Si Johnny quisiera presumir algo, eso sería su estabilidad financiera.
Su padre era el importante ejecutivo de una empresa, motivo por el cual siempre había disfrutado una vida que le permitía darse ciertos lujos, misma razón por la que pertenecía a una prestigiosa universidad en el extranjero sin verse en la necesidad de trabajar.
Pero si él pensaba que tenía dinero, entonces Yuta nadaba en él.
La casa de sus padres era al menos el doble de grande que la suya. Tal vez un poco más.
Después de atravesar la interminable entrada en el coche de Yuta (se molestó increíblemente al enterarse de que tenía uno, pues lo hacía caminar a todos lados) entraron a la cochera, donde había ya algunos lujosos autos estacionados. Al salir, pasaron por el jardín principal. En el centro, había una hermosa fuente con luces que iluminaban el anochecer, embelesando la vista de cualquiera.
Entraron siendo recibidos agradablemente por un miembro del personal de la casa, haciéndoles saber (recordándoles) que era tarde, y que sus padres los estaban esperando en el comedor.
Fueron anunciados antes de darles el acceso.
Ambos adultos estaban sentados juntos, a pesar del gran tamaño de la mesa, y conversaban animadamente cuando giraron a verlos con una mirada de reproche, recibiéndolos con amabilidad de todos modos.
Aún así, lo más impresionante de la situación en general, era Yuta.
El japonés, contrario a los otros días, se veía muy formal. Se había puesto un pantalón de vestir claro y un suéter encima de su camisa, de la cual solamente sobresalía el cuello. Incluso traía sus gafas de aumento.
Johny miraba con desconfianza como su amigo se sentaba correctamente, comía con movimientos elegantes e incluso conversaba con sus padres con palabras que ni siquiera pensó que el otro conociera, sin la necesidad del uso de alguna altisonante.
Era como otra persona.
- ¿Dónde está el bebé? – preguntó a la mujer frente a él.
Cierto. Yuta le había contado que su padre y madrastra habían tenido un hijo juntos, su hermanito. El pequeño al que quería, consentía y, al parecer, extrañaba mucho, pues siempre hablaba de él.
- Dormido – respondió la mujer con una sonrisa triste – estuvo esperándote, pero no resistió más y la nana tuvo que obligarlo a dormir –
Yuta hizo una mueca de decepción.
- Pero te envía esto – dijo su padre, extendiéndole un paquete por encima de la mesa.
El japonés abrió los ojos sorprendido, arrancando rápidamente la envoltura para dejar al descubierto una casi intacta caja de zapatos.
La abrió con cuidado y observó lo que había dentro con el ceño fruncido.
A Johnny le mataba la curiosidad, pero supuso que sería mal educado levantarse para mirar encima de su hombro.
Como si leyera la mente de todos los presentes, Yuta sacó de la caja un pequeño osito de peluche y una nota.
Abrió el papel con dedos temblorosos y comenzó a leerlo.
Sus ojos comenzaron a lagrimear, por lo que retiró sus lentes para limpiarlos y sonrió.
- Siempre bromeaba diciéndole que le robaría este osito, porque es su favorito – lo mostró al resto – la nota dice que me lo regala para que no lo olvide en la universidad – sorbió su nariz – ah, y un Rolex – dijo sacando de la caja una más pequeña.
Abrió el segundo regalo y sacó el costoso reloj que le extendió a Johnny para que lo ayudara a ponérselo.
- Es tan dulce – dijo su madrastra con la voz inestable.
- Lo es – tomó su mano.
Su padre carraspeó de repente, disipando todo lo conmovedor del ambiente.
- Y bueno - llamó - ¿el otro idiota te regaló algo? – preguntó, refiriéndose a Taeyong.
- Papá, no seas grosero con Johnny – regañó Yuta.
- Tú eres el primer idiota –
- Oh – asintió – sí, me regaló un collar con un rubí – respondió como si no fuera nada.
- ¿Y qué hay de Johnny? – preguntó su sonriente madre, mirando al nombrado.
- Y-yo... –
- Me dijo que seguirme hablando era su regalo – se encogió de hombros, volviendo a su comida.
Su padre soltó una estruendosa carcajada.
- No me sorprende – dijo – no creas que no conocemos a este mocoso – apuntó al chico frente a él – sabemos que es un joven problemático. Es bueno que pueda seguir socializando a pesar de su reputación –
- Es de intercambio – señaló Yuta.
Sus padres exclamaron un leve "ah", como el que haría alguien que acaba de darle sentido a algo.
- Y bueno – llamó la atención la mujer - ¿no quieres saber cuál es nuestro regalo? –
Yuta soltó los cubiertos.
– Les dije que no me compraran nada – reclamó – gastan mucho dinero en mí –
- Cierra la boca – ordenó su padre – no te compramos nada –
- ¿Entonces? – preguntó confundido.
- Tu padre y yo vamos a irnos a un viaje a partir de mañana – chilló emocionada la señora Nakamoto.
- ¿Eso qué tiene que ver conmigo? –
- Hijo, eres muy estúpido – gruñó el hombre – significa que dejaremos la casa sola por tres días. Tienes permiso de hacer una fiesta –
El menor jadeó.
Se levantó a prisa y corrió a abrazarlos a ambos por la espalda, vociferando innumerables gracias.
Johnny, al ver la escena, sintió que extrañaba más a sus padres, decidiendo que los llamaría al llegar a casa.
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Best buds
FanfictionJohnny no podía evitar sentirse terriblemente solitario cuando fue a vivir a otra ciudad, dejando todo lo que conocía atrás. Se dijo a sí mismo que debía hacer amigos. Era lo normal. Excepto que las personas con las que se topó eran todo menos eso...