Ice cream.

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Desde hacía alguno días atrás, Haeri tenía muchísimas ganas de un helado, doble, cremoso y súper delicioso. Y al parecer, después de tanta espera, su antojo sería cumplido.

Los días calurosos siempre se prestaban para refrescarse con un helado, y Haeri amaba sentir el fino hielo con sabor a fresa deshacerse en su boca. Sin duda que amaba el helado –y todo tipo de bebidas y alimentos fríos para el verano–, pero no tanto como el café obviamente. De pronto, se le antojo un Frappuccino, con más café que crema batida. Salivó de solo pensarlo. Aunque, siendo desleal a su ética de cafeholica, en ese día dominado por el intenso sol, su único y enorme antojo era un buen cono de helado con un sabor dulce y frutal. Y no, no estaba en sus días hormonales, como Hanyang había sugerido con preguntas bochornosas. Simplemente tenía ese antojo y era libre de expresarlo a pesar de que su mejor amiga quisiera molestarla con esas bromas. Aunque instantes después, inducida por el clima extremadamente caluroso de la ciudad, una fuerte necesidad de refrescarse y la descripción tan detallada que Haeri hizo sobre su helado favorito, Hanyang también terminó con un terrible antojo de comer helado y le dio la razón a su mejor amiga.

Y aquí fue donde entró Hoseok. Él, súper encantado y más que disponible para hacer a su novia feliz, llevó a Haeri comprar un helado a su heladería favorita que quedaba un poco lejos de su hogar únicamente para cumplirle su antojo y consentirla un poco en su ameritado día de descanso que al fin tenía después de algún tiempo, pues en la estancia infantil donde trabajaba descansaron gracias a un día festivo. Haeri estaba tan feliz de que su novio la consintiera, que una enorme sonrisa se instaló en sus labios desde la primera hora de la mañana. Era una sonrisa tan amplia que estaba segura de que nada ni nadie se la borraría. Y como estaba tan feliz, se permitió estirar su mano para tomar la de Hoseok, quien iba manejando su auto. Tan cálida, tan suave, tan varonil y tan... suya. Esa mano libre que parecía únicamente haber sido creada para encajar con su pequeña mano, era suya y algo en el fondo de su corazón le indicaba a gritos que nunca jamás la soltara. Haeri sonrió muriendo de emoción y felicidad por dentro y comenzó a jugar con la mano de su novio, quien de vez en cuando le dirigía miradas coquetas sin distraer su mirada del frente, aunque eso se le estaba haciendo imposible. La pareja iba ubicada en los asientos delanteros del auto, viajando por las calles de la ciudad para poder conseguir aquel helado, pero sin observar tanto su alrededor pues estaban inmersos en la existencia del otro.

Claro, con una feliz y hambrienta Hanyang en el asiento trasero del auto, contándole a Haeri todo acerca de su fatídico día de trabajo en la pastelería, rompiendo así la burbuja de amor que Hoseok intentaba crear.

Haeri reía como nunca antes mientras Hanie, –quien se asomaba por el espacio que había entre el asiento del conductor y el copiloto e ignoraba aquella hermosa unión de manos olímpicamente–, le contaba las nuevas anécdotas relacionadas con las señoras que usualmente iban a la pastelería donde ella trabajaba. Era gracioso escuchar como unas eran un tanto engreídas y otras un tanto torpes, como la de ese día, que había chocado con el vidrio de una de las vitrinas, convirtiendo ese momento en su trabajo como uno completamente inolvidable.

–Hice un gran esfuerzo para no estallar a carcajadas en ese momento. – comentó Hanyang, sonriendo de lado y acomodando sus gafas redondas. Haeri soltó otra carcajada, sin soltar la mano de su novio.

–Es que, el vidrio estaba tan limpio que tal vez la señora pensó que no había ninguno. – dijo la pelirroja, aún entre risas.

–Claro, me gusta hacer bien mi trabajo y que el negocio esté súper limpio. Lo de hoy fue mi recompensa por ello.

Haeri volvió a reír, apretando la mano de su novio y mirándolo de reojo, expectante de verlo disfrutar también dicha anécdota. Aunque, entre miradas, coqueteó descaradamente con él, quien de un momento a otro se sintió ansioso y nervioso, pero consiguió sonreírle tiernamente a la dueña de sus pensamientos para controlarse. Necesitaba tener mucho autocontrol para no perder la cordura ante todo su exterior, aunque se dio el permiso de tener unos segundos para devolver esa mirada coqueta a su novia, olvidando un poco a Hanyang, quien recostó su espalda en el asiento trasero y suspiró audiblemente, expresando así el cansancio que sentía, un cansancio satisfactorio y agradable obviamente.

¡Se busca novio para Hanie! • Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora