XXVIII

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— ¿Entonces te quedaras en el departamento de Salome?—preguntó Jasmín ayudándome a meter a mi mochila mi ropa de dormir

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— ¿Entonces te quedaras en el departamento de Salome?—preguntó Jasmín ayudándome a meter a mi mochila mi ropa de dormir.

— si, no quiero que este sola— dije sin verla, mire el gas pimienta, aún lo conservaba, el domingo iría con Nora.

— Esta bien ¿vendrás el domingo?.

— no lo sé, quizás llegue el lunes en la mañana.

— ¿acaso piensas faltar?

— puede que si, algún día fuera de la universidad no me vendría mal.

— no me agrada la idea de faltar.

— solo sera un día— dije metiendo el gas pimienta en la bolsa de la mochila.

— ¿para que llevas eso?

— uno nunca sabe cuando se puede encontrar con un ladrón.

— entonces, ve con cuidado— dijo dejando un beso en mi mejilla.

— tu igual, por cierto... ¿puedo pedirte algo?

— claro...

— evita que Roberth salga, por favor— pedí.

— ¿por qué me pides eso?

— solo confió en él para cuidarte mientras no estoy— eso, eso era mentira.

— Jane... yo puedo cuidarme sola.

— pero estará más tranquila si sé que él estará todo el tiempo a tu lado.

— esta bien— dijo.

Ambas salimos de mi habitación, mientras cruzaba el umbral de la puerta me quede pórtico de la casa.

Tenia el celular de Roberth en mi mano, él era demasiado descuidado, seguía escribiéndole a Nora.

Ayer en la noche logre quitárselo, dormiría hoy en casa de Salome para despertar en su casa día domingo, al anochecer me juntaría con Nora en un Club cerca del edificio Golder Star. Desde ayer en la noche empece a escribirle fingiendo ser Roberth.

Camine hacia los edificios, ahora me daba miedo entrar y saber que puedo encontrarme con Gadiel en cualquier momento.

Al entrar al edificio camine hacia recepción.

— hola Larry— salude, el hombre me sonrió.

— señorita Jane, ya no tiene que pasar por aquí, la señorita Salome dio toda autorización de que pasara cuando quisiera.

— igual siempre pasare, adiós Larry— me despedí caminando al ascensor, presione el botón varias veces, piso siete...

Las puertas del otro ascensor se abrieron, una mujer vestida de azul salio de él, gire mi rostro disimuladamente.

La Niña de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora