El Gris Peregrino

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Asufel junto a sus hombres habían escapado de los Vados, siendo escoltados por las doncellas guerreras de Galia quiénes aún a caballo y con un gran número de tropas pudieron dar paso libre a los hombres que huían a pie, los cuales fueron hacia el bosques en búsqueda de alguna fortaleza cercana para resistir un poco más y reagruparse, a la cabeza de estos iba Erkenbrand quien estaba destrozado por haber perdido a tantos hombres además de la posición geográfica de los Vados, ya que este era el paso que unía a todo el Oeste con Rohan lo cual les iba a permitir a los enemigos del Reino tener un paso libre y sin resistencia para entrar en Rohan, que ahora su fuerza recaía en los hombres que habían quedado en el Abismo de Helm. Esto era lo que atormentaba el corazón de Erkenbrand, ya que la guarnición que quedaban en el abismo eran niños u hombres que nunca antes habían blandido una espada y eran Uruk-hai los que iban a atacar Rohan, él sabía que su única esperanza que les quedaba para sobrevivir un poco más era reagrupar a los hombres y marchar nuevamente al abismo, ya que bajo esos muros podrían dar más batalla que a campo abierto y ahora sin poder usar su ventaja a caballo, pero como iba a reunir a los hombres quienes estaban desmoralizados y muy dispersos, ya que mucho escaparon en distintas direcciones, Erkenbrand sabía que no tenía salvación. Los hombres seguían la marcha y Asufel fue en búsqueda de Erkenbrand al cual al encontrarlo le dijo:

Mi señor debemos volver, mi Eored esta lista y mi hermano se encuentra peleando solo con muy pocos hombres contra incontables enemigos, no podemos dejarlo morir así, ¡Regresemos!

No joven Asufel, contesto Erkenbrand con voz baja y decaída, tu hermano está perdido él decidió quedarse y morir en batalla, no arriesgaré a mis hombres.

Pero señor, dijo Asufel, no podemos.
En ese momento Erkenbrand levanto la cabeza y de un grito interrumpió a Asufel diciendo:
¡Basta! Ya te he dado mi decisión, no voy a arriesgar la vida de más Rohirrims por intentar salvar a alguien que no quiere ser salvado, ahora agrupa a tus hombres y sigan marchando.

Asufel lo miro con una mirada dura y fría, así dio media vuelta y corrió en búsqueda de su Eored quienes se encontraban en la retaguardia juntos con las doncellas de Galia. Al llegar con ellos encontró que Galia y sus guerreras no estaban, al preguntar a sus hombres por ellas sus hombres le dijeron que la escudera de Grimbol junto con su compañía había partido en búsqueda de los defensores que aún seguían en los vados, ya que ellas a ser las únicas enteras, a caballo y sin esperarlas, sería el momento preciso para intentar salvar a sus hermanos aún en batalla. Galia partió justo cuando Asufel fue en búsqueda de Erkenbrand ya que creía que si discutía su plan con Asufel, este iba a oponerse e impedir que fueran solas a la batalla nuevamente.
Orofel estaba rodeado tenía a poco más de 70 hombres los cuales ya estaban mal heridos y fatigados por la ardua batalla que habían vivido, pero aun así siguiendo a su comandante quien seguía pelando ferozmente y sediento de sangre, encontraron el valor y la fuerza para seguir combatiendo, estos estábamos formando un muro de escudos formación que les permitía resistir por un mayor periodo de tiempo pero a su vez les exigía gran resistencia y fuerza física para aguantar la arremetida de los Orcos de Isengard, y así lo hicieron, logrando aguantar todo el tiempo posible pero esto no les iba a durar mucho ya que los enemigos quienes no eran tan tontos, supieron manejar bien sus números y estaban empezando a cargar por los costados de los Rohirrims, además de lanzando flechas desde sus ballestas. Ya muy debilitados Orofel y sus hombres rompieron filas para hacer una carga final en contra de los Orcos y hacer pagar cara cada vida que han tomado pero justo antes de esto, empezaron a llover flechas sobre la primera línea de Orcos los cuales estaban cayendo con gran velocidad y después de varías salvas, aparecieron ellas, la hermosa Galia acompañada de sus doncellas, las cuales cargaron con gran velocidad y fuerza a los Orcos, logrando dispersar un poco a sus filas para así intentar salvar a Orofel y sus hombres. Galia iba a la cabeza y mostrando gala de sus habilidades en batalla, logro abrir brecha en las filas enemigas para así propinar ella y sus valientes guerreras una verdadera masacre en las filas de los grandes Uruk-hai, ya que con la ventaja de ir a caballo junto con la gran habilidad que estás poseían y que los Orcos no tenías sus largas picas para contener las cargas a caballo de las Rohirrims, pudieron repeler a estos viles monstruos por unos momentos, lo suficiente para sacar del campo a Orofel y lo que quedaba de su Eored, todos montaron en los caballos de las doncellas y cuando todos los hombres ya estaban listos para partir, se escucharon las Éorlingas sonar con gran fuerza y salieron a gran velocidad del campo de batalla, pero esto era algo que los enemigos querían impedir por lo cual mucho de estos montando a Huargos salieron a toda velocidad para atrapar a Galia y sus guerreras.
Los pocos sobrevivientes de la batalla, de la mano de Erkenbrand junto con Asufel se atrincheraron junto a un pequeño riachuelo cerca al bosque que se encontraba al Este de los Vados, no había carpas, todos se encontraban muy despiertos y preparados para cualquier ataque, los hombres de Rohan manejaban bien el bosque además que sabían que los Orcos no se atreverían a cruzar dicho bosque ya que estos temían que pudieran encontrar ucornos o pastores, por lo cual ellos siempre evitaban aventurarse en los bosques, así pues los hombres de Rohan con el bosque a sus espaldas y el riachuelo adelante de ellos, se plantaron a defender está posición mientras recuperaban energías para partir nuevamente hacia el Abismo de Helm. Asufel junto a lo que quedaba de su Eored se encontraban en la vanguardia de la trinchera a la espera y expectativa de que Galia junto con sus doncellas hubiesen logrado su objetivo, el joven capitán de Rohan se encontraba angustiado y se sentía imponente ya que no pudo proteger a su hermano ni pudo acompañar a su querida Galia, además de haber perdido tantos hombres en la batalla, esto fue otro duro golpe para la moral de los Rohirrims que con la perdida de Théodred ya estaban muy golpeada y ahora haber sido derrotados, provocaba en ellos mucho terror en lo que el futuro les podría deparar, su valor pendía de un hilo.
Ya se hacía de noche y habían pasado un par de horas desde que Galia había partido así que todos daban por sentado que la misión habían sido en vano y que Galia junto con sus doncellas habían caído valientemente al intentar salvar a Orofel y su compañía. Con mucho dolor en su corazón Asufel necesitaba dejar de pensar en estas calamidades y enfocarse en lo que estaba viviendo en ese momento, había un tiempo para sufrir por sus seres queridos pero ese momento aún no había llegado así que fue en búsqueda de Erkenbrand para saber que decisiones había tomado este y las órdenes que le daría. Erkenbrand estaba junto a varios de sus hombres de confianza en un pequeño concejo que había celebrado, al ver a Asufel lo llamo y dijo:

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