XXVI

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Estaba siendo tentada a correr al departamento de Salome y encerrarme ahí, pero no, ahora ya estaba frente a la puerta del departamento de mi profesor

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Estaba siendo tentada a correr al departamento de Salome y encerrarme ahí, pero no, ahora ya estaba frente a la puerta del departamento de mi profesor.

Él abrió la puerta dejándome pasar, recorrí los alrededores con la mirada, todo era hermoso y podía decir que tan él... 

Estábamos en uno de los pisos más altos del edificio y su departamento consistía en dos niveles y no en uno como el de Salome. 

— te llevare a mi habitación, te daré una toalla para que te seques y te prestare algo de ropa.

— cla...claro— dije nerviosa.

Me guió a una de las habitaciones de arriba, al entrar a su habitación me sentí en terreno prohibido.

El camino a su armario y saco dos toallas grises, las dejo en la cama y me miro.

— tengo algo de ropa... Pero no es de las que usas— dijo.

— no importa que ropa sea, en cuento este seca me conformare— él asintió y salio

Tome una toalla, al principio seque mi cabello pero luego sentí un aroma masculino, era su aroma. 

Mire a todos lados esperando que no hubieran cámaras o algo así, con lentitud acerque la toalla a mi nariz e inhale el aroma que la toalla desprecia, cerré los ojos por inercia dejando que el aroma me embriagada. 

La puerta fue tocada sobresaltándome.

— traje el vestido— dijo y asentí.

Abrí un poco la puerta dejando que su mano entrara y me extendiera un vestido.

Cuando lo recibí cerré la puerta.

Me desvestí quedando en ropa interior y secando mi cuerpo, vaya, el agua en verdad me mojo toda.

Tome el vestido y lo extendí, era tan... el vestido me era familiar, lo tome con más delicadeza, el vestido era como los que vez en las películas de la época victoriana.

¿algún disfraz ?

Me lo coloque y me sentí más cómoda, el vestido encajaba perfectamente con mi cuerpo.

Tome mi ropa mojada y mire la habitación, la curiosidad mato al gato Jane... decía mi mente, pero jamas le hago caso a mi mente.

Mire un marco, en ella estaba la fotografía de una enorme mansión. Seguí caminando tocando la madera de su mesa de noche con la yema de mis dedos. 

No seria tan impertinente y husmear, no claro que no, del cajón salia un lazo rojo.

Abrí el calor con cuidado y lo saque, mis ojos se ampliaron pues este listón era rojo y lo recordaba perfectamente.

Y si él era...

La habitación fue tocada de nuevo.

Salí dejando el listón en su lugar.

La Niña de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora