Hatsumode

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Había comenzado a nevar, las vacaciones de diciembre habían sido muy difíciles para Zafiro. Había intentado varias excusas para ver a Tsukishima, pero ninguna era muy convincente y no quería parecer desesperada así que simplemente se encerró en su habitación la mayor parte del tiempo.
Esto no se les había hecho extraño a sus padres, todas las vacaciones Zafiro se la pasaba viendo películas y series al por mayor y muchas veces tenían que apagar el módem para que se fuera a dormir, aunque poco tiempo después aquello dejó de funcionar cuando comenzó a tener un plan de celular y utilizaba sus datos para seguir viendo las series.
Sin embargo, esta vez era diferente y la verdad era que se la pasaba durmiendo o pensando en Kei, le gustaba pensar en la expresión que hacía cuando comía pastel de fresa; era lo más parecido a una sonrisa (sin que ésta fuera burlona) que había visto en él y se le hacía lo más lindo del mundo.
También imaginaba el tipo de música que le gustaba a él, nunca había tenido la oportunidad de escuchar a través de sus audífonos así que solo hacia asunciones tontas e imaginaba a aquel chico sin expresión escuchando alguna canción de amor o su canción favorita de un grupo de J-Rock que le gustaba a ella.
Aquel día era año nuevo, lo cual significaba que se debía llevar a cabo el Hatsumode o primera ida al templo. Extrañamente aquel año sus padres habían decidido partir a uno de los templos más grandes para aquella celebración, Zafiro se había quedado con la excusa de que no quería estar entre tanta gente y mucho menos con los turistas.
Así que se encontraba preparándose para ir al templo de Miyagi.
Al llegar a la entrada corrió cuando automáticamente asoció aquella altura y cabello con los de Tsukishima ¡No podía creer que lo hubiese encontrado en aquella situación!
— ¡Kei! – gritó mientras saludaba con la mano.
¿Tsukishima Kei había sonreído? No, seguramente su imaginación la había traicionado porque en cuanto parpadeó pudo ver cómo ponía los ojos en blanco.
— El toparme contigo durante el Hatsumode solo puede significar que  tendré mala suerte este año... – dijo él con su típica sonrisa de lado.
— Yo también me alegro de verte, megane idiota – contestó ella.
Él chasqueó la lengua.
— Pensé que uno no podía decir malas palabras en el templo – comentó Tsukishima a modo de regaño.
— Aún no estamos adentro – dijo Zafiro volteando a ver a su al rededor.
El rubio no dijo nada y comenzó a subir las escaleras hacia el templo, Zafiro tuvo que obligarse a correr un poco en las escaleras para llevar el paso de aquel chico llegando a la cima casi jadeando.
Tsukishima se rió burlonamente al verla tan cansada.
— Enana – fue lo único que dijo.
— Id.... – comenzó a decir Zafiro pero él la calló con un "Shhhh".
— Ya estamos adentro – le apuntó Tsuki con malicia.
Zafiro solo cruzó los brazos y no dijo nada.
Después de aquello comenzaron el ritual de cada año, oraron pidiendo por sus seres queridos y por ellos.
Posteriormente Zafiro fue a pedir un deseo delante del hoden, lanzó su moneda y dio dos palmadas.
Tsukishima solo la esperó mientras la veía.
— Sí sabes que los deseos no se cumplen solo por pedirlos, ¿cierto? – comentó él después de que Zafiro regresara un poco emocionada por haber hecho su deseo.
— No tiene nada de malo pedirlo en el templo, es una pequeña ayuda para que pueda realizarlo – apuntó ella y luego sonrió — Acompáñame a dejar mi omamori del año pasado y comprar uno nuevo –
Kei bufó. ¿En serio aquella chica era tan ingenua para creer en todas esas supersticiones?
Aún así la acompañó sin decir nada.
Zafiro entregó su omamori antiguo para que fuera quemado y se dirigió rápidamente a la tienda.
¿Qué tipo de omamori debería de comprar este año?
Se sonrojó un poco cuando se encontró viendo la posibilidad de comprar el omamori de amor, se suponía que te traía suerte para conseguir pareja y su pensamiento automático había sido que tal vez así Kei se fijaría en ella.
Lo agarró discretamente y se lo dio a la vendedora para que se lo cobrara. Agradeció el hecho de que lo hubiese metido en una bolsita y no se veía el tipo de omamori que había comprado.
— ¡Keeeeei! ¡Vamos por un omikuji! – gritó Zafiro regresando a dónde estaba muy emocionada.
— No entiendo cómo crees en esas cosas... – se quejó él.
— Vamos, no seas aguafiestas. Será divertido, aunque sea solo por curiosidad – insistió ella.
Aquel chico accedió de mala gana.
Llegaron a aquella parte del templo, había un par de cajitas hexagonales con varas de bambú y muchos cajones numerados.
— ¿Qué se supone que tengo que hacer ? – preguntó Tsukishima viendo todas aquellas cajas confundido.
— Toma una de las varitas de bambú, te dirán que cajón abrir y adentro de estos está tu fortuna – explicó ella.
Los dos sacaron una vara de bambú y sacaron sus respectivas fortunas.
Los papelitos venían enrollados, Zafiro sonrió emocionada al ver que decía "Suekichi"/ Suerte futura.
Tsukishima llamó la atención de Zafiro tocando su hombro.
— Oy, ¿qué se supone que debo de hacer con esto? – preguntó señalando el papel que tenía en las manos.
— Depende, ¿es buena o mala suerte? – dijo ella queriendo saber que le había salido a aquel chico.
— "Kichi"/ Suerte – contestó él con una expresión seria.
— Puedes hacer dos cosas, te lo llevas y lo traes contigo todo el tiempo o lo atas aquí en el templo para que tenga mayor efecto – explicó Zafiro.
Kei simplemente asintió con la cabeza y comenzó a caminar, Zafiro fue atrás de él.
— Siempre me pregunté qué eran todos estos papeles – admitió Tsukishima chasqueando la lengua.
Los dos ataron su papel junto con los demás y después procedieron a salir del templo.
El rubio la acompañó a casa como era costumbre, esta vez fueron hablando de lo que habían estado haciendo durante ese tiempo.
— Tú siempre encuentras maneras de perder el tiempo – había comentado Tsuki cuando Zafiro le había confesado que solo había visto series y películas.
— No es mi culpa que seas un nerd que sigue estudiando hasta en vacaciones – se burló ella.
— Claro, lo dice la chica que también va en la clase 5 – contestó Kei.
Zafiro solo había puesto los ojos en blanco.
— Y pensar que te había extrañado – dijo Zafiro. Se sonrojó cuando se dio cuenta de que había dicho eso en voz alta.
Tsukishima se rió.
— No seas tonta, no es como si hubieran pasado años sin vernos – se burló él aún riendo.
— Megane idiota... Una queriendo ser linda contigo – se quejó Zafiro.
Tsukishima puso cara de asco.
— Ya te dije que no lo hagas, no te queda bien – le recordó.
Zafiro hizo un puchero algo molesta pero debía admitir que realmente si lo había extrañado.
Llegaron a su casa finalmente y repitieron aquel ritual de siempre, despedirse, Tsukishima poniéndose los audífonos y yéndose.
Ya en su cuarto sacó su omamori y lo colgó en la cabecera de su cuarto.
— Por favor, haz tu trabajo omamori – pidió mientras suspiraba.
Maldición, cada vez podía contener menos su amor por Tsukishima. Debía aguantar un poco más, no quería arruinar su amistad.
A veces pensaba que era mejor quedarse así que el hecho de que aquel chico se alejara por su culpa, así que había decidido que aguantaría todo el tiempo que pudiera sin decirle de sus sentimientos.

Te Quiero Aunque No Te Guste ~ FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora