—Está bien... —dije—. Si te descubren podrían expulsarte —me miró con notable fastidio—. Bueno, bueno, tranquilo, ya entendí el mensaje —sonrió de medio lado y esta vez expulsó el humo hacia el otro lado.
—Alexa, yo... —Luce se detuvo en seco al ver el chico que se encontraba junto a mí.
—Las dejaré solas... Adiós, Alexa —pronunció mi nombre escuchándose tan bien viniendo de él.
—Adiós... —contesté dejando las palabras en el aire al darme cuenta de que no me sabía su nombre, y está claro que no le diría Dios Griego. Antes muerta.
—¿Qué hacías con ese chico aquí tú sola y por qué no entraste a clase, señorita? —me regañó molesta y señalando con su dedo índice al igual que una madre haría con su hija—, hablo en serio, no te le acerques —dijo esta vez en un tono suave.
Ok... bipolar.
—No entiendo por qué todos dicen lo mismo, no se ve un mal chico —dije, haciendo que ella ría divertida como si le hubiese contado el mejor chiste del mundo.
—Noo, claro que no —dijo con notable sarcasmo una vez que terminó de reírse—. Venía a darte las gracias, mi amigo me contó acerca de cómo me defendiste allí dentro... En verdad creí que te unirías a ellas, por eso salí de ese modo —agregó esto último algo tímida, haciendo que ría ante su descabellada idea.
—No tienes por qué, siempre defenderé a los que me importan y más aún si se trata de mi mejor amiga —sonrió—, ¿y en verdad creíste que te cambiaría, a ti mi querida, Luce, por esas zorras? —pregunté fingiendo estar ofendida y ella rió negando.
—No, bueno, sí. Temí a que si te juntabas con ellas te volverías igual a, Amanda, que me dejó por estar en el grupo de las, "populares" —dijo haciendo comillas con desagrado—. Lo que aún no puedo creer es que enfrentaras a la zorra mayor de todo el instituto —agregó—, nunca nadie la había enfrentado, y luego llegas tú...
—Es que alguien tenía que hacerle ver la realidad, ¿no? —dije juguetona.
[...]
Mi primer día de clases había terminado. Luce se ofreció amablemente a traerme hasta mi casa en su lindo auto Mini Cooper color rojo con dos franjas blancas. Antes de irme con mi amiga le había avisado a Alex para que no se preocupara. De ahora en adelante se había ofrecido a llevarme al instituto y de regreso me iría con mi hermano.
Me encontraba en la sala viendo la tele, papá estaba trabajando y Ali antes de irse me informó que llegaría a las 19:00. Y, ¿Alex? Pues, no tenía ni la menor idea de dónde podría estar metido. En fin, tenía la casa para mí sola.
Ali trabajaba desde la mañana y cuando yo regresaba del instituto ella ya estaba por irse. Regresaba a la tarde/noche y se quedaba a dormir aquí en su ya habitación desde que está con nosotros. Su descanso era por las tardes, donde si mal no recuerdo, aprovechaba para salir con sus amigas tan dulces y adorables que cuando me veían de pequeña no tardaban un solo segundo en ir y apretar mis mejillas. También obviamente para hacer otras cosas.
Comencé a hacer zapping con el control remoto, pero no pasaban nada bueno. Así que apagué la tele y lo dejé sobre la mesita de centro.
Mi celular sonó avisando que habían llegado nuevas notificaciones. Lo busqué sobre y debajo de la mesita de centro, revisé en mis bolsillos traseros... y nada.
Algo en mi cabeza hizo ¡Clic! y recordé que cuando me tiré en el sofá, el celular se me había caído en la alfombra, y sin cuidado alguno lo arrojé hacia donde me encontraba tirada... lo que significa que debe estar detrás de los cojines.
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El Idiota, el Odio y yo © |#1| (Completa)
Novela JuvenilCuando Alexa regresa al país, en el cual creció durante parte de su infancia, todo parece seguir estando igual que antes de que se marchara. Sin embargo, muchas cosas cambiaron desde entonces: la escuela, las personas e incluso hasta su vida misma d...