Soyeon había llegado al departamento de la pelinegra a la media hora.
Miyeon había tomado las llaves y le había abierto.
No había mentido.
La casa estaba más muerta y vacía que cualquier lugar abandonado.
─Soyeon, no quiero que te quedes─habló la castaña mientras tomaba asiento en el sillón frente a su amiga─No quiero que Minnie soporte tu mal trato.
La de baja estatura giró su cabeza para mirarla incrédula.
─No sabes ni lo que ha hecho, ¿porqué ahora te preocupas por ella?
Miyeon no sabía como responderle.
No sabía qué responderle tampoco.
Pero poco le importó al escuchar una puerta abrirse.
Minnie apareció por la puerta de la habitación, con menos ojeras y su cabello algo despeinado.
La castaña se paró rápidamente y fue directo hacia la pelinegra, sorprendiendo a Soyeon quien quiso evitar que se parara.
─¿Como te sientes? ¿Estas bien?─inquirió la mayor.
La miré algo aturdida y asentí con la cabeza.
¿Qué hacía Soyeon aquí?
