26 Capítulo: "Dentro de mi mueble de cocina"

127 10 0
                                    

[

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[...]

—Shh... No hagan ruido —susurré enfadada echándoles una mirada por encima de mi hombro, a lo que ellos se disculparon en un susurro.

Cuando llegamos hasta su puerta, la abrí lentamente y asomé mi cabeza hacia el interior para ver si estaba dormido, o si nos había escuchado... pero lo que me terminé llevando fue una verdadera sorpresa; pues, yo creía que se encontraba muy mal y que estaría en cama con mucha fiebre, no sentado frente a su T.V y con su vista fija jugando videojuegos.

—¡Ajá, así te quería agarrar puerco! —chillé, entrando por completo en la habitación y señalándolo acusatoriamente con mi dedo.

Alex dio un brinco en su lugar, pero no creo que haya sido por mi inesperado chillido, sino que más bien porque lo habíamos pillado en su descarada mentira. Y automáticamente miró hacia donde nos encontrábamos parados nosotros, sí, los chicos me habían seguido y se adentraron cuando me escucharon.

—Yo... —no sabía qué excusa poner—. ¡Aún me siento muy mal! —se atajó a decir, como si nosotros estuviésemos presionándolo a hablar. Bueno, aunque en verdad así fuera, pero tan solo con la mirada.

—Ah, ¿sí? —preguntó Ryan con sarcasmo. A diferencia de Sean que se mantuvo en silencio y negando con una pequeña sonrisa.

—Sí... me duele mucho el cuerpo, y tengo escalofríos.

En ese momento alguien tocó la puerta, salvándolo de seguir dando explicaciones, y enseguida Alicia ingresó en la habitación.

—Oh, hola mis niños —nos saludó con una sonrisa al apenas vernos.

—Hola, Alicia —respondieron los chicos.

—Hola, Ali.

Con cuidado de no derramar el zumo que llevaba en una bandeja, se acercó hacia la cama, donde mi hermano se había metido rápidamente tapándose hasta los hombros antes de que ella entrara.

Dios...

—Aquí tienes, Alexín, lo que me pediste que te trajera —dijo cariñosamente —. Justo como a ti te gusta.

Los tres nos quedamos viendo cómo le entregaba la bandeja que contenía un delicioso zumo de naranjas y un sandwich de pollo. La muy inocente cayó en su vil mentira y ahora cree que este estúpido se encuentra enfermo. Cuando en realidad se siente mejor que nunca.

—Gracias... —fingió toser, y después le dio un trago largo al vaso que sostenía entre sus manos—. Está delicioso.

—No es nada cariño —sonrió con una de esas tantas sonrisas tiernas que solo ella podría tener—, espero que muy pronto mejores —se acercó un poco más hacia él, e inclinó para depositarle un dulce beso en su frente. Volvió a enderezarse y se volteó hacia nosotros aún con su sonrisa en el rostro—. Qué buenos amigos tienes, Alexito. Vinieron a verte para ver cómo te encuentras.

El Idiota, el Odio y yo © |#1| (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora