La lluvia comenzaba a cesar, y ahora solo había llovizna.
Como si el cielo sollozara.
Moví mis pies, entonces.
Los errores se cometen, pero incluso si por ellos perdí todo;
Cometer más errores, es un desperdicio.
Me acerqué y no me notaste.
Tus ojos no salían de aquellos pétalos blancos donde se agrupaban las gotas de a poco hasta formar una más grande y hacerle peso a la flor.
Me quité la chaqueta de jean, y la coloqué sobre tus hombros para cubrirlos de aquella remera que los dejaba a la vista.
Volviste a tierra, como flor que recuerda que tiene raíces, y te giraste a verme.
Tu cara seguía triste, pero había algo nuevo en tu mirada.
Un poco de confusión, pero ningún tipo de asombro.
Supongo que no entendiste porqué lloraba.