Los Vados de Isen

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El viaje de camino al Abismo de Helm fue tétrico, no se escuchaban canciones de victoria, ni poemas, ni historia de batalla, ni risas, ni voces, ni nada por el estilo, fueron kilómetros y kilómetros de un silenció estremecedor, la pena y dolor estaban muy profundos en los corazones de los hombres, pues todos marchaban desmotivados, desmoralizados y con miedo a lo que aún les quedaba por superar, pues la sombra aún se alzaba al Noroeste de Rohan y su enemigo aún no había mostrado su verdadera fuerza, estás batallas eran simples patrullas que Saruman el traidor mandaba para debilitar la fuerza y la moral de los Rohirrims, lo cual logro con gran éxito, ya que les arrebato al mejor de todos ellos, a un líder de hombres y a quién ellos seguían ciegamente sin importar el destino que les trajera, la caída de Théodred había sido el golpe más duro que le podían dar a Rohan en este momento, pues con el Rey Théoden enfermo, envejecido, débil y sumiso, Rohan estaba perdida pues sin contar a Éomer que ahora estaba limitado a cuidar a Edoras junto con el Rey, ya que este temía lo peor para su tío y su hermana Éowyn la dama de Rohan, Así pues Rohan estaba sin un líder estaba listo para caer en las manos del traidor, y esto los hombres lo sabían ya que un rumor se esparcía entre ellos, una sombra los acechaban trayéndoles miedo y horror a sus corazones, se rumoreaba en qué debían irse de Rohan, en qué había más esperanza huyendo a Gondor y ofrecer sus servicios al Senescal, pero esto sería una gran tradición a sus votos como hombres de la Marca ya que todos han jurado dar sus vidas por su Reino, y era eso lo que les había transmitió Théodred en todo este tiempo, sin temor y sin importar el final había que defender Rohan, que morir en el campo de batalla peleando por tu pueblo era el mayor honor que se podría obtener en vida, y así las almas todos los valientes iban a ser bien recibidas en los castillos y hogares de sus ancestros, dónde podría descansar en paz después de haber cumplido su ardua tarea.
Por su parte Orofel estaba destruido, físicamente estaba muy golpeado y adolorido pero no eran más que rasguños comparado con el dolor que sentía por la pérdida de su mentor al cual amaba y admiraba cómo nadie, ni siquiera a su propio padre, Orofel mientras cabalgaba no dejaba de llorar, tenía la cabeza mirando el suelo y una de sus manos en el rostro mientras con la otra sostenía las riendas de Brego el caballo de Théodred, este no llevaba armas, ni escudo, ni yelmo y la capa verde que acostumbran a llevar los hombres de Rohan, estaba sin la cota de malla y solo con el chaleco y la camisa que portan los Rohirrims cuando van a pelear, todo lo demás lo había perdido durante la batalla y este no se había molestado en recuperar su espada o si quiera pensar en que había vuelto a encontrarse con su hermano, el cual a priori le había salvado la vida de las manos del gran pálido Orco.
Asufel iba a la cabeza del ejército ya que Grimbol le había encargado comandar a las tropas y guiarlas hasta el Abismo de Helm, mientras guiaba a los hombres Asufel no dejaba de pensar en su hermano al cual había visto destruido emocionalmente y esto era algo que nunca antes había visto, ya que Orofel siempre había sido duro, fuerte y no era muy expresivo y fue él quien consoló al pequeño Asufel cuando Nandros el padre de estos, había fallecido así que esto era algo nuevo para él y no se imaginaba que su hermano pudiera estar tan destrozado tanto que perdiera la razón en esos momentos de locura cuando cargo en solitario y muy herido a los Orcos restantes además de que se disponía a cabalgar hasta Isengard para plantarle cara al traidor, Asufel temía por su hermano y por el futuro que le podía deparar. Mientras marchaban, uno de los hombres se detuvo y con voz fuerte tanta que todos se detuvieron, dijo:
Mis señores, qué sentido tiene seguir defendiendo está causa perdida, si el poder de nuestros enemigos nos supera tan ampliamente y ahora sin mi señor Théodred, a quien queremos engañar ya toda la esperanza está perdida.

Asufel lo miro y quitándose el yelmo dijo con voz fuerte y dura:
Si, tenéis razón todos vosotros, nuestros enemigos nos superan, no tenemos el poder para detenerlos, todas las alianzas se han desvanecido, nuestro Rey está enfermo y hemos perdido al mejor de todo nosotros pero ¿Qué queréis hacer? ¿Huir como cobardes y dejar a su suerte a todos los demás?, Esto no es lo que nuestro señor Théodred nos enseñó y nos demostró con su muerte, él murió por defender a su tierra, a su pueblo y a Reino, fue a enfrentar a incontables enemigos sin importar el final, sin importar el final mi señor Théodred combatió con valentía y coraje, teniendo claras sus convicciones y su deseo de recuperar la grandeza que antaño había en el Reino magnífico de Rohan, Théodred junto a sus valientes guerreros nos salvaron de la destrucción porque todos saben que iba a pasar si perdíamos está batallan y es gracias a esos valores y el código que nos ata cómo hombres de la Marca, cómo jinetes de Rohan, cómo hombres valerosos que nunca nos rendimos es que estamos hoy día con aire en nuestro pulmones y aún plantado cara a todo enemigo que se atreva a enfrentar la furia de los jinetes, nos han quitado el mejor de nosotros, eso es cierto pero aún tenemos nuestro valor y mientras aún haya un Rohirrim con vida, Rohan nunca caerá y se mantendrá brillando como el palacio dorado de Meduseld, así que tengan valor mis hermanos porque la muere de Théodred no puede ser en vano, la muerte de Théodred tendrá que pagarse muy caro por lo cual debemos ser más valientes, más fuertes y sacar toda la cólera y dolor que tenemos en nuestros corazones y mostrar toda nuestra rabia en el campo de batalla a todo el que se atreva a plantearnos cara, ¡Porqué la muerte de Théodred se vengará!.

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