Se escurrían gritos de las paredes, gritos que cada vez parecían encerrarme cada vez más.
A veces, la mente, nubla más de lo que dice el pronóstico.
─Miyeon.
La castaña conectó la mirada con su mejor amiga, pero con ojos cargados de lágrimas de impotencia.
A lo que la rubia frunció un poco su expresión, no logrando acostumbrarse a ver a su amiga doliendo.
Desvió la vista brevemente, relajando su expresión y intentando pensar mejor sus palabras antes de decirlas.
¿Como se reta a un niño sin provocar su llanto al hacerlo?
Soyeon pasó su mano por su cabeza, llevándose sus mechones de pelo consigo hacia atrás.
Observó a la pelinegra por unos segundos, y luego decidió actuar.
─Escucha, no llores, okay?─comenzó hablando, suavizando su tono para apaciguar las emociones desbordantes de la castaña.
─Sé que ya he dicho que no me gusta verte junto a Minnie, pero a decir verdad, si tanto lo quieres, preferiría que lo hagas sin esconderte ni escaparte de casa.
Las lágrimas de Miyeon comenzaron a secarse a paso veloz a medida que oía las palabras que salían de la boca de la rubia.
En cierto punto, no creía estar escuchando bien siquiera.
─Pero..─Soyeon tomó una pausa, antes de retomar el envión─Minnie tiene sus propios problemas y asuntos personales, que no nos conciernen, pero y que debemos respetar y darle su espacio.
Miyeon giró su rostro hacia la temblorosa pelinegra que seguía abrazándose a sus rodillas sobre el suelo de la sala.
─Creo que tanto Minnie como yo comprendemos que quieres vivir con ella por buena intención, pero creo que ahora mismo no es lo mejor para Minnie.
La castaña tuvo un impulso.
Una necesidad surgió dentro de sí.
¿Algo la aterraba a Minnie y ella no lo sabía?
¿Minnie estaba pasando por problemas todo este tiempo?
¿Y ella nunca se percató de aquello?
─Pero, si Minnie está de acuerdo, puedo ofrecerte que venga a pasar el rato a casa...o bueno, quedarse a dormir.
