CAPÍTULO 12

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No tenía puta idea que hacía ahí ni cual era mi misión.
Caminé un buen rato por el gheto pasando notablemente desapercibido, y por supuesto que Javo nunca tuvo intenciones de responderme el teléfono. El fuego se incrementaba al mismo tiempo que los gritos y las consignas. La manifestación en general le exigía protección a las autoridades en tiempos de hambre y miseria por culpa de la pandemia y el confinamiento y no se veía a ningún policía por ninguna parte. Lo más sorprendente de todo era que no faltaban las latas de cerveza entre la gran cantidad de manifestantes que había, pese al frío y a la emergencia sanitaria.
Por más que intenté reconocer el lugar no pude. Tampoco me atrevía a preguntar dónde estaba. La noche y el fuego lo distorsionaba todo, al igual que la numerosa cantidad de gente que surgía a través de los pequeños edificios con ropas colgadas en los bordes de las escaleras del notorio hacinamiento en sus viviendas. Tenía frío y me acerqué al fuego, y cuando una pareja que andaba absolutamente vestida de negro me quedó mirando fijo, decidí irme de ahí.
Me daba la impresión que la pareja me seguía y no quise mirar atrás. Solo les faltaba un gato parlante para parecerse al equipo Rocket. Recorrí gran parte de la avenida principal, que estaba copada de transeúntes. El toque de queda había comenzado a regir por lo menos desde hace un par de horas y me topé con dos tiendas de bebidas alcohólicas que estaban abiertas. Tras avanzar un poco me arrepentí de haber tomado recién la decisión y fui por un cuarto de botella de vodka, con el fin de asesinar aquel frío diabólico. Mientras hacía la fila me fijé que la pareja que andaba absolutamente vestida de negro me había seguido, efectivamente, puesto que la chica me tocó el hombro. Por sus atuendos era imposible describir tanto su fisonomía como su silueta. He ahí el absurdo de mis estúpidas comparaciones con el equipo Rocket, que se disfrazaba de cualquier cosa.
- Aquí está, Caks- Dijo- Lo encontré. Una dama es mejor que tú para estas cosas.
La voz de la chica era grave. Traté de imaginarme su cara. Los ojos era lo único que se le veía, al igual que Caks. Ambos eran más o menos de mi porte.
- ¿Cómo estás colega?- Me preguntó Caks- ¿Mucho frío?
Lo miré con fina ironía. Era imposible tenerles respeto tras verlos con esos atuendos negros tan ridículos.
- Yo no soy colega de ustedes- Respondí.
Llegó mi turno de comprar. El viejo que me atendió me quedó mirando con unos ojos que demostraban cierta solemnidad.
- ¿Tu eres...?- Preguntó, sin cerrar la boca.
- ¿Que quien soy yo? ¿Que quien es el? No entiendo ninguna mierda- Dije enojado.
Rato atrás había estado al borde de la muerte. Ya no podía temerle a nada más y tal vez por eso reaccionaba así.
- Es bastante valiente este cabrón- Dijo Cacks- ¿No te parece, Roniv?
- No me parece que ser valiente en estas circunstancias sea algo adecuado- Dijo Roniv.
- ¿Usted es...?- Volvió a preguntar el viejo.
- ¿Quien es quién?- Pregunté con rabia.
Caks me miró amenazante y Romiv le siguió el juego.
- El es, don Hipvo- Dijo Caks.
- Entonces si es él, ¿Podría cantar una canción? Necesito saber a qué atenerme a ese día.
- Tengo mucho frío y con frío no canto- Respondí.
¿Quien mierda era yo para el viejo? De verdad no entendía nada.
Roniv se me acercó. Me corrió el tapabocas y me lamió la oreja. Con un objeto contundente hacía presión sobre mi cintura.
- ¿No vas a cantar cariño?- Me preguntó al oído.
Tras darme un beso en el cuello me apuntó aún con más fuerza. Sentí algo muy parecido al sonido de un gatillo y no estaba seguro, puesto que las pistolas las conocía solo de película.
- Déjalo Roniv- Dijo Caks- El winner sabe lo que tiene que hacer.
- Mientras se prepara, yo iré a buscar algo para el frío- Dijo el viejo.
¿Así es que esta es mi misión? Pensé, mientras sacaba la guitarra del estuche. Descubrí con espanto que no era la mía habitual sino que una nueva. Me dio bastante vergüenza comprobar que era el mismo modelo que ocupaba el vocalista de una estúpida y subdesarrollada boy band que sonaba en la radio a cada rato. Sin embargo no dije nada.
Acá tiene- Dijo el viejo.
Me pasó un cuarto de botella de vodka, exactamente igual al que pensaba comprarme. Ahí sí que me dio miedo. Varios de los últimos acontecimientos cuadraban con un escalofrío que asesiné en el acto tras beberme de un solo trago la mitad de la botellita.
- Ahí sí- Dije sonriendo.
¿Canciones de revolución? Ahí estaba interpretandolas. La voz me daba, por suerte. Una pequeña muchedumbre se reunió a a escucharme mientras cantaban conmigo. Solía mirar a todas partes cuando cantaba, y cuando llegó el turno de darme vuelta reconocí las siluetas de Balak y Siks. Paré de cantar en el acto y Roniv me tomó de un brazo y me alejó hasta una esquina. Tras breves segundos en los cuales no se pudo analizar mucho apareció Caks, con una botella completa de vodka.
- Suficiente- Dijo Roniv- Llévate esto a esta dirección.
- Mucha suerte- Dijo Caks.
Que efímero, pensé.
Tras dar unos pasos me di vuelta a mirar y Cajks hizo lo mismo, agarrándole el culo a Roniv, muy fuertemente, quien se dio vuelta a mirarme tras captar que se le olvidaba algo.
- Lo más importante; la píldora amarilla. Cacks, es mejor asegurarse.
- Tranquila, mujer. No seas así. El Winner lo va a hacer por su propia voluntad.
- Yo no le creo a este tipo de personas- Dijo Roniv- Es más, no los soporto.
Cacks me extendió la píldora amarilla y me la tragué.
- Ahí sí- Dijo Caks- Ahora sí que es de los nuestros.
Entendía de lo que hablaba, solo que en ese momento mis intenciones no eran muy claras.
Tras tragarme la píldora me di vuelta inmediatamente.
- En un rato más hay una misión- Dijo Cacks- Por eso el regalito que te hicimos.
- Opino que este imbécil no es necesario- Dijo Roniv.
Caminé rápidamente. Luego pegué un trago de vodka y seguí caminando.

A lo perro en cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora