La la land.

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La La Land.

Ese era el atrayente nombre de la película recién estrenada que aquellos cuatro jóvenes estaban a punto de ver. Curiosamente, dos de ellos se mostraban completamente emocionados por la ocasión y los otros dos... bueno, estaban cada uno en su mundo.

La La Land se había convertido en la película más taquillera de todo el año. Fue un rotundo éxito en la ciudad y a pocos días de su estreno ya estaba en la lista de nominaciones para los premios más importantes del país y del mundo, según los muchos medios de información que no dejaban de hablar de dicho filme. La La Land fue denominada como la mejor película del año según muchos críticos del cine, mucho mejor que el filme más reciente de la saga de Avengers. El estilo de La La Land era único, innovador y llamativo, pero al mismo tiempo clásico y romántico. Tenía las mejores actuaciones realizadas por dos actores muy reconocidos en Estados Unidos, según la opinión de los profesionales. Y también contenía la mejor trama e historia para llorar a mares, según los llorones que también salieron de la sala con el corazón roto al verla por primera vez. Y sin duda alguna lo más relevante era que La La Land era la mejor historia en el mundo para darse una idea de lo que era conocer lo que es realmente el amor, según un precioso video musical de Twice. Bueno, eso último era lo que pensaba Hanyang.

Pero para Yoongi, a pesar de que aquella pelicula tenía tan buena reputación y las máximas recomendaciones por los medios, periódicos y programas de televisión; a pesar de esa gran fama que se había ganado el filme y de tener ese gran colorido cartelón pegado en la pared azul del interior del cine –cartelón que resaltaba más que otros, obviamente, usado para promover dicha película entre los asistentes y motivarlos a verla–, solo podía ser la mejor manera de quedarse dormido en un acolchado y cómodo asiento con su soundtrack como ruido blanco de fondo. En efecto, a él no le interesaba para nada lo que muchos pensaran acerca de esa película. Bastaba con ver la extraña pose de baile de los actores bien parecidos y el fondo aesthetic sacado de tumblr para darse una completa idea de lo que le podía esperar dentro de la sala del cine. Y además estaba completamente seguro de que debía haber traído su cómoda almohada para cuello, porque todo le indicaba que podría tomar su tan ansiada siesta en lo que durara el filme, y vaya que era tentadora la idea para él después de haber leído la duración en total de reproducción.

Tal vez sonaría como alguien caprichoso, pero en serio no quería ni deseaba verla. No le apetecía siquiera conocer la historia ni buscar por lo menos alguna razón para entender por qué a muchos les había gustado la película y por qué se había vuelto tan taquillera. No se sentía ni siquiera curioso mientras seguía analizando el cartelón de promoción, con una muy seria, el ceño fruncido por sentirse tan irritado... y con una observadora castaña de pie a su lado, quien también veía con curiosidad –y entrecerrando sus ojos con esfuerzo–, los créditos inferiores de dicho cartel promocional.

Entonces, Yoongi no pudo evitar mirarla por el rabillo de su ojo. Ciertamente, no tenía razón para haberlo hecho, pero la miró de soslayo. Admitía que en el fondo, Hanyang le despertaba cierta inquietud y un extraño tipo de curiosidad, pues todo el tiempo que llevaban al interior del cine –mismo tiempo que Hoseok y Haeri llevaban haciendo fila para comprar las palomitas y bebidas–, no se habían dirigido ni una sola palabra... pero tampoco se habían separado. Por alguna razón desconocida, ambos se mantuvieron juntos, en el mismo lugar y viendo el mismo objeto. Aunque, por lo mismo, tampoco habían hecho el intento de acercarse a sus amigos. Solamente... coexistieron.

Por un lado, Hanyang parecía muy alejada del ambiente e inmersa en el cartelón promocional, sin alguna pizca de interés en algo más y obviamente, mucho menos mostraba algún interés en Yoongi. Por eso, debido a que no podía hacer conjeturas, el chico supuso –basado en que él tampoco estaba haciendo su gran esfuerzo para hablar con ella, romper el hielo o poner algún tipo de distancia que disipara la incomodidad–, que ninguno de los dos se alejaba para no parecer descortés entre ambos. Bueno, al menos en su caso eso sucedía. No quería ser grosero con la joven, pero también debía admitir que la presión sobre sus hombros de por lo menos iniciar una plática con ella era muy constante y pesada, incluso podía sentir como las palabras intentaban emerger de su garganta pero terminaban quedándose atrapadas en sus labios. Al final, se rendía al ver la cara de pocos amigos de Hanyang y su nula intención de al menos girarse a verlo. Aunque, la mayor inquietud de Min Yoongi se había convertido en una molesta incógnita: ¿desde cuando él se cohibía por una chica?

¡Se busca novio para Hanie! • Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora