Patrulla

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Los Rohirrims comandados por Théodred y Orofel iban en camino a Aldburg a toda marcha ya que la ciudad estaba viendo asediada y la guarnición que la defendía era muy escasa e insuficiente para parar la arremetida de los hombres salvajes junto a los orcos. Théodred temía por la ciudad ya que si perdía Aldburg perdía una de las fortalezas más importantes del Reino además de la Marca Este lo cual abriría paso para que hombres salvajes cruzarán libremente el Aundin y así entrarán a reforzar aún más las fuerzas de Mordor e impedir que llegarán refuerzos del Sur por parte de los hombres de Gondor, por eso era tal la preocupación de Théodred que no pararon a descansar cuando llego el anochecer y los caballos que eran fuertes y resistentes, aguantaron semejante exigencia para así llegar a tiempo a la ayuda de Aldburg. En ella se encontraban el lugarteniente de Éomer, Beregon quién había quedado cargo de proteger la ciudad mientras el Mariscal estaba por fuera de ella.
La ciudad estaba a punto de caer afuera de los muros había tantos enemigos que los superaban 3 a 1 y las afueras de la Ciudad están muy débiles.
Los hombres salvajes habían lanzado con catapultas bolas con fuego para así incendiar el primer nivel de la cuidad además de que los Rohirrims se desmoralizaran. los muros estaban vacíos ya que todos los hombres se encontraban enfrentado a los enemigos en las puertas las cuales ya habían sido derribadas y cientos de orcos cargaban intentado romper la formación de los Rohirrims comandados por Beregon el cual estaba a la cabeza de la defensa y peleaba con gran valentía, sin embargo eran muchos los enemigos y los hombres de Beregon estaban siendo masacrados por los orcos que estaban bien armados y habían preparado bien su ataque.
Era medio día cuando llegaron Théodred y sus jinetes, a Orofel la cara se le puso blanca, nunca antes habían enfrentado en batalla a hombres u Orcos, tales eran los nervios de aquel muchacho que por poco de descarrila y cae del caballo. Théodred detuvo a la compañía y dividió a las fuerzas en 2, una parte comandada por Orofel, cargaría desde el norte y la otra parte comandada por él mismo, cargaría desde el oeste.

Estás bien, le dijo Théodred a Orofel, dependemos de ti Orofel hijo de Nandros para ganar esta batalla, te entrego el mando de 500 valientes jinetes lo cuales guiaras hacia la batalla, no temas y se fuerte, no olvides que el valor será tu mejor arma ante la oscuridad. Valor amigo mío y el sonido de los cuernos de Rohan te indicarán el momento de iniciar la carga.

No te preocupes, dijo Orofel con una sonrisa, no te voy a defraudar y probaré mi valía, solo estoy un poco nervioso está sería mi primera vez.
Y así partió Orofel con tu compañía de 500 hombres hacia el norte para cargar por las espaldas de sus enemigos.

Valor, dijo Théodred con valor fuerte y alta, valor jinetes de Théoden hay que mandar a estos monstruos al infierno y recuperar a lo que nos pertenece. ¡Adelante Eorlingas!

Los cuernos de los Rohirrims sonaron con tal fuerza que todos los enemigos se percataron y atemorizaron pues sabían lo que se avecina, así pues voltearon hacia el Oeste cayendo en la trampa de Théodred que hizo que Orofel cargar por el norte y los tomará por sorpresa el cual logro llegar antes Théodred y así acabar con las formaciones de los enemigos que a su vez recibieron la carga por el oeste de los Rohirrims de Théodred los cuales iban con gran cólera, sin tener piedad alguna contra tales asesinos y monstruos que los amenazaban con acabar con todos.

¡Empujadlos hacia el río!, Gritaba Théodred, ¡no tomen prisioneros, sin piedad alguna!

Con la carga arrasadora de los Rohirrims, les permitió a los hombres de la cuidad salir y atacar con gran fuerza a las huestes que aún se encontraban peleando a las puertas de la ciudad.
Los hombres salvajes intentaron huir pero tal era la cólera de los Rohirrims que Théodred y su compañía los persiguieron hasta acabar con todos y los orcos fieles a sus convicciones además de fuertes y aguerridos seguían combatiendo pero con la retirada de los hombres salvajes su número casi era igual a los Rohirrims defensores, así que estos monstruos guiados por el odio hacía los hombres de Rohan se repusieron y cargaron con gran fuerza a las puertas de la cuidad dónde Beregon junto a sus hombres que habían salido a combatir y eran blanco fácil para ellos, por lo cual Beregon ordenó a los hombres resistir y pelear hasta su último aliento. Orofel se percató de los movimientos de los Orcos y grito:

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