Basta Miyeon.
─¿Estás demente?─fue lo primero que pude decir.
Soyeon estaba en la cocina, a solo unos cuantos pasos.
─Minnie, de verdad, no mentí con nada de lo que dije antes─tus manos se pusieron a cada lado de mí cintura, erizando cada centímetro de mí piel─ Quiero que vivamos juntas, quiero cuidarte todos los días, quiero..─
Te sonrojaste antes de decirlo.
─Quiero verte conmigo todos los días.
No me siento bien.
─Quiero estar sola, quiero que me dejes en paz.
Tu cara se horrorizó ante mis palabras, pero en reacción moderada mientras se llenaba de angustia.
─No quiero dejarte sola.
Tus manos fueron a parar a mis mejillas.
¿Desde cuándo me tocabas tanto?
¿Y porqué no me di cuenta?
─Soyeon ha dicho que tienes problemas, ¿por qué no me lo dijiste?─me miraste con tristeza, pero también había impotencia en tus palabras─ Quiero ayudarte, sé que te puedo ayudar, podemos resolverlos juntas para que te sientas mejor.
─No son de tu incumbencia.
Duele Miyeon.
Aléjate porfavor.
─Eres lo más importante para mí.
Te miré a la cara, por primera vez desde que salimos de mí casa.
Y te miré aterrada.
Soyeon me vió aterrada también.
Mis ojos estaban a punto de estallar.
No quise nada de esto.
Tomé impulso ante la aparición de la rubia por la puerta, a lo que me levanté y solté del agarre de la castaña, para dirigirme corriendo hacia la primera habitación que encontrara y encerrarme.