Mi amiga puso el auto en marcha siguiendo al Nissan, y mientras conducía me contaba acerca de cómo creía que sería esta vez la fiesta, ya que según ella, Sean Cambell, el capitán de los Jaguares del equipo de baloncesto al que pertenecían mi hermano y Ryan, tenía la manía de hacerlas en grande. Lo cual, daba como resultado que todos en el instituto hablaran acerca de lo bien que la pasaron, hasta incluso por una semana.
[...]
Después de media hora y de haber salido de la cuidad, por fin a lo lejos se distinguía la hermosa mansión de Sean.
Seguimos conduciendo con el otro auto delante nuestro, hasta entrar por la entrada principal, un enorme portón de rejas.
Dimos unas cuantas vueltas buscando algún espacio vacío donde aparcar, hasta que por fin encontramos uno. Luce aparcó, y una vez afuera le colocó el seguro con el control de la alarma. Y antes de siquiera poder avanzar, el Nissan se detuvo delante nuestro.
—Chicas, ustedes vayan entrando, nosotros buscaremos un lugar donde aparcar —nos avisó Ryan.
—Está bien, nos vemos adentro —respondió mi amiga.
Caminamos hacia la entrada de la mansión, donde habían algunos hablando con una cerveza en mano, y otros tan solo fumando y disfrutando del aire fresco.
El hermoso jardín, no tan hermoso en estos momentos, se encontraba repleto de basura; desde los clásicos vasos rojos, botellas de cerveza vacías, hasta un charco con vomito cerca de un rosal y encima de un arbusto yacía un, ¿condón? Síp, eso era. Realmente asqueroso...
Creo que fui demasiado explícita.
La música de Martin Garrix, Poison, sonaba dentro demasiado fuerte, tanto que hasta incluso hacía vibrar el cristal de las ventanas.
Abrimos la puerta, encontrándonos con un mundo de adolescentes ebrios bailando demasiado cerca y besándose como si no hubiese un mañana. Indudablemente la estaban pasando bastante bien. Hasta incluso había una barra instalada donde un barman servía tragos... Ahora podía entender por qué decían que sus fiestas eran de las mejores.
Al momento de alejarnos de la entrada, se nos acercó un muy sonriente Ty con un vaso de cerveza en mano.
—¡Hola, mis amigas!
—¡Hola! —respondimos al unísono.
—¡Miren nada más, están súper sexys!
—¡Gracias, Ty, tú también estás muy sexy! —contesté riendo.
—¡Lo sé mi reina, lo sé! —habló con voz aguda y chillona en un intento fallido por parecerse a una mujer, haciendo que nosotras estalláramos en carcajadas.
Este chico sin dudas me agradó desde el primer instante en que lo vi.
—¡¿Saben qué es lo mejor?! —nos preguntó de repente a lo que solo negamos—, ¡que, Ashely, no esté aquí! —enfatizó, alegrándonos la noche.
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El Idiota, el Odio y yo © |#1| (Completa)
Teen FictionCuando Alexa regresa al país, en el cual creció durante parte de su infancia, todo parece seguir estando igual que antes de que se marchara. Sin embargo, muchas cosas cambiaron desde entonces: la escuela, las personas e incluso hasta su vida misma d...