Capítulo 9

82 11 4
                                    

No consigo pegar ojo en toda la noche. Me pongo a pensar en todo lo que ha pasado en tan solo tres días y no me lo creo. Mi primer día en La Herradura, conocer a los caballos, montar en uno por primera vez, salvar a Destino de unos ladrones, conocer a mis nuevos compañeros, aprender a trotar y galopar... Increíble. Yo sigo sin creérmelo... Y sin poder dormir. Estoy nerviosa por mañana, que será el día en que Bruno me enseñe a saltar y, ¡cómo olvidar el campamento! Dentro de unas horas será jueves y el sábado por la mañana comenzará el campamento. Aunque claro, debería comentárselo antes a mis padres. No creo que me pongan ninguna excusa, llevo todas las tareas del instituto al día y además, el campamento es gratis.

Me levanto temprano tras haber conseguido conciliar el sueño muy tarde. Mis padres apenas se quejan cuando les digo de ir al campamento pero entonces, veo que mi padre me lleva al cuarto de baño para decirme que me lave los dientes como todas las mañanas y se pone el dedo en los labios para indicarme que baje la voz y escuche.

-Mia, ¿recuerdas lo que te dije hace tres días? Nada de meterte en líos en el campamento o no volverás a ir a la hípica.

-Ya... Lo sé, papá. No me meteré en líos. Nada de problemas.

-Eso espero. Sé que aún no se lo has dicho a tu madre y también que si se lo dijeras no te dejaría volver a ver a un caballo siquiera. Así que, hazme caso. Si te metes de nuevo en problemas me veré obligado a decírselo y ya no habrá vuelta atrás. ¿Lo entiendes?

-Sí, de verdad.- cojo la mochila y antes de salir por la puerta me giro hacia mi padre y sonrío- Ah, y gracias por no habérselo dicho a mamá.

Ya en el bus de camino al instituto, Estela me pregunta por cómo me fue ayer. Es mi amiga desde que íbamos juntas al colegio y después de tantos años, sigue sin cansarse de mí y los caballos. Le cuento todo: le hablo de Destino, del campamento y sobre todo de mis nuevos compañeros. Se queda embobada cuando le cuento que hay un chico muy guapo de ojos verdes que quiere ayudarme a saltar. Estela empieza a bromear como de costumbre y nos pasamos el trayecto riendo.

Las horas se hacen cada vez más lentas sólo de pensar en esta tarde. Hoy he visto a Nora de nuevo en el patio y me ha saludado. Bueno, y ha venido a sentarse con nosotras dos y charlar bajo nuestro árbol. Me cuenta que Laura y Cris también están en este instituto pero en diferentes patios al ser Laura más mayor, y Cris más pequeña. Y que David y Hugo están en otro instituto. Volvemos a clase y esperamos la hora de la salida.

-Mia.- Me llama mi madre una vez en casa.- Le han cambiado el horario a tu padre así que a partir de ahora tendrás que ir tú a la hípica. En el garaje sigue estando la bici que te compramos hace dos años, puedes limpiarla y ya no dependerás de la hora que te lleve y traiga tu padre por lo que puedes salir cuando quieras.

-De acuerdo, iré a limpiarla y saldré sobre las cuatro. Creo que tardaré casi media hora en bici y así estaré allí media hora antes que los demás. Mientras, podré estar un rato con los caballos.

Tardo un buen rato en dejar limpia la bicicleta azul. Luego, me dirijo hacia mi cuarto, me visto con la ropa de equitación y cojo el casco para ponerlo en el manillar de la bici.

Al salir de la urbanización cojo la carretera que lleva a La Herradura. Por aquí no suele pasar ningún coche, está en medio del campo, en las afueras de Jerez. Hace bastante calor a pesar de estar a finales de septiembre, aunque cada día anochezca antes. Paso campos y campos hasta que al fin tras veinte minutos veo aparecer el Bosque de Cristal. No quedará mucho entonces para llegar al centro hípico, pienso, cerca de cinco minutos pues el bosque es inmenso. Éste se extiende bordeando el lado derecho de la carretera y, según mi padre,, tiene varios kilómetros de extensión. Me quedo unos segundos contemplándolo pero los pinos y abetos son tan espesos que la vista no puede ver más allá de un par de metros hacia su interior.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora