Ditto.

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Café y vanilla.

Esos eran los olores predilectos del bullicioso Sunny Side Up. Dichos olores eran individualmente únicos y diferentes, pero al mezclarse se convertían en un combo aromático relajante para quienes estaban dentro del lugar, incluso para quienes caminaban en la calle exterior de esta. Esa bomba de olores era un gran atractivo del lugar y hacían entrar en ambiente a cualquier cliente abriéndole el apetito al instante.

Siendo Min Yoongi un verdadero amante del café, su olor era de sus favoritos. Bueno, él no era muy fan de estar identificando aromas para escoger sus favoritos porque su nariz era algo sensible y estornudaba rápidamente, pero vaya que disfrutaba muchísimo del olor del café. No había día en que no se tomara su tiempo para disfrutar de una taza del néctar de los dioses, y aunque no le gustaba presumir de ello, ya había degustado la mayoría de sabores, preparaciones y diferentes presentaciones. Su favorito era el amargo y fuerte, con su predilecto color oscuro y frío. Igualmente, en los días de invierno lo disfrutaba más caliente, y en el verano, nunca podría negarse a un café helado. Pero siempre, indiscutiblemente, Yoongi primero respiraba el aroma del café antes de dar el primer sorbo y esos eran los cinco mejores segundos de su día.

Tal vez esa era la razón por la que el olor a vainilla que estaba fuertemente presente en Sunny Side Up lo tenía algo desconcertado. Yoongi no era un fanático de tal aroma, porque era algo jaquecoso y molesto, demasiado dulce para su gusto. Le recordaba mucho aquellos pudines que Namjoon solía comer cuando estaban en la secundaria y aunque no tenía nada contra dicho postre, recordar el olor a vainilla tan empalagoso que tenía le revolvía el estómago. Pero en ese momento, con cada respiro que daba, más increíble le parecía la armonía que ambos olores, café y vainilla, tenían. Combinaban perfectamente, tenían un equilibrio especial y extrañamente, lo relajaban. Podía notar y saborear el fuerte olor del café y la sutileza de la vainilla bailando con este en una sinergia gratamente bella.

Yoongi estaba tan absorto en degustar ambos aromas que era poca la participación que tenía en la conversación con sus amigos. Ingenuamente pensó que su silencio era el producto de querer escuchar la música de fondo al estar definiendo los aromas, pero no era así. Era un buen autoengaño. Aunque si estaba concentrado en lo que olía –lo cual al mismo tiempo le abría el apetito–, la calma de Yoongi era solo exterior, una fachada de falso aburrimiento, porque en su interior el corazón agitado latía anormalmente con cada respiro que daba. Y no, no era el café, ni la vainilla. Yoongi sospechaba que su extraño silencio se debía que estaba especificamente en ese lugar, Sunny Side Up, especificamente con todos sus amigos y especificamente en esa tarde, de ese día, en ese momento.

–¡Muchas gracias por su compra! ¡Vuelva pronto!

Finalmente, la mirada de Yoongi encontró donde posarse. Por comodidad, giró hacia el mostrador de la pastelería, encontrándose con un joven alto y pelinegro quien despedía con una enorme y amigable sonrisa a la pareja de señoras adultas que caminaban hacia la entrada del local, llevando consigo una cajita de cartón rosada con el logo de Sunny Side Up. El peligris sonrió levemente y volvió a mirar al pelinegro, quien continuó atendiendo a los siguientes clientes con esa misma sonrisa y amabilidad, pero sin perder la eficacia y el ritmo que tantas buenas reseñas le estaban dejando en la página de Facebook. Pero al final, Yoongi se aburrió de ver a ese mismo lugar y se dispuso a discurrir su mirada por las paredes del local, pensando que así podría distraer sus pensamientos y calmarse un poco, aunque si bien se esforzaba, el movimiento inquieto de sus piernas delataba lo que su corazón sentía.

Sinceramente, era su primera vez en ese lugar. Era como explorar un mundo completamente nuevo y diferente, y estaba ansioso por descifrar cada dinámica que había entre los clientes y algunos empleados, entre el alto pelinegro y sus empleados, entre clientes y postres, entre postres y olores. Yoongi estaba descubriendo un mundo completamente nuevo, pero interesante y hasta cierto grado cómico gracias a los dos jóvenes varones más que portaban el uniforme del local, indicando así que eran empleados de ahí. Pantalón negro, camisa de botones a rayas blancas y rojas, delantal marrón y un pequeño moñito marrón al cuello. Sencillo pero de buen gusto. El peligris se dijo en que ambos jóvenes se esforzaban por atender amablemente a las personas de todas edades y estaturas que ocupaban las demás mesas esperando recibir sus pedidos, al igual que hacían él y sus amigos. Yoongi se fijó tambien que había algunos clientes igual de observadores que él, porque hablaban de lo bien que olía el lugar, de la decoración y los precios accesibles. Había otros clientes un tanto indecisos por lo que debían comprar, y otros más –hablaba de sus amigos–, que hablaban enérgicamente de las trivialidades de su día, siendo las risas de Hoseok, Jin y Nakyung las que más resonaban en la mesa que compartían y casi en todo el lugar. Yoongi también se fijó en la decoración de tonos pasteles, que ambientaban el tema de lo que celebraban ese día, un día muy especial para alguien que él consideraba especial.

¡Se busca novio para Hanie! • Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora