Capítulo 15

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Johnny abrazaba a Taeyong de forma protectora, cubriéndolo con una manta y alimentándolo con helado cuando el otro emitía algún sonido.

Sin avisar, Yuta entró azotando la puerta, sentándose frente a ellos con una mirada evaluadora.

- ¿Mejor? – preguntó, extendiéndole a su amigo una barra de chocolate, recibiendo un asentimiento en respuesta.

- Yuta – llamó el dueño del departamento - ¿qué mierda es eso? – apuntó con la cabeza la señal de "zona escolar" que el japonés había dejado sobre la mesa.

- Lo encontré en el suelo – dijo como si nada – pensé que se vería bien en tu pared –

- ¿Lo encontraste? –

- Encontrarlo, desmontarlo – rodó los ojos – es lo mismo –

Johnny suspiró cansado y se levantó para dirigirse a su cuarto.

Volvió luego de unos segundos, con una caja de herramientas entre sus manos

- Al menos ayúdame a colgarla – exigió, tomando una silla para colocarla junto a la pared.

- Aún tenemos que firmarla – sentenció el otro, levantándose.

- En el escritorio – señaló al japonés, quien se dirigió hacia éste para sacar un par de marcadores del cajón.

Johnny firmó con su nombre, Yuta lo escribió en distintos idiomas y Taeyong dibujó un dinosaurio color azul.

Colocaron la señal en la pared y la miraron con orgullo.

Por la mente de los tres pasaba que esa sería la insignia de que, no importa que tan mierda pueda ser tu día, qué tan cansado estés o cualquiera que fuera tu situación en la vida, tus amigos siempre se quedarían a tu lado.








John despertó en medio de la noche, sin ninguna razón aparente.

Esperó a que sus ojos enfocaran lo suficiente y su cerebro reaccionara, recordando que no estaba solo.

Extendió ambas manos y encontró vacíos los costados de su cama.

Estiró su espalda y miró la hora en el reloj.

3:04

Se levantó entre tropezones y caminó hacia la puerta para abrirla con cuidado de no hacer ningún ruido.

Pudo distinguir luz saliendo de su cocina y un par de voces hablando entre murmullos.

- No puedo ser tan malo – sollozó Taeyong, con la voz congestionada.

- No lo eres en absoluto – respondió Yuta.

Asomó su cabeza un poco y encontró al coreano sentado en una de las sillas de la barra mientras el otro cocinaba algo.

- ¿Entonces por qué no me quiere? –

- No lo sé, Tae – negó decepcionado – pero puedo asegurarte que no hay mejor compañía sobre la Tierra que la tuya – aseguró.

- Exageras –

- Lo digo en serio – giró a verlo - ¿quién más habría aceptado comerse la mitad de una oruga para comprobar si lo verde sabía a wasabi? –

- ¿Puedes dejar de mencionar que nos comportamos como idiotas? – recriminó – te recuerdo que es por eso que nadie quiere estar con nosotros. Somos problemáticos – escondió su rostro entre sus manos.

El japonés asintió de acuerdo.

- Tal vez debemos cambiar –

- Yuta – lo miró – hemos intentado eso antes. Nosotros simplemente no podemos evitarlo –

El mencionado quiso decir algo, pero nada salió de su boca.

Se quedaron en silencio por un momento, hasta que Yuta habló de nuevo.

- ¿Sabes? – se cruzó de brazos – si ellos no pueden aceptarnos como somos, tal vez el problema sean ellos, y no nosotros –

- No puedes culparlos – rió - ¿quién querría estar con alguien así? –

- Johnny – sentenció seguro – desde el primer día, siempre ha estado con nosotros. Nunca nos ha juzgado, nunca se ha negado a acompañarnos, a pesar de que sabe que es muy probable que lo jodamos todo, y te diré algo – le apuntó con la cuchara que sostenía – no hay muchas personas valiosas como él en el mundo. Eso lo hace especial –

Taeyong asintió en silencio.

- ¿Y si se cansa de nosotros? –

- Y si se cansa de nosotros – repitió – al menos nos acompañó una parte. No te dejes olvidar eso –

- Johnny es genial – concluyó luego de unos segundos – espero que no se canse –

- Yo también lo espero –

- No pasará – interrumpió el alto, caminando hacia el par, que lo miraban sorprendidos – ni siquiera yo lo entiendo, simplemente estoy ahí. Cuando me doy cuenta, ya los estoy siguiendo, y luego los tres estamos en problemas –

Quitó la cuchara de las manos del japonés, probó la comida y agregó sal.

- ¿Y eso no te molesta? – preguntó el de la barra.

El estadounidense hizo una mueca.

– No – negó – por alguna razón, no –

- Entonces eres parte del club "no sé porqué lo hago, alguien deténgame" – se burló Yuta.

Johnny rió enternecido.

- No tienen que cambiar por nadie, chicos – los miró a ambos – ustedes son como son. Eso los hace quienes son –

- ¿Y quiénes somos? – preguntó Taeyong, inseguro de querer escuchar la respuesta.

- Son mis amigos – sentenció con voz firme – puede que hagan cosas extrañas, pero ese es su encanto, y yo no lo cambiaría por nada del mundo –

Los dos restantes sonrieron avergonzados y sintiéndose mucho más livianos.

- Basta de tonterías – el japonés aplaudió al aire – despertaste justo a tiempo – cambió de tema.

- ¿Para qué? –

- Para empacar – obvió – sólo lleva lo necesario. Y envuelve esa comida en algo –

- Iremos a acampar a la montaña – completó Taeyong ante la mirada confundida del otro.

- ¿A las tres de la mañana? – se abrazó a sí mismo.

- ¿Hay una mejor hora? – preguntó Yuta, comenzando a tomar platos, cubiertos y vasos. Todo en paquetes de tres.

- Pero – se apresuró a decir – yo ni siquiera tengo una tienda de campaña –

- Entonces hay que movernos rápido – insistió el japonés con una sonrisa – ¿cierto, Tae? –

Como era de esperarse, Taeyong sólo asintió.

Pobrecitos bebés 🥺💔

Best budsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora