12.

21 3 0
                                    

Tenía miedo, estaba sudorosa, descalza, corriendo por mi vida, no quería nada más de ese hombre, me estaba atormentando y no podía permitirlo.

Horas antes.

Deje que Aiden me guiara mientras estaba vendada, por alguna razón estábamos en su casa, no siento que deba tener miedo, con tal de que no exista dicho cuarto rojo, estoy satisfecha.

No sé en en qué parte de la casa estábamos, pero un olor silvestre era lo único que podía percibir, (la verdad no sé si exista un olor silvestre, pero aun así siento que si lo "silvestre" tuviera un olor, sería sin duda alguna lo que estoy percibiendo). Aiden me fue guiando, hasta que me indicó que me sentará en donde estaba de pie ahora mismo.

Asentí lentamente, y me senté. Mis manos pudieron sentir inmediatamente hierba fresca, algo húmeda, pero que a pesar de ello me generaba una sensación de tranquilidad.

Ansiosa por ver el panorama completo, le pedí a aquel hombre que me desatara—Quiero ver, desátame —. Pedí amablemente.

Espere que Aiden actuará frente a mi gentil petición, pero no lo hizo. Tendré que hacerlo yo, quise desatar el nudo que había hecho, pero no pude hacerlo. Molesta y con los ojos aún vendados, intenté desamarrarme de nuevo.

—Mala suerte para ti —. Dijo aquel chico.

—Muy gracioso, desamárrame —. Esta vez, sí atendió a mi petición o eso parecía.

Sentí como si alguien se hubiera sentado al lado mío, asumí que era él apunto de desamarrarme, pero estaba equivocada, efectivamente si era él, pero su intención no era quitarme la venda. Una presión fue lo único que sentí en mis muñecas, estas ahora estaban inmovilizadas, ¿pero qué carajo?

—No te desesperes. Te diré que pasará a continuación, te daré a probar diversas cosas, la gracia es dejarte llevar por tus sentidos y que me digas que es. Por cada cosa que aciertes, te desamarro, es decir, solo debes adivinar dos sabores y serás libre —. Uh, eso no sonaba nada mal.

—Bien, empecemos —. Espeté ansiosa.

Espere un poco para comenzar a probar cada cosa, Lucifer me indicó que abriese la boca y fuera probando cada cosa.

—Aquí viene el primero —. Dijo introduciendo algo a mi boca.

Probé aquel alimento y pude darme cuenta por su textura, su olor y su sabor, que era un queso. Fue algo sencillo de adivinar.

—Sencillo, es queso —. Dije segura.

— ¿Qué clase de queso? —. ¡Dios! Esto no entraba en el plan, no sé nada de quesos, ¿cómo se supone que adivinaría?

—Manchego... —. Intenté sonar segura, pero más que eso sonó como una pregunta.

—Te equivocas, es queso holandés. Vamos con el siguiente condimento —. Esta será una tarde larga.

(.)

Luego de pasar mucho tiempo intentando adivinar los alimentos, me comencé a molestar, quería ver algo e irme a casa, esto ya no me estaba gustando.

—Este es tu último intento Lana, es todo o nada —. Me rehúse, iba a perder de todas formas, pero de todas maneras debía ceder a ello.

Quería salir lo más pronto posible de este lugar.

Esta vez no era algo sólido, fue una bebida lo que ingerí, y por su sabor, no quería adivinar que era, sólo quería más de aquel brebaje.

Gemí del placer que me causaba aquella bebida, —Quiero probar más —. Dije abriendo de nuevo mi boca.

El Infierno Tiene Tu Nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora