CAPITULO 16

3.4K 24 0
                                    

           Por la mañana desperté por el sonido del teléfono. No era factible dejarlo así en un espacio que no me pertenecía y casi tiritando me levanté a contestarlo pese a que de buena gana me hubiese quedado durmiendo un rato más.
            - Mak- Dijo Jare- ¿Cómo estás?
            De golpe recordé todo lo ocurrido la tarde anterior y sentí una especie de rencor que intenté disimular. Todo sea por mi hijo, pensé.
            - Aquí- Respondí- ¿Y tú?
            - Me llamó la señora de la casa. Dice que vengas a hablar urgentemente con ella.
            - ¿Sobre qué?- Pregunté- Supuestamente quedó todo muy claro.
            - Yo igual quedé extrañada. Dice que te debe una disculpa.
              Miré a Penz y a Sus, demasiado ocupadas en dormir demasiado juntas como para oírme a mí o al ladrido de los perros. Mientras con una mano sostenía el teléfono con la otra ordenaba mis cosas. La ropa mojada estaba en una bolsa negra y la eché a la funda de la guitarra.
            - Bueno- Respondí- Es ilegal desalojar a la gente en tiempos de pandemia. ¿No te parece?
            - No se, Mak, no lo sé. Oye.
            - ¿Qué?
            - ¿De dónde estás sacando tanta plata? Ayer me mandaste cincuenta, ahora le pagaste a la señora. ¿En qué andas metido?
              Pensé en Javo y en sus intervenciones. Ya no me sorprendía pero me daba miedo estar consciente que cada vez la vida era menos normal, menos sana. De todos modos no estaba metido en ninguno de esos asuntos turbios que se paseaban a diestra y siniestra por mí cabeza.
            - Gané un concurso- Mentí- No había querido contarte.   
            - ¿Concurso de qué?
            - Un concurso literario. Preferí gastarme la plata en pagar mis deudas antes que en otra cosa.
            - ¿Y te queda más plata?
            - No he sacado cuentas. Solo me he dedicado a pagar.
            - Bueno, acá me cuentas. Tengo que salir por obligación en la tarde así es que necesito que te quedes con Santi.
               Casi salto de felicidad y parecía un niño con regalo caro en navidad. Al fin iba a poder ver a mi hijo. Era lo único que me importaba. Al diablo Mika, Jare, Penz, Sus y el mismísimo Javo. Al diablo el mismísimo diablo.
                Dejé una nota a mano dando las gracias por los servicios prestados y salí casi corriendo a la calle tras ponerme el tapabocas. Años que no me sentía tan feliz. Caminé hasta la esquina y descubrí que jamás salí de la ciudad, solo que estaba en una parte que no conocía. Vi un carro de hot dogs y pedí un café bien caliente, y mientras lo bebía a sorbos lentos apareció Javo de no se donde.
               - ¡Winner!- Dijo- ¡Que alegría verte! ¿Me vas a creer que en este preciso momento iba a llamarte por teléfono? ¿Te das cuenta de lo que es una perfecta teoría de las casualidades?
                 No sabía muy bien que decir, por lo que opté por ser sincero.
               - ¿Podemos hablar después? Ya sé que estoy metido hasta el cuello en un rollo bien feo contigo y estoy consciente que no va a ser fácil salir, pero ahora…
               - Muy bien, winner, muy bien- Me interrumpió Javo, encendiendo un cigarro.- Me alegra que estés tan consciente que de esto no va a ser fácil salir. Supongo que estás al tanto de todo lo que estoy haciendo por ti.
                - Lo sé. Tampoco sé si darte las gracias o qué.
                 Venía un bus; recorrido muy conocido. Estaba mucho más cerca de lo que creí. Iba a subirme pero Javo me atajó de un brazo.
                - Quieto ahí, winner- Dijo- Falta lo más importante.
                - Nada es más importante para mí en estos momentos que ir a ver a mi hijo.
                - Olvídalo winner- Dijo Javo, apretándome el brazo sin mucha fuerza- Al menos por el momento.
                Intenté zafarme pero no pude; el más de metro noventa de Javo pudo mucho más que yo casi sin hacer esfuerzo.
                Ni modo, pensé. Estaba alimentandome bastante mal últimamente y no tenía muchas fuerzas. Nunca fui forzudo en realidad, salvo para hacer el amor con Mika.
                Me resigné a que las cosas eran demasiado maravillosas como para creer que iba a ser un día bueno.
                - ¿Que tengo que hacer?- Pregunté.
                - Primero que todo debes acompañarme a mi oficina. Tengo que mostrarte algo que te va a encantar.
                Caminamos hasta un Jeep amarillo que no le conocía. Nos subimos. Encendió la pantalla que había al lado del manubrio y con la ayuda de un pequeño control remoto reprodujo un vídeo pornográfico con el estéreo a todo volumen.
                - Mírala- Dijo Javo- ¿Que te parece ella?
                Encendí un cigarro. El café se había enfriado definitivamente y me lo bebí de un solo trago. Me daba vergüenza estar ahí porque la gente se detenía a escuchar el ruido, más molesta que sorprendida.
                - Supongo que no vinimos a ver películas porno- Dije, sin mirar nada- Háblame claro y firme, Dime qué mierda tengo que hacer para pagarte.
                 Javo seguía atento a la pantalla. Un tipo bastante dotado le daba por atrás a una voluptuosa tipa vestida de enfermera, cuyas manos estaban apoyadas en una camilla. Eran los típicos actores porno con cuerpos y atributos perfectos y aquello no me excitaba en lo más mínimo.
                - ¿A esto se dedica la policía inteligente en sus tiempos libres?- Pregunté.
                - No preguntes tonteras, winner. Todo esto es parte del trabajo y deberías disfrutarlo. Se viene la mejor parte.
                 Mientras el tipo bastante dotado seguía dandole a la enfermera por detrás, Javo hacía gestos muy exagerados con sus manos, golpeándose las rodillas. Parecía un gorila dándole manotazos al suelo pensando que desde ahí iban a salir bananas si hacía eso.
               - Winner.
               - ¿Qué?
               - ¿No te molesta si me masturbo acá, al lado tuyo?
               - Olvídalo- Dije- Prefiero que saques ese cacharro que tienes ahí y me dispares antes que verte en eso.
               - No sea desagradable, viejo amigo. Menos que menos con alguien que lo quiere mucho. ¿Y que haces tú? Criticarme, siendo que solo he hecho cosas buenas por ti. Por respeto a tu pasado de alumno brillante no me masturbaré, aunque ganas no me faltan.
                 Seguía yo ahí, pensando. Sería agradable angustiarse por otras cosas, como por ejemplo por estar encerrado en una casa en mi ciudad natal, preguntándome el como sería ir a pasar un atardecer al puerto contemplando los barcos que llegaban desde países lejanos. Era una cuarentena muy extraña y esa era una depresión que me gustaría mucho vivir a cambio de tener sexo con trabajadoras sexuales.
              - ¿Que pasa winner? ¿No te excita el porno? Tal vez si supieras quien es la enfermera te pasarían más cosas. ¿Quieres ver a otra enfermera?
              - ¡No!- Respondí- Solo quiero que me digas que mierda tengo que hacer para que me dejes en paz.
              - Muy bien, winner. Ya que estás en esas, no me queda más remedio que ir directo al grano.
                Acto seguido, Javo sacaba del bolsillo de su amanerada chaqueta de cuero  una especie de tarjeta de memoria. La insertó en una ranura que estaba al lado de la pantalla.
              - Pon atención, winner. Lo que vas a ver a continuación te va a despejar muchísimas dudas.
               La pantalla salía en negro al principio. Luego aparece Sus, vestida con la misma ropa que me recibió, en su misma pieza. Luego sale a abrir la puerta y entró yo. Sentí que mí pulso perdió toda su fuerza en ese momento. Vi ese rato en el cual salgo desnudo del baño, con erección y todo, corriendo hasta la cama.
              - ¿Que mierda es esto?- Pregunté, más incrédulo que fastidiado.
              - Cálmate, winner. Esa puta costumbre que tienes de interrumpir las mejores partes.
