CAPITULO 14

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                   Sus trabajó poco rato y daba unas enormes muestras de estar ocultando su cansancio. Era insistente con el tema y lo hacía con entusiasmo, pese a que le faltaba técnica. No movía la lengua, solo la cabeza, así como si su garganta desease ser penetrada sin mucho esfuerzo por parte de ella. Jamás me gustó eso de que intentarán llevárselo a la garganta.
                - Calma- Le dije- No es necesario. Si quieres lo dejamos aquí.
                - Que raro. Por lo general hago acabar a los hombres rápidamente.
                - Tienes razón. El problema soy yo.
                ¿Que haría Mika con esa erección? maravillas, pensé, mientras volvía a imaginarme que miles de hombres se estaban turnando para penetrarla. Sus pasó su lengua por mi glande, torpe y circularmente.
                - O tal vez soy yo- Dijo Sus-  Mika ya me dijo que te gustaba que te lo chuparan lento.
                - ¿Por qué te cuenta Mika esas cosas?- Pregunté extrañado.
                - Mika me cuenta todo. Soy su mejor amiga. Te podría contar muchas cosas más.
                - ¿Sí? ¿Como cuáles?
                Mientras hablaba, Sus sostenía mi pene, aún ni cerca de querer disparar, pese a lo que fuese. Casi me estaba doliendo.
                - No te quiero contar todo, perdería la magia. Lo único que sé es que ella no tiene lo que tengo yo.
                - ¿A que te refieres?
                - No me gusta que pienses que soy mala en esto, se lo que estás pensando.
                 Acto seguido, Sus puso mi pene entre sus tetas. Era mucho más lo que presumía que el placer que proporcionaba.
                  También reconocía que yo no ponía mucho de mi parte.
                - ¿Te han hecho algo como esto alguna vez? No creo que Mika haya intentado hacerte esto.
                 La risa de Sus era horrible cuando precedía de mencionar a Mika, con quién parecía tener una especie de obsesión.
                - No sé qué decir- Respondí.
                Nuevamente se la echó a la boca moviendo nada más que la cabeza a traves de movimientos lentos. A veces me pasaba a llevar con los dientes y me hacía un poco de daño.
                 De todos modos reconocida que yo era el culpable, puesto que faltaban los besos, cuya ausencia impedía que llegara a excitarme realmente. Además que Sus no me gustaba.
                 Luego volvió con sus bruscas técnicas, las cuales me tenían más que fastidiado. Decidí rendirme.
                 - Buenas noches- Dije.
                 La erección seguía ahí. Era terrible. Sus encendió un cigarro y quedó ahí, desnuda en la cama. No tenía ningunas intenciones de apagar las luces o de clausurar definitivamente aquel penoso espectáculo.
                 - ¿Que va a pasar?- Me preguntó.
                 - ¿Con qué?- Le dije.
                 - Tengo un problema. La verdad es que no se mentir. Cuando Mika me cuente esas maravillas que tanto hablaba de ti, va a ser inevitable decirle que de ti no me llevo nada más que un penoso recuerdo.
                 Sus se puso de pie y busco su vestido. Desde mi posición noté como quería ocultar sus estrías. Me dio lo mismo. Se echó al lado mío, nuevamente a la altura de mi erección. Seguía hablando. No me gustaba cuando hablaba.
                 - ¿Que vas a hacer, Mak?
                 Volví a imaginarme a Mika siendo penetrada por miles de hombres. Dije:
                 - Podríamos intentarlo de otro modo- Respondí.
                 - Ahí me gusta- Dijo Sus, soltándose los tirantes del vestido- Me encanta cuando los hombres toman la iniciativa. Eso es lo que tanto Mika reclama de ti.
