Leyendas desconocidas

Capítulo 53: Amaneceres

A pesar de ser un general, la guerra nunca fue una vista común. No estaban en tiempos tan desesperados que la guerra fuera generalizada y requiriera una gestión constante de su parte. Los puestos de avanzada tenían que mantenerse, los soldados preparados, los cazadores también, todo eso era obvio y necesario. Pero había una delgada línea entre prepararse para la guerra y luchar en ella.

La guerra había ido y venido, incluso si era solo una batalla agitada, pero los resultados de la guerra se mantuvieron.

Sus ojos se derramaron sobre su pergamino cuando llegaron informes de daños desde la ciudad. Edificios que fueron destruidos en el pánico resultante, desde Grimm subiendo las estructuras para tratar de atacar a Vale, desde el rayo del Leviatán, lo poco que no fue bloqueado, y aún más de la lucha para matar a Grimm. No se culpó a los soldados o niños que lucharon. Fue un daño hecho a las estructuras y el paisaje de Vale, o estaba arriesgando la muerte de los civiles. Para mantener la línea, eligieron bien.

Pero eso no le dio tranquilidad, ya que sus ojos escanearon el resto del informe, un documento constantemente actualizado, provisional para que los Concejales y él mismo lo revisen, para que puedan estar al tanto de las evaluaciones iniciales. No fue un daño a la integridad de la ciudad, fácilmente reemplazado por el tiempo y el embargo.

Era la pérdida de vidas, el número de muertos, y él tuvo que ver cómo aumentaba el número.

Cuerpos que fueron vistos erradicados por los Grimm, otros fueron encontrados ya que la ciudad ya estaba en medio de tratar de limpiar el daño, los barcos fueron llevados a tierra con Grimm infestando sus cascos, y aún más se informó que se perdieron en el mar. Ni siquiera podía imaginar la cantidad de personas en los alcances del Bosque Esmeralda o Foreverfall que ahora estaban a merced de esos Grimm. Esperemos que los cazadores contratados puedan alcanzarlos, pero no pudo garantizar nada.

No se pueden ofrecer garantías a los miembros de la familia que faltan a un ser querido. Fue una lección enseñada temprana y duramente a los nuevos reclutas, para nunca ofrecer promesas sobre el bienestar de los desaparecidos. Nunca hubo una garantía de que estuvieran a salvo. Pero antes, siempre era cuando iban a patrullar o perseguir una misión que los cazadores en el área no podían permitirse o arriesgarse a hacer.

Ahora, era una zona de guerra. Y había más de una familia desesperada por respuesta. Eran cientos. Ironwood tuvo que mirarlos a todos, o casi a todos, llenando el puerto de las costas de Beacon y mirando desesperadamente a través de la multitud.

Civiles empujándose unos a otros, retorciéndose de hombros e intentando gritar por nombres que no conocía, pero sabían que apreciaban más que el reino mismo. Incluso si la destrucción de Vale hubiera sido pospuesta por las fuerzas de Hunters y Ganondorf ... aún habían perdido a alguien. Y todo lo que el general Ironwood podía hacer mientras observaba era rezar para que encontraran a quién estaban buscando.

Pero con los cientos de familias, y probablemente la misma cantidad de seres queridos, desaparecidos entre los escombros o en el mar, sabía que sería una tontería pensar que todos serían encontrados.

"La mayoría de las personas se quejan del papeleo cuando se trata de sus ocupaciones", dijo Ozpin a su lado, acercándose a él con el bastón en la mano. No necesitaba mirar para ver que estaba agarrando el mango con fuerza, tan nervioso y furioso por esta situación como él. "Pero estaría dispuesto a pasar semanas en mi oficina sin hacer nada más que firmar documentos y demandas si eso significara que podría devolver un hijo a sus padres, o que el hermano y la hermana se abrazaran nuevamente". Estaba mirando a los miembros de la multitud con historias que conocía. Era lo que siempre hacía. Sin embargo, Ironwood los estaba mirando a todos. Y solo podía ver la desesperación cambiar a través de ellos.