               Sus se corría el tirante del vestido mientras se sentaba sobre mi erección bajo las frazadas. Se oye muy claro cuando le digo que no quiero. Después nos cambiamos de cama, donde el ángulo de la cámara lo hace mucho mejor; Se ve muy claro, tanto mi humanidad completa como los enormes senos de Sus masturbándome. No daba crédito a lo que veía.
              - Esto está en bruto, winner- Dijo Javo- Espera que le den los efectos audiovisuales.
                Pensé en Mika mientras veía lo que veía. Comprendí por qué Sus me la chupaba de esa forma, cuyo ímpetu era bastante molesto y  sobreactuado. Lo más probable es que ella fuese cómplice de todo eso, puesto que daba la impresión que sabía muy bien donde estaban las cámaras debido a lo nítido que se veía todo. Javo volvió a meterse la mano en la bragueta y ahí simplemente no aguanté. Tomé un fierro que había en el suelo y golpie con todas mis fuerzas; quise darle en la mano pero apenas le pegué en las piernas. Javo se rió a carcajadas.
              - No te enojes, winner.
                Luego tomó el control remoto y apagó la pantalla.
              - Después lo ves completo, winner. Falta mucha producción ahí.
                Vi que la pistola de Javo estaba al alcance de la mano y la tomé. No se me ocurrió amenazarlo a el sinó que la puse en mí cabeza.
              - Borra esa mierda, Javo- Dije- Si no lo haces me disparo.
                La expresión de Javo cambió de un segundo a otro y con un rápido movimiento me quitó la pistola. Luego le extrajo las balas o algo así. Yo estaba pálido. De verdad estaba dispuesto a dispararme.
              - No seas dramático, Winner. Esto no lo va a ver nadie si es que haces todo lo que te pido. Solo hice esto para que veas lo que estoy dispuesto a hacer para que cumplas mis encargos.
                Javo encendió un cigarro y me pasó uno. Debido a que temblaba bastante no lo pude encender. El cabeza de músculo no paraba de reírse.
               - ¿Te imaginas la madre de tu hijo viendo esto?
                Revisé mi teléfono y había un mensaje por WhatsApp. Era del mismísimo Javo. Era un archivo de video, cuya portada era ese instante en el cual logró salir del baño. Hice enormes esfuerzos para calmarme.
                Sangre fría, pensé. Definitivamente sangre fría. Javo no era muy inteligente. Alguna salida debía tener y cuando recordé las estupideces que hacía mi ex compañero en la universidad logré tranquilizarme casi por completo.
             - Bien- Dije- Una novela que desprestigie la revolución, estoy dispuesto a hacerlo. ¿Que más quieres aparte de eso?
             - Eso ya no me interesa, querido amigo. Por ahora solo me interesa que estés cómodo.
               Javo encendió el motor y partimos. Tras salir por un par de avenidas llegamos a una carretera y ahí me ubiqué. No estábamos tan lejos de donde trabajaba habitualmente.
             - Ahora vamos a ir a tu lugar habitual de trabajo- Dijo Javo- Yo tengo que resolver un asunto urgente. Una vez que lo haga te pasaré a buscar. Te aconsejo que vayas al banco a revisar tu cuenta. Ya no vas a volver a cantar en los buses, por lo menos hasta que yo decida desaparecer de tu vida. ¿Estamos?
              - Bien- Respondí, fingiendo obediencia.
              - Yo sé que eres bastante porfiado, winner,se que vas a seguir en ese vicio de mendigos que te gusta tanto. No me molesta que lo hagas, pero por lo menos hasta que decida que hacer con ese video vas a tener que estar cien por ciento disponible para mí. Ahora vete y haz lo que quieras.
                Ahí estaba yo, más triste que nunca. La gente con sus bozales, seguramente pensando en llegar a casa. Los trabajadores caminando cabizbajos, mientras una buena porción de la población mundial se encontraba en sus casas, presumiendo sus romantizados conceptos de cuarentena. Saqué la guitarra y la afine a oído, mientras los policías fiscalizaban a los transeúntes.
                El mundo era una mierda. Ya no bastaba con obedecer a las autoridades para andar tranquilo por la vida, sino que también debían desobedecerse.
                 

A lo perro en cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora