─Dame tu número─le pidió Miyeon decidida.
La pelinegra la miró dudosa.
─Esta bien, pero estaré muy ocupada, así que llámame recién en unos tres días─le contestó Minnie.
La menor tomó el celular de la castaña y comenzó a agendar un número a paso lento, como si estuviera viendo si ese número ya se encontraba agendado en el celular de Miyeon o no.
Y para su suerte, o tal vez mala suerte, no estaba.
Por lo que anotó aquel número y lo guardó junto a su nombre.
Ambas chicas se despidieron con un abrazo, al parecer Miyeon le sentía un cariño muy cómodo.
Minnie parecía hacerle sentir segura, y aunque aún no pudiera preguntarle a la nombrada con exactitud el porqué de aquello; por el momento se bastaba con sentirlo.
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Los interminables tres días habían pasado, era miércoles y Miyeon no veía la hora de llamar a aquella chica que tanto extrañaba y en la cual no podía dejar de pensar.
Tomó el contacto y se percató de que no le aparecía opción alguna de mandar mensajes.
Lo miró extrañada, pero recordó las palabras de Minnie sobre llamarla directamente y se deshizo de cualquier duda restante.
Nerviosa, la castaña apretó aquel botón y se sentó sobre su cama esperando impaciente por la respuesta del otro lado de la línea.
─¿Hola?─se escuchó decir a una voz familiar del otro lado.
Era familiar.
Pero no era la voz familiar que Miyeon quería oír.
─¿Soyeon?─preguntó la castaña.
─Miyeon, ¿porque llamas al número de mi casa? ¿Como fue que lo conseguiste siquiera?
─Le pregunté a Minnie por su número, y me agendó éste en el teléfono.
─¿Minnie? ¿Miyeon ella no estaba pensando volver a empezar contigo, verdad? Dime que no.
─Sí, o eso creí. Me contó que éramos mejores amigas inseparables desde hace unos cuatro años pero que habíamos tenido una discusión muy fuerte. Y le insistí en volver a comenzar, a lo que me terminó diciendo que sí.
Soyeon no sabia que responderle a su mejor amiga.
La castaña en cambio, tuvo una mala sensación por aquel silencio.
─¿Soyeon?
─Miyeon, creo que hay algo que debes saber.
─Yo también lo creo, estoy asustada Soyeon.
─Miyeon.
─¿Si?
─Minnie era tu novia desde hace ocho años.
Miyeon sintió su corazón romperse, y lágrimas no tardaron en llenar sus ojos.
─Tenían muchos problemas, por lo que discutían mucho y en realidad, por eso mismo es que a mi me caía mal. Tuvieron una discusión muy fuerte en aquella plaza a la que tanto te encantaba ir, y Minnie terminó empujándote sin querer. Perdiste balance y golpeaste tu cabeza contra una de las piedras que sobresalían del suelo junto a las flores. La imagen fue horrible de ver en realidad, cuando llegué junto a la ambulancia lo único que vi fue a Minnie llorando a gritos mientras sostenía tu cuerpo y tu cabeza con sangre derramada por todo el suelo. Las flores y la ropa de ambas manchada de rojo e incluso marrón por la sangre que se había secado.
Justo en ese momento, el teléfono celular de Soyeon que estaba en su bolsillo comenzó a sonar.
Algo asustada por la falta de respuesta de su mejor amiga, atendió el otro llamado a la vez pegando su celular a su oído libre.
─¿Disculpe, señorita Soyeon?─se escuchó hablar a un hombre bastante adulto por su voz grave.
─Sí, soy yo, ¿ocurre algo?
─¿Es conocida de una muchacha de cabello oscuro y flequillo verdad? ¿Una muchacha tailandesa? Su nombre era..
─Minnie.
─Si, correcto, gracias lo siento. Soy oficial de policía, lamento no haberle informado antes.
─¿Que sucede con ella?
─Hace una media hora una mujer mayor reportó a una joven herida en el centro del parque. Fuimos hasta el mismo y nos encontramos con el suelo bastante desastroso, y luego de verificar su estado lamentablemente ya no se encontraba con vida. Estuvimos revisando la situación junto a nuestros especialistas, Minnie Nicha Yontararak cometió suicidio. Al parecer se dejó caer voluntariamente sobre una superficie afilada del suelo de piedras del mismo parque. Llamábamos para informarle y pedirle si podía venir por tema de información y los papeleos legales del funeral y sus pertenencias, era el único número guardado en su teléfono y el cual había tenido una llamada reciente hace tres días.
Miyeon había escuchado todo desde el otro lado de la otra línea, donde se encontraba llorando y soportando el dolor de las innumerables punzadas que recibía en su pecho. Mientras que Soyeon también se encontraba llorando pero aguantando el quiebre de su voz.
─Esta bien oficial, gracias por informarme, enseguida estaré allí.
Y las flores blancas,
Una vez más,
Volvieron a teñirse de un color que no era suyo.