví a darle al vodka y Sus volvió a beber más que yo. Al cabo de poco rato quedaba apenas la cuarta parte de la botella.
                - En fin- Dije- El mundo es una mierda.
                  Sus se sentó sobre mi verga bajo las frazadas e intentó besarme. La rechacé rotundamente.
                 - Perdóname Sus. No puedo.
                 Sus levantó las sábanas y dejó al descubierto mi erección, aún imponente. Parecía no escucharme. Me quedó mirando un buen rato.
                 - Es linda tu verga. ¿Te lo habían dicho?
                 - No sé qué tiene de linda.
                 - Es recta. Además que para ser tan delgado tienes muy buen tamaño. ¿Puedo?
                 - ¿Poder qué?
                 Sin más preámbulos, Sus comenzó a menearmela. Luego se escupió la mano y prosiguió.
                 - No hagas eso- Dije.
                 - ¿Por qué? ¿Te da asco?
                 - No es eso. Es que Mika…
                 - ¿Que te dijo Mika? ¿Que yo tenía los mismos gustos que ella? ¿Eso?
                 - Algo así.
                 - Pero hay algo que yo tengo y Mika no.
                 - ¿Y que se supone que es eso?
                 - ¿Acaso no lo sabes?
                 Sus levantó los brazos y se sacó el vestido. Ahí estaban sus redondeces, mirándome directamente a los ojos. Al ser tan baja me imaginé que tenía las tetas caídas pero era todo lo contrario; eran perfectas.
                 - ¿Acaso no se te ocurre que Mika puede estar ganando un montón de dinero en este momento mientras tú estás aquí deprimido pensando en ella?
                 Intenté acostarme, mirando al rincón. Sus insistía. Se puso detrás mío y me sacó la polera y de pura debilidad dejé que me tocara. Me masturbaba con la mano izquierda mientras me besaba el cuello.
                - ¿No te gustaría aliviar esa cosa?
                - Es lo que más quiero.
                - Yo podría hacer algo mejor que tocarte. Estás con la persona indicada.
                Me imaginé a Mika siendo penetrada por miles de hombres mientras Sus seguía en lo suyo.
                - Te apuesto que te la chupo mucho mejor que Mika- Insistió Sus.
                Hasta hace muy poco tiempo solía orgullecerme de mis progresos en lo que consistía divorciar los deseos de las decisiones.
                - Hay solo dos problemas- Dijo Sus.
                - ¿Cuales son esos problemas?
                - No me la vas a poder meter porque tengo problemas femeninos, ese es uno.
                - Ya. ¿Y cual viene a ser el otro?
                - Aquí duerme Penz. Te equivocaste.
                Ella fue la primera en cambiarse de cama y yo la seguí.
                - Siéntate ahí- Ordenó.
                Tras obedecer, Sus me tomó la verga y se arrodilló en el suelo. Tras juguetear un poco más y luego de examinarla se la echó a la boca.
                

A lo perro en cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora