—Deja de quejarte —le dije, un tanto cansada de tener que escuchar sus gruñidos.
—Odio esperar —gruñó en respuesta, estaba casi segura de que lo seguía haciendo para hacerme enfadar.
—Y yo odio tener que escuchar tus gruñidos —me quejé esta vez yo—, ¿qué eres, acaso un perro rabioso que no dejas de gruñir? —pregunté enfadada.
—¿Disculpa? —preguntó serio—, ¿cómo me llamaste?
No contesté, sé que si lo hacía no responderé bien y no quiero terminar de nuevo en la oficina de Brown.
—Oh, mira eso es mi turno, genial, ¿no? —cambié de tema y él solo me asesinó con la mirada.
—Esto no quedará así... Adiós —dijo, pasando por mi lado echando humo.
—Adiós, cuídate —sonreí cuando escuché otro gruñido de su parte.
Una vez que tuve mi comida me encaminé hasta la mesa, donde se encontraban los chicos... incluido Sean. Qué bien, no lo había visto desde hace unos días, ya que había faltado porque según escuché estaba enfermo.
—Hola chicos —me senté al lado de Tyler y dejé mi bandeja sobre la mesa.
—Hola, Alexa —respondieron al unísono.
Qué raro, ¿dónde andará metido mi querido hermano? Aquí no estaba y en la mesa de los chicos del equipo tampoco.
—Así que... fuiste a la oficina del director, ¿eh...? —dijo Ty sonriendo, haciendo que regresara mi atención a la nuestra—. Resultaste ser una chica mala —negué riendo.
—Se dice que insultaste a, Woodley, y que intentaste golpearlo —dijo Ryan.
Aunque ganas no me faltaron... no fue así.
—¿Qué, quién dijo eso? —pregunté asombrada, él solo se encogió de hombros.
En este lugar los rumores corrían rápido. Pero eso no era lo peor, lo peor era que cambiaban todo lo sucedido.
—Eso es lo que se dice en los corredores —respondió Luce—. Pero sé que cambiaron los hechos, tú no harías algo como eso.
—Bueno...
—¿En serio quisiste golpear al viejo ese? —preguntó Sean incrédulo—. Wow, chicos... creo que me enamoré —bromeó, a lo que todos reímos a excepción de Ryan.
—¡Basta! —contesté riendo—. Así no fue como sucedió... yo solo insulté su clase, no a él —aclaré—, ¿y dónde está, Alex? —pregunté, cambiando de tema.
—Vaya a saber, Dios, dónde —respondió Sean.
—Con alguna chica, seguro —contestó Ryan.
—Sí, creo a verlo visto con una rubia —dijo Ty.
—Aah... —fue lo único que pude decir, bueno, no era como que me hiciera mucha gracia el saber que estaba con una chica.
—Agh —gruñó mi amiga.
—¿Qué tienes, Luce? —pregunté.
—Mira quiénes vienen por ahí —contestó con desagrado—. Las tres mosqueteras.
Miré hacia donde ella lo hacía y, sí, las perristas se acercaban con dirección a nuestra mesa.
—¿Qué? ¿Por qué las llaman así? —preguntó Ryan riendo.
Con mi amiga nos miramos por un breve momento, y dijimos:
—Una para todos, y todos para una.
Al escucharnos decir aquello estallaron en carcajadas. Una tarde aburridas en mi casa nos pusimos a inventar apodos para no llamarlas siempre por sus nombres de pila; zorras, perras, etc, etc.
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El Idiota, el Odio y yo © |#1| (Completa)
Novela JuvenilCuando Alexa regresa al país, en el cual creció durante parte de su infancia, todo parece seguir estando igual que antes de que se marchara. Sin embargo, muchas cosas cambiaron desde entonces: la escuela, las personas e incluso hasta su vida misma d...