Leyendas desconocidas

Capítulo 45: Omake 6: La verdad está ahí afuera

El ganado y las vacas se habían ido, la granja con él, el ganado casi desapareció. Fue más que un simple robo de cultivos y alimentos; fue un sacrificio de todo lo que estaba presente. Hay un momento y se va en otro. Todo lo que Marte le había gritado y gritado era cierto, y Venus no había hecho nada para ayudarlo. Su hermano menor tenía razón, y la había ignorado.

Ahora no tenía nada presente para mantener alejada la fea verdad. La horrible e innegable realidad que estaba presente y representaba para su hermano menor, pero que había tratado de apartar de su mente, solo ahora para ser asaltado por ella, a su desesperación invasora.

La oscura Fauno enroscó sus piernas mientras leía las líneas de su novela, con los ojos muy abiertos a la sombra del árbol. Su lengua lamió sus labios, tratando de humedecer una boca que no sabía que se había secado.

La nave flotaba en el aire sin un sonido, lo que llevó a Venus a creer que nunca se había despertado de su sueño. Cubrió las estrellas sin una luz y, al mismo tiempo, brilló etérea ante él. Lo hizo mirar al vacío, solo para ser cegado por el nirvana que escondía detrás de él.

Las estrellas se desvanecieron a medida que crecía la luz, y Venus todavía solo podía mirar. Mira y párate sobre la roca solitaria que él mismo había hecho para escalar, sin el recuerdo de hacerlo. Mirando mientras los bosques eran apartados, la tierra comenzó a desmoronarse, y aun así miró a lo que no pertenecía a este mundo. Sus ojos lloraron por estar cerrados, pero su mente y corazón no escucharon los deseos de su carne. Solo tenía la necesidad de mirar el barco que se mantenía en el aire. Siendo sostenido como por la propia mano de dios.

La luz cambió cuanto más tiempo miraba Venus, pasando del agujero al nuevo mundo, desde donde solo podían llegar los sueños, hasta convertirse en una forma milagrosa de creación. Una luz se convirtió en una docena, luego cien, luego mil, hasta que se unieron a las estrellas en el cielo. La luz se había ido, la nave con ella, como si el vacío se los hubiera tragado a todos. Y Venus todavía no podía hacer otra cosa que mirar boquiabierto, sin ver ninguna razón para hacer nada.

No hay razón para un hombre a quien le robaron su razón.

"¿Qué estás leyendo?"

Blake casi aulló al anillo que venía de encima de su hombro.

En un momento estaba sentada debajo de un árbol en Beacon Gardens, disfrutando de la novela de ciencia ficción que había adquirido hace algún tiempo. Al siguiente estaba en las ramas de los árboles por encima de ella, con la mano buscando su arma que no estaba allí, los dedos casi rasgando la columna vertebral de la novela que la había engullido. No ayudaba el hecho de que ella también siseó por un solo momento de miedo.

Y todo sobre el hada lavanda familiar que flota justo detrás de donde estaba sentada. Sus ojos se agrandaron cuando vio a Tael temblando en el aire.

"¡Lo-lo siento!" Tael gritó de repente, como si él fuera el equivocado. "Te acabo de ver leyendo ... y no sabía qué pasaba ... me parecía una buena historia, así que quería saber de qué se trataba". Sus alas estaban borrosas con lo rápido que estaba sonando y revoloteando. Lo suficiente como para recordarle a Blake que ella fue la que reaccionó con dureza, no él.

"No, no, está bien, Tael", respondió Blake, quitando las manos de la rama donde colgaba. "Yo solo ... reaccioné de forma exagerada. Estaba demasiado absorto en la historia y luego hablaste ... Digamos que actué menos de lo apropiado para la situación". Yang estaría riéndose si ella estuviera aquí, y Ruby también.

"M-Tal vez ... lo siento aún", Tael todavía molesto. Blake volvió a estar en el suelo en un momento, mirando al hada iluminada por la oscuridad mientras flotaba en el aire. Sus alas se relajaron lentamente, y Blake los observó, como una pista de que estaba más dispuesto a hablar de nuevo. "¿Qué ... estabas leyendo? E-si puedo preguntar". Por supuesto que podría. Era mejor tener a alguien curioso en sus libros que solo ella.