Te Quiero Aunque No Te Guste ~ Finalizada

Quiero conocerte

Era un poco extraño no estar con los chicos por lo que Zafiro comenzó a convivir más con ellos fuera de la escuela o durante los periodos de descanso.
Hinata era de los que más la buscaban aunque normalmente era solo porque quería que colocara para él, algunas veces se lo complacía y Kageyama iba dándole más tips sobre como mejorar algunos detalles de sus colocaciones.
Hikari a veces iba a su casa para que le ayudara a estudiar para los exámenes o incluso algunos de los trabajos los hacían juntos.
Quería seguir viendo a Tsukishima, por lo que ahí le pidió ayuda a Yamaguchi pidiéndole que le diera su horario y éste con mucho gusto lo había hecho.
Había creado puntos estratégicos para que lo "encontrara ocasionalmente". Sin embargo, después de la segunda vez el rubio había puesto los ojos en blanco y dicho:
- Mejor dime qué Yamaguchi te dio mi horario en vez de fingir un encuentro casual, eres terrible actriz, patético - y luego chasqueó la lengua.
Fue entonces que dejó de fingir y simplemente lo saludaba cada vez que iba a buscarlo, pero siempre se ganaba una de aquellas frases como: "¿Qué no tienes nada más que hacer?" , "Mejor ya vete", "¿Por qué sigues buscándome?", " Pareces acosadora".
Poco a poco Zafiro se fue haciendo más cercana a Tsuki o así sentía ella porque un día sin que ella se lo pidiera volvió a aparecerse después de su práctica de voleibol y dijo que la acompañaría a casa.
- Esto es mejor que tus patéticos intentos de plática "casual". No entiendo porqué tanta insistencia conmigo, pero así eres un poco menos molesta - comentó él mientras caminaba.
- Solo quiero ser más cercana a tí, Kei - contestó con una sonrisa tierna, sin embargo él la volteó a ver con cara de asco.
- No hagas eso, no va contigo. Das miedo sonriendo así - espetó.
Zafiro suspiró algo frustrada.
- No eres nada lindo, Kei... - dijo poniendo los ojos en blanco.
- La mayoría de los hombres no esperan ser llamados "lindos" y menos aquellos que miden más de 1,80. -
Y ahí iba de nuevo, alardeando de su estatura.
- ¿No sabes hacer otra cosa que presumir sobre eso? - preguntó Zafiro un poco molesta.
- No es mi culpa que estés tan enana- replicó él.
A veces ni siquiera la misma Zafiro entendía que era lo que veía en aquel chico, realmente era molesto.
- Eres un idiota - le dijo un poco seria.
- Yo no soy el que está insistiendo en convivir contigo -
Justo entonces llegaron a la casa de Zafiro. Ella suspiró y se dispuso a abrazar a Tsukishima para despedirse, pero justo cuando iba a hacerlo el chico se había quitado por lo que había terminado abrazando la nada y casi se caía.
- Te dije que no lo volvieras a hacer - fue lo único que dijo mientras se volteaba y ponía sus audífonos.
Zafiro suspiró algo frustrada, pero estaba dispuesta a conocer a aquel chico a como diera lugar.
Tsukishima iba cada jueves por ella después de la práctica con la condición de que no volviera a hablarle entre clases porque era muy patético que la gente los viera juntos.
Entonces ella comenzó a notar pequeños detalles.
Se molestaba cuando tardaba aunque fuera un segundo más de lo que normalmente hacía y lidiar con un Tsuki enojado era muy desgastador así que comenzó a anotar en su libreta como punto número uno:
Le gusta la puntualidad.
Otra vez la regañó por guardar sus cosas al aventón, diciéndole que debía doblar y arreglar cada cosa para que cupiera en su bolso y no tuviera el problema de que no sabía porqué no cabían sus cosas.
Le gusta el orden.
La semana siguiente Zafiro estaba contenta por un fenómeno astronómico que tenía muchas ganas de ver así que le había dicho que quería llegar a tiempo a su casa.
— ¡Va a ser la superluna rosa! ¡Tengo ganas de verla de ese color! Vayamos rápido – había dicho muy emocionada.
Entonces Tsukishima se había reído en tono burlón.
— No es como si fuera a ser color rosa. Simplemente se va a ver más grande, verás es cuando la luna se encuentra más cerca de la órbita de la tierra. Se le llama rosa porque anuncia el principio de la primavera, no por que vaya a ser de ese color. No seas tonta – le explicó él y chasqueó la lengua.
Zafiro se sentía a morir de vergüenza pero había conocido algo más, así que cuando llegó volvió a anotar en su libreta.
Le gusta la astronomía.
La siguiente vez que iban juntos Zafiro iba muy cansada, tenía ganas de acostarse de una vez.
— Estás extrañamente callada – dijo él.
— Sólo estoy cansada – contestó Zafiro quejándose.
Durante todo el camino no dijeron nada más, pero varias veces Tsukishima la volteó a ver de reojo.
— No te queda estar callada, te ves mal así – le dijo antes de despedirse.
Luego pasó su mano por el cabello de la chica como si fuera una pequeña caricia, aquello había hecho que Zafiro sonriera automáticamente.
Él no le dio mucha importancia a aquello y como siempre se puso sus audífonos y se fue.
Al ir a su cuarto sonrió y anotó algo que había olvidado hacer desde el principio.
Le gusta la música.
Volvió a pensar en el momento en el que tocó su cabello y volvió a sonreír.
Se preocupa por la gente a su modo.
¿Qué otros misterios le tenía Tsukishima Kei?