Capítulo uno

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Me encuentro sentada en mi cama, mirando las puntas de mis pies

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Me encuentro sentada en mi cama, mirando las puntas de mis pies. Aspiro y el olor a limpio de mis sábanas blancas invaden mis fosas nasales. Mi habitación, completamente blanca y monótona. La habitación en la que he dormido toda mi vida, la habitación que no quiero abandonar.

No quiero.

Vuelvo a inspirar, estoy tratando de calmar mi respiración, de calmar los latidos de mi corazón, los cuales golpean fuerte contra mi pecho. Han seguido ese ritmo desde anoche. Pues, cada vez que se acerca más la hora, mi corazón corre más y más rápido.

Mi ropa está impecable; musculosa y pantalones blancos. Mis zapatos de un color marrón claro. Y mi cabello atado en una coleta que deja mi rostro despejado.

Mi atuendo ha sido toda mi vida de esta forma debido a que las prendas nos las provee el gobierno; Todos los ciudadanos vestimos igual, no hay diferencia ni en la estructura de nuestros hogares —los cuales son cuadrados y blancos— ni en nuestro aspecto.

-¡Blake!- Oigo la voz de mi padre desde lo otra habitación. Me pongo de pie y cuando lo hago, él, vestido completamente de blanco, me observa desde el umbral de la puerta.

Lo miro. Le dedico una pequeña sonrisa nerviosa y se acerca, tratando de transmitirme tranquilidad con su mirada, pues sabe en qué estoy pensando. Y se debe imaginar cuán rápido mi corazón late.

-Deberíamos ir yendo.- Anuncia.

Asiento levemente.

No quiero.

-¿Estás bien?

Vuelvo a asentir.

Y no, no estoy bien. La ansiedad me cala hasta los huesos. Hoy es el día en que se realiza el sorteo. Cuando los jóvenes cumplimos dieciocho años, estamos obligados a participar. Dependiendo del resultado que obtengas, se determinará si debes pertenecer a las fuerzas protectoras o no.

Las fuerzas protectoras son las encargadas de proteger a toda la ciudad, son quienes tienen el coraje de dar su vida por defender a los otros, peleando contra el peligro que se oculta tras el gran paredón. Lo cierto es que, muero de miedo porque el resultado del sorteo me de positivo y establezca que debo ser parte de la armada.

No estoy preparada para eso. Siendo criada en un hogar de médicos, mi principio es salvar vidas, no asesinar. Ni aunque lo que tenga en frente sea una especie de bestia sin rastro de humanidad.

Tengo miedo de tener que dejar a mi padre. Él es lo único que tengo en el mundo desde que mi madre murió.

Si el resultado es que soy de las fuerzas protectoras, entonces no podré reclamar ni negarme, solo tendré que ceder y abocarme a la función que debo cumplir. Si me niego, mi destino será el encierro y condena social por cobardía.

De esta forma es como el gobierno ha logrado reorganizar la sociedad luego de la atrocidad que ocurrió años atrás. Así logran tanto equilibrar las necesidades de las personas y asistirlas, como protegerlas de lo que sea que haya fuera de los paredones que nos separan del peligro que, según los líderes, nos espera latente.

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