Song-Moon.

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Las tardes libres en el departamento de las chicas Song-Moon –anteriormente denominado como la baticueva de las Moon-Song-Kim por los apellidos de aquel trío de amigas–, eran súper híper mega ultra divertidas.

Tanto era así la inmensa diversión que se vivía dentro de aquellas paredes amarillas en tono pastel, que ambas chicas siempre terminaban con un tremendo dolor de barriga debido a las fuertes carcajadas que soltaban, pues se reían como si ese fuese el último día de sus vidas. Si, ellas si que sabían aprovechar al máximo su tiempo libre... y la enorme bocina-karaoke que habían adquirido hacía unos meses atrás en una venta de rebajas del centro comercial y que sin muchos preámbulos, habían colocado en su sala de estar justo cuando regresaron de hacer la compra.

Hanyang, Haeri y Nakyung tenían la divertida costumbre de hacer sesiones de karaoke entre ellas, donde se dedicaban a cantar hasta quedarse roncas y bailar hasta que sus pies ardieran, al ritmo de su magnífica y variada playlist con las canciones de sus artistas favoritos. Esa era una hermosa costumbre que nació desde que se habían conocido y que hasta la fecha se llevaba a cabo cada vez que las tres tenían tiempo libre en sus ocupadas vidas adultas, siendo la sede principal de los eventos el departamento que compartían. La primera vez que ellas inauguraron y proclamaron aquella costumbre fue cuando realizaron su primer pijamada juntas, cuando apenas eran unas adolescentes quinceañeras y los Jonas Brothers y One Direction eran su mayor pasión. Prontamente, esa costumbre se convirtió en un pasatiempo que siempre las acompañaba en sus nuevas etapas como mujeres adultas, y salía a relucir cada vez que había algo que festejar o una pena que desahogar.

Fue en aquel entonces y gracias a la música que más unió que las tres chicas pudieron fortalecer inmensamente su amistad, creando hermosos y graciosos recuerdos que nunca de los nunca olvidarían. Recuerdos y momentos que las convirtieron en la familia que ellas tres conformaban y que tanto necesitaron conforme fueron creciendo. Recuerdos como los de aquel día, cuando asistían a la universidad, un día en el que Hanyang y Haeri se armaron de valor para hacer un dance cover de una de sus canciones favoritas de su grupo femenino favorito, mientras una fascinada Nakyung –quien se auto proclamaba la manager–, las grababa con su celular en un aula vacía debido a un evento escolar. Si, vaya que nunca olvidarían ese día, ni muchos de los otros que fueron casi iguales.

Y todas ellas amaban revivir esos recuerdos cada que tenían la oportunidad en sus manos, únicamente para reírse un buen rato, pasar un agradable momento y obviamente chantajearse entre ellas con los momentos y foros vergonzosas, sobre todo en las ocasiones donde se encontraban con Jimin y Hoseok. Porque, ¿qué de bueno tendría una amistad como la de ellas sin el bullying?

De hecho, había sido en una de esas tantas divertidas ocasiones –una de las que las tres recordaban constantemente–, cuando Hanyang no se había podido levantar de su cama al día siguiente por el intenso dolor que sentía en su cuerpo, sobre todo en sus costillas. Y todo gracias a las tremendas carcajadas que soltó al ver como Nakyung y Haeri se caían de sentón al suelo por intentar bailar al estilo del shuffle. Había sido una escena demasiado cómica y digna de recordar, que poco le importó quedarse varias veces sin aire y con un insano dolor de garganta con tal de seguir mofándose de ellas, sus mejores amigas, asegurándose de grabar absolutamente todo para después mostrárselo a Jimin y abochornar a Nakyung, pues en aquel entonces tenían relativamente poco de ser novios oficialmente. Aun ahora a su edad entrada en los más de veinte años y creyendo tener más sabiduría que antes, Hanie podía entender porqué la gente decía que si era posible morirse de risa.

Y aunque lamentablemente Nakyung ya no vivía en el mismo departamento con ellas a raíz de su matrimonio con Jimin, esa hermosa costumbre nunca había terminado y veían imposible que un día tuviera un final. Haeri y Hanyang se encargaban de mantenerla viva esa tradición todas las tardes libres que las tres tenían y que a veces, hasta ellas mismas programaban, como si de una cita de tratase, sin importar que al menos fuera una vez al mes. Aunque eran algo contadas la ocasiones en la ahora señora Park participaba al cantar y bailar –pues ahora el pequeño Park Yoosung la necesitaba y reclamaba todo su tiempo–, ella disfrutaba mucho de dedicar aunque fuese una hora a hablar con sus amigas. Y aunque al principio Haeri y Hanyang se habían sentido sumamente vacías sin la alegría y la chispa que solamente su mejor amiga Nakyung podía darles, mientras su risa y su fuerte voz llenaban la sala a través del teléfono, pronto pudieron comprender que no importaba si ya no vivían juntas y estaban separadas, sus corazones seguían igual de unidos que la primera vez y por eso se esforzaban por hacer cada momento así algo inolvidable. Pero... por algo la tecnología había avanzado mucho en los últimos y ahora era más fácil conectarse mediante las videollamadas, ¿no?

¡Se busca novio para Hanie! • Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora