Capítulo veintiuno

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Me limito a propinar puñetazos al saco de boxeo y no utilizar mis piernas para evitar algún problema con mi herida

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Me limito a propinar puñetazos al saco de boxeo y no utilizar mis piernas para evitar algún problema con mi herida. Aún tengo los puntos quirúrgicos en esta, en dos días deberán quitarmelos, lo cual no sé si es mejor o peor ya que deberé ser más ciudadosa si no quiero que se abra alguno.

Siento el sudor caer por mi frente, utilizar la chaqueta hace aún más agobiantes mis ejercicios físicos pero lo ignoro. Los músculos en mis brazos se tensionan, me es difícil creer que he ganado tanta masa muscular desde que llegué a este lugar, cuando antes solía ser flacucha y la fuerza era casi nula. De todos modos, admito que no soy la más fuerte aquí. Mientras golpeo con dureza me pregunto si Theo vendrá, han pasado treinta minutos desde que he llegado y aún no aparece. No puedo dejar pasar por alto la molestia que eso me causa. Sé que no debería preocuparme, pero lo hago.

Suelto un gemido cuando doy un golpe con mis dedos mal posicionados y el dolor en mi mano me agobia. Me detengo, mi pecho sube y baja por la agitación. Mientras, inspecciono mis nudillos que están rojos por la presión de mis golpes. Decido descansar un tiempo antes de retomar el saco de boxeo, recuesto mi espalda en la columna ancha y suelto el aire en mis pulmones.

Oigo pasos por lo que un atisbo de esperanza me asalta aunque se retira inmediatamente cuando veo pasar por el umbral de la puerta a otra persona. Una que no me agrada del todo. Desvío mi vista al suelo para evitar contacto visual con la chica que ha entrado a la sala de entrenamiento y, así, pasar desapercibida. Sin embargo, oigo el ruido de sus botas contra el suelo acercándose y unas piernas envueltas en la tela camuflada del pantalón, se cuelan en mi visión. Levanto mi vista para encontrarme con la morocha con mirada condescendiente. No paso por alto el hecho de que es más alta que yo, quizás me saca una cabeza y es más estilizada pero aún así, no me dejo intimidar por su presencia.

Abro mis ojos a la vez que disparo mis cejas al cielo como señal de que quiero que suelte lo que viene a decirme. Su mirada me recorre desde los pies a la cabeza con desaprobación y cuando termina con su actuación exagerada de desagrado, sonríe levemente con veneno.

-Lamento haber arruinado tu entrenamiento con Theo hoy.- Su voz es más aguda de lo normal, y suelta aquello con fingida inocencia. No quiero dejarme envolver, por lo que no indago sobre lo que acabó de decir y solo asiento con mi cabeza.

Mueve su cabeza a un costado, su cabello negro como el carbón se quita de su costado y puedo notar en su piel blanca, que en el final de su pómulo aún hay restos del moratón producido por mis golpes. Aquello me causa satisfacción, debo admitirlo.

-¿Aún piensas que vendrá?- Pregunta. Frunzo el ceño con confusión.- Esperas a Theo...¿cierto?- No respondo porque estoy segura de que conoce la respuesta. -Tenía cosas más interesantes que hacer.

Repentinamente, la tranquilidad en mi interior comienza a verse perturbada. De todas formas, no demuestro cuanto me molesta tenerla aquí diciéndome esas cosas sobre Theo.

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