Capítulo 2: Oscuridad.

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Por ti, Wei Ying.

Capítulo 2: Oscuridad.

El viaje fue caótico, torpe y avasallador. Lan WangJi apenas podía equilibrar su propio cuerpo sobre su espada. Fue realmente un milagro, o más bien la propia fuerza de su agonía, que no terminase estrellado en cualquier parte del largo camino o que cayera de una gran altura.

Cuando sus ojos divisaron al fin el monte Luanzang en la inmensa oscuridad de la noche, su corazón, desesperado y doliente, comenzó a latir con fuerza contra su pecho. Esa sensación de ardor trepó por su caja toráxica hasta su garganta, cortándole la respiración, pero se obligó a sí mismo a hacer caso omiso a ella con toda la fuerza de voluntad que poseía. Muy en el fondo de su corazón, en lo más profundo y recóndito, aún quedaba un pequeño y frágil rastro de esperanza. Se negaba en redondo a dejarla ir tan fácilmente...

El aterrizaje sobre el monte fue un desastre, pero poco podía importarle a él en esos momentos. Apenas sus pies tocaron tierra, tropezó y trastabilló, teniendo que usar sus manos sobre el asfalto para poder recuperar un poco el equilibrio. La capa externa de su hermano le resbaló por la espalda lentamente, dejando a su paso un rastro de ardor y dolor punzante, pero Lan WangJi apenas pudo registrar aquello. El dolor que carcomía su alma era mil veces peor.

Cuando al fin pudo colocarse de pie, le tomó un momento darse cuenta que su alrededor estaba diferente a la última vez que había estado allí. Antes, a pesar de la sequedad, la tierra y la oscuridad que parecían ser propias del monte Luanzang, sus habitantes habían encontrado la forma de volver aquel lugar mucho más cálido, lleno de vida vibrante y envolvente. En ese momento, no obstante, todo estaba tan... vacío y fúnebre. El silencio era sobrecogedor, la oscuridad parecía consumir todo a su paso, y había un terrorífico aroma a muerte en el aire que provocaba náuseas y ponía la piel de Lan WangJi erizada.

Todo lo que había estado allí antes, tanto personas como objetos, había sido arrasado por el fuego del odio, el resentimiento, la sed de venganza y la injusticia... Todo había sido devorado por la representación más pura y humana de la crueldad.

El miedo que envolvió entonces a Lan WangJi fue tenaz y certero como el filo de una espada. Cada fibra de su ser fue inundado por él, y por un momento se ahogó en la desesperación, a tal punto en que todo pensamiento huyó de su mente y su cabeza se transformó en una neblina oscura que no confería ni racionalidad ni coherencia.

Frenético, sacudió la cabeza con brusquedad para despejarse y comenzó a caminar a rastras por el monte, llevando sus ojos a observar cada rincón posible.

—¡Wei Ying!

Su propia voz le asustó. Era casi la de un desconocido. Un desconocido sumido en la miseria más grande.

—¡Wei Ying!

La búsqueda duró horas, las horas más largas y agónicas de toda su vida. Ciertamente, perdió la cuenta de cuántas veces su corazón se rompió al divisar aquellas pequeñas chozas, que los habitantes del monte habían construido con tanto esfuerzo, destruidas y quemadas hasta sus cimientos, o los pequeños campos de cultivos que habían podido sacar adelante totalmente destrozados. Todo aquello no era más que pruebas del horror que allí había sucedido, y sometían a Lan WangJi a un dolor constante; porque él había sido uno de los pocos afortunados de conocer el otro lado de aquel monte, de lo que representó para un puñado de personas sin hogar, sin libertad y con el infortunio de portar un apellido que los condenó por los pecados de otros.

Todo había sido destruido. Ya nada quedaba de lo que alguna vez fue aquel lugar; un rayo de esperanza y luz, forjado por un hombre que no había dudado ni un sólo segundo en dar todo de sí mismo para entregarles esa oportunidad que el mundo les había negado sin misericordia.

Por ti, Wei Ying.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora