Debo admitir que se ve para la mierda, incluso mucho peor que yo, tiene unas enormes ojeras y el cabello todo despeinado.
—Te ves bien —mentí, aguantando el no reírme en su cara, al mismo tiempo en que bajábamos por las escaleras.
—Qué linda, muchas gracias —contestó con sarcasmo—. Pero no mejor que tú —contraatacó con una sonrisa ladeada.
Ok... está bien, después de todo yo me lo busqué.
—Al fin bajan —habló papá, entrando al salón con una sudadera puesta y con una mochila, misma que dejó al lado de la puerta junto con otras dos que se encontraban anteriormente ahí.
Esperen un momento... ¿por qué mi padre lleva puesta una sudadera? O peor aún, ¿por qué viste ropa...? ¿Deportiva?
¿Qué rayos era todo esto?
—¿Quién eres y qué le hiciste a mi padre? —pregunté completamente asustada.
Él, al igual que Alex, al escucharme estallaron en carcajadas.
—Tranquila hija, soy yo —contestó una vez que dejó de reír—. Debo admitir que hasta yo mismo me siento un poco extraño vestido de esta manera —confesó, dejándome aliviada al saber que en verdad se trataba de mi padre y no de un impostor.
—Y... ¿a dónde iremos? —preguntó Alex, viendo las tres mochilas que se encontraban en el suelo.
—Como quiero estar más tiempo con ustedes, decidí que sería una buena idea pasar el fin de semana en el bosque, en una cabaña que renté —respondió, a lo que en mi rostro se dibujó una enorme sonrisa de oreja a oreja, contrario de mi hermano, que hizo una notable mueca de desagrado.
A pesar de que con Alex no nos vestimos con ropa como para ir a un bosque, no me importaba en absoluto. Estaba tan contenta que hasta podría subir corriendo ahora mismo y cambiarme en menos de un santiamén... Aunque pensándolo bien, tampoco era para tanto.
—Me encanta la idea —dije con una gran sonrisa.
—Me alegro hija —contestó, devolviéndome el gesto—, ¿y a ti, Alex, te agrada la idea de pasar el fin de semana juntos? —preguntó, en espera de una respuesta afirmativa de su parte. Cosa que no creo que obtendrá porque el rostro de Alexín lo decía todo.
—Ahm... síí —dijo, en su intento de, "mentira".
Debo admitir que era aún más malo que su hermana mintiendo. Yo al menos estaba aprendiendo, y a mi parecer me salía bastante mejor que antes, o al menos eso creo.
—¿Y estas mochilas? —pregunté cambiando de tema para salvarle el cogote a Alex y que papá no siguiera insistiendo en saber su opinión, que claramente no le agradaría escuchar. Está claro que no tiene ni las más mínimas ganas de ir.
—Son las cosas que necesitaremos. Le pedí a, Alicia, antes de que se fuera que me ayudase con las suyas, por lo que ya no tendrán que preocuparse por eso.
—Qué bien, estoy segura de que la pasaremos genial —contesté contenta por el hecho de saber que ya no tendré que preparar esa mochila ni tampoco subir más escaleras. Basta de escaleras por hoy y mañana...
¡No más escaleras, al fin algo bueno en mi vida!
Sí... mejor me calmo, sé que empecé a actuar de una manera extraña. En ciertas ocasiones ni yo misma me entendía, e incluso hasta me daba miedo.
Cada uno tomó su respectiva mochila, y nos encaminamos directo hacia la hermosa Ranger Rover color negra de mi padre.
Mientras que papá acomodaba lo poco que llevaríamos en la cajuela, decidí apresurárme para tomar el asiento del acompañante y que Alex no me ganara de antemano. Rodeé la camioneta y, cuando estaba a punto de tomar la manilla de la puerta, siento cómo el susodicho me empuja con sus caderas levemente hacia un costado para intentar robarme mi lugar.
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El Idiota, el Odio y yo © |#1| (Completa)
Teen FictionCuando Alexa regresa al país, en el cual creció durante parte de su infancia, todo parece seguir estando igual que antes de que se marchara. Sin embargo, muchas cosas cambiaron desde entonces: la escuela, las personas e incluso hasta su vida misma d...