                 De pronto me hastie. Solo pensar en que no iba a poder dormir me despertó bastante, por lo que me puse de pie y puse mi aparato en la cara de Sus, quien lo intentó por enésima vez. Recordé que había estado hablando mal de Mika poco rato atrás  y me dio rabia, tan así que sin más ceremonia la tomé del pelo y se la enterré en la boca con todas mis fuerzas. Tarde bastante poco en acelerar el ritmo y me concentre mucho en que aquello se prolongara lo menos posible, sin escatimar en lo que podían ser las consecuencias. La voz de Sus hablando mal de Mika me resonaba en mi cerebro y comenzé a obrar cada vez con más y más brutalidad. Ella no hacía ningún esfuerzo en salirse y sudaba bastante, y cada vez que pensaba en sacarla de ahí, más me entusiasmaba con aquella especie de venganza. Hubo un momento en el cual capté que el problema no se iba a solucionar así y me esforze mucho más en acabar. Sus emitió un sonido algo extraño y tras enterrarsela en la garganta unas cuantas veces más con mis últimas dosis de perseverancia decidi sacarsela. Su boca abierta exponía un montón de fluidos orales.
                - ¿Por que paraste?- Me preguntó, intentando ocultar su agitación.
                - Debes estar cansada.
.               Sus insistió y traté de ser lo más violento que pude pero no me resultó; sin duda algo no estaba funcionando.
                - Me rindo- Dije.
                Ella seguía lamiendo. Luego dejó sus pechos al descubierto. Extendió sus manos al velador y tomó un tubo de vaselina.
                - Está es el último recurso- Dijo.
                Miré su culo. Pese a que no me agradaba lo suficiente, aún hubiese estado dispuesto a hacerlo si hubiese tenido un preservativo. Seguramente ella tenía pero no me atreví a pedírselo.
                Tal vez Sus no consideró aquella posibilidad porque tras envolver mi pene con vaselina lo puso en sus pechos. Luego comenzó a moverse, hacia abajo y hacia arriba. Aquello hizo que mis expectativas de placer mejorarán y así fue en parte. Pasó un buen rato en eso y la noche avanzaba cada vez más lentamente.
                 - No sé qué pasa- Decía Sus- De verdad no se que pasa.
                 Se echó a un lado y comenzó a llorar. Me dio bastante pena y la abracé por detrás. Puse mi verga en su zona y cuando estaba a punto de entrar ella me la sacó.
                 - Eso está prohibido- Dijo- Hay mucha sangre ahí.
                 Me pregunté por qué no llevaba toallas higiénicas y no quise manifestar mi duda en voz alta. En eso Sus se volvió como loca y volvió a la carga con todas sus fuerzas.
                 Yo la ayudaba. Estando acostado era mucho más fácil hacer presión y eso hice, y cuando me cansaba, era ella quien tomaba el mando haciendo un esfuerzo máximo en que aquello se prolongara. Como yo ya sabía que no iba a correrme  me puse a pensar en otras cosas, como por ejemplo en donde iba a pasar la noche al día siguiente. Después de aquello no iba a poder volver donde Mika, seguramente Sus le iba a contar aquella triste aventura. También hubo espacio para Javo, quien me había pedido relatos eróticos. Pensé en escribir una novela sobre un tipo que tenía una erección hace horas y que no se iba a poder correr, por más esfuerzo que hiciera, por más que en ese preciso momento hiciese una especie de fusión entre lo que era tomarle la cabeza y enterrarsela con todas sus fuerzas y en las intenciones de ella, que consistía en intentar tragársela. Los ojos de Sus cada vez reaccionaban menos e hice un último acto de brutalidad que duró varías sacudidas más. Luego se salió, débil y abruptamente
             - Perdón- Dijo.
             - Acto seguido vomitó. Alcance a moverme para que no me cayera de aquel espeso fluido verde, que no paraba de caer sobre la cama.
             - Sus- Dije.
             - No me siento bien- Dijo.
             - Ponte de pie para retirar la frazada- Le dije.
               Sentí mucha culpa por verla mareada y se afirmó apenas. Una vez que saqué el cobertor e intenté acostarla volvió a vomitar sobre la colcha. Lamentablemente no se podía hacer nada; la cama había quedado absolutamente inutilizable.
             - Sus- Dije.
              No reaccionó más. Parecía muerta pero aún respiraba. Una fétida mezcla de humedad con los aromas del sexo y el alcohol se fusionaban con el vómito.
              La tomé en brazos y la deposité sobre la cama de Penz, en la parte que daba a la pared. Luego encontré la mitad de la colilla de marihuana que quedaba y la encendí. Me sentí mejor, pese a que la erección no estaba ni cerca de desaparecer.
              Luego apagué las luces y me eché al lado de ella.

A lo perro en cